“Cada mes, en la semana previa a mi menstruación, me cambia el carácter; me pongo irritable y no tolero a nadie. Además, me duelen los pechos, la panza y estoy toda hinchada”
Esta frase podría corresponder a un pensamiento suyo. Si algo así le viene ocurriendo, puede que usted padezca un síndrome premenstrual.
Los llamados Síndromes Premenstruales pueden ser de dos tipos: una variante leve, el Síndrome de Tensión Premenstrual, o la variedad más grave, discapacitante, con gran afectación de la actividad global, llamada Trastorno Disfórico Premenstrual.
En el presente artículo intentaremos echar un poco de luz sobre estos tópicos y evacuar algunas dudas. Creemos que es importante conocer estas patologías tan comunes en la mujer, puesto que mediante un diagnóstico precoz se puede obtener un tratamiento exitoso en la gran mayoría de los casos.
La primera cuestión a evaluar ante una persona con síntomas que ocurren en la semana previa a la menstruación es si en verdad estamos ante una patología. Es muy común que muchas mujeres tengan, en esta etapa del ciclo, algún tipo de molestia o un leve cambio en su carácter sin que esto signifique una patología que deba recibir tratamiento.
Algunos estudios muy confiables refieren que entre el 50% y el 80% de las mujeres en edad reproductiva se encuentran en la situación mencionada, habitualmente no consultan por esto y no necesitan tratamiento, ya que las manifestaciones físicas o anímicas son leves y aisladas y no interfieren con sus vidas.
Por el contrario, un importante porcentaje, entre 20% y 40% según los estudios consultados, presentan el denominado Síndrome de Tensión Premenstrual.
El mismo se caracteriza por la aparición de síntomas afectivos tales como ánimo deprimido, irritabilidad, ansiedad, tensión o dificultades en la concentración, acompañados de síntomas físicos como dolor mamario, distensión abdominal, dolor de cabeza, dolores musculares o articulares, hinchazón en piernas y ganancia de peso. Además es frecuente la presencia de alteraciones del sueño, cambios en el apetito, retracción y desinterés por las relaciones interpersonales.
Todos estos síntomas deben comenzar en la semana previa a la menstruación y ceder, como máximo, dos días después de comenzada la misma y en dos ciclos menstruales consecutivos. Además. Cabe consignar que el Síndrome de Tensión Premenstrual no afecta significativamente la actividad de la mujer (ya sea laboral o académica).
El Trastorno Disfórico Premenstrual afecta al 5% de las mujeres en edad reproductiva, y es una variante grave del anterior, con mucha más alteración de la actividad global, más incapacitante, a menudo responsable de pérdidas del empleo o de deserción académica, con importante afectación en las relaciones interpersonales.
Básicamente el diagnóstico se hace de la misma manera, pero los síntomas afectivos como ánimo deprimido, irritabilidad, ansiedad y tensión son mucho más intensos e incapacitantes que en el cuadro anterior.
Las causas por las cuáles ocurren estos trastornos, debemos buscarlas en una vulnerabilidad aumentada del sistema nervioso a las fluctuaciones hormonales que normalmente ocurren durante el ciclo menstrual.
Dicho en otras palabras, la brusca disminución de estrógeno y progesterona (hormonas femeninas) que normalmente ocurre en la semana previa a la menstruación actúa sobre el sistema de de transmisión de serotonina (neurotransmisor del sistema nervioso) que está anormalmente disminuido en algunas mujeres, que son las más propensas a tener este trastorno.
Algunos estudios muestran una predisposición genética para el síndrome premenstrual. Si tomamos en cuenta estudios realizados con gemelas, se observa que, si una de las gemelas tiene el desorden, la otra tiene el doble de posibilidades de tenerlo también, lo cuál da cuenta de la importancia del factor genético en la génesis de este trastorno. Por otra parte, el riesgo de depresión mayor está incrementado en parientes de 1er. grado de mujeres con síndrome premenstrual.
En cuanto a las estrategias para el tratamiento, es importante decir que se orientan a aliviar los cambios cíclicos físicos y psicológicos, para alcanzar la calidad de vida deseada. La severidad de los síntomas debe considerarse y ser puesta en la balanza, respecto a los efectos secundarios del tratamiento seleccionado, “no vaya a ser que el remedio sea peor que la enfermedad”, de manera tal que sólo deberían tratarse con fármacos aquellas pacientes con síntomas muy molestos, severos o incapacitantes, y no una simple “molestia premenstrual”.
Cabe consignar aquí que es importantísimo tener en cuenta que cambiando algunas cuestiones que tienen que ver con la alimentación y el estilo de vida, se logran disminuir los síntomas y se evita el tratamiento farmacológico en el 30 por ciento de las mujeres que consultan. Una dieta adecuada, sin excesos de cafeína, azúcar y alcohol y teniendo en cuenta la ingesta de alimentos que contengan vitaminas B y E, calcio y magnesio, favorece la recuperación, igual que la prevención y manejo del estrés.
Con respecto al tratamiento farmacológico, hay distintas variantes, pero la de mayor eficacia comprobada es la administración de los denominados Inhibidores Selectivos de
Dentro de este grupo los más recomendados son:
- Fluoxetina: 10 - 20 mg/día *
- Paroxetina LP: 10 - 30 mg/día *
- Sertralina: 50 - 150 mg/día *
- Citalopram: 10 - 30 mg/día
*Aprobados por FDA
En verdad, se recomienda comenzar el tratamiento con dosis bajas. A diferencia de lo que se indica en depresión, en estos cuadros dichos fármacos se utilizan de manera intermitente, comenzando la toma una semana antes de la fecha esperada para la menstruación, en una dosis única y diaria, hasta el día 1 o 2 de la menstruación, momento en el cual se interrumpe para continuar en el ciclo siguiente.
Otros psicofármacos que se pueden utilizar, de manera más inespecífica y para colaborar con los anteriores, son las benzodiazepinas tipo Aprazolam o Clonazepam pero, como se dijo, no son de primera elección y su utilización no dispone de fundamentos científicos sólidos.
Ante cuadros muy graves e incapacitantes, y después del fracaso de los tratamientos de primera línea, pueden utilizarse otros fármacos. Entre ellos tenemos los llamados Agonistas de
También se suelen utilizar paliativos como antinflamatorios (Ibuprofeno, Diclofenac) en casos de dolor, y suplementos de calcio y diuréticos si hay edemas o acumulación de líquido.
Para finalizar, recordemos entonces lo siguiente:
El 75% de las mujeres en edad reproductiva presenta ansiedad y variaciones del humor que no requieren de conductas terapéuticas específicas.
En la mujer el estado de ánimo es cíclico, por la gran influencia de los ciclos hormonales sobre la neurotransmisión del sistema nervioso.
Tanto el Síndrome de Tensión Premenstrual como el Trastorno Disfórico Premenstrual deben ser tenidos en cuenta en la práctica médica, para ser mejor reconocidos y diagnosticados.
El Trastorno Disfórico Premenstrual es una entidad clínica que se presenta en el 3% al 5% de las mujeres en edad reproductiva quienes, por su causa, se ven severamente afectadas.
Los Síndromes Premenstruales, correctamente diagnosticados, pueden ser tratados con muchas posibilidades de éxito en la amplia mayoría de los casos.
Dr. Enzo Cascardo