La idea central que propone la Psicología Cognitiva sostiene que: “la emoción y la conducta de una persona son consecuencia de sus pensamientos”.
Todos los sucesos, estímulos y situaciones cotidianos son juzgados, interpretados y etiquetados de manera particular por cada persona. Constantemente estamos describiendo el mundo y catalogando cada suceso o experiencia.
Estos juicios e interpretaciones conforman el área cognitiva propia de cada persona, son los “lentes” con los que miramos el mundo que nos rodea, están formados por el diálogo interno que cada persona tiene consigo misma, y se manifiestan en forma de pensamientos.
Estos pensamientos fluyen como una cascada y, a pesar que rara vez nos damos cuenta de ellos, son capaces de generar los estados emocionales más diversos.
Habitualmente los llamamos “pensamientos automáticos” para enfatizar que los mismos se experimentan como si fueran un reflejo, sin reflexión o razonamiento previo.
Las siguientes características son típicas de los pensamientos automáticos:
- Son mensajes específicos, parecen taquigrafiados: compuestos por unas pocas y esenciales palabras o una imagen visual breve.
- A pesar de ser irracionales casi siempre son creídos: tienen la misma credibilidad que si fueran impresiones directas de los sentidos.
- Los pensamientos automáticos se viven como espontáneos: entran “de golpe” en la mente.
- A menudo se expresan en términos de “habría de” “tendría que” o “debería”
- Tienden a dramatizar: predicen catástrofes, ven peligros en todas partes y siempre suponen lo peor.
- Son idiosincráticos: cada persona tiene sus propios y particulares pensamientos automáticos.
- Son difíciles de desviar.
- Son aprendidos.
Los trastornos psicológicos (entre ellos los trastornos de ansiedad), son el resultado de determinados y específicos errores cognitivos; pensamientos automáticos, ideas, creencias e interpretaciones erróneas, rígidas y absolutas de la realidad, que determinan emociones específicas.
Las personas con ansiedad interpretan la realidad como peligrosa o amenazante. Están preocupados continuamente por anticipar peligros.
Para las personas con depresión los eventos son siempre interpretados como pérdidas y daños a sí mismos.
Los sucesos no tienen un contenido emocional intrínseco, sino que somos las personas quienes interpretamos y etiquetamos todos los estímulos y situaciones de nuestra vida.
En la categorización y en la etiqueta elegida está la fuente de la emoción.
El terapeuta Albert Ellis, fundador de la terapia racional emotiva, propone el análisis del continuo diálogo interno según el modelo ABC.
A | B | C |
Acontecimientos activantes | creencias, evaluaciones, ideas, pensamientos. Interpretaciones acerca de A | Consecuencias de las creencias sobre A |
Este modelo enfatiza la interpretación dada a los pensamientos (B), que determinan las diferencias en la reacción de las personas (C) ante un mismo estímulo (A).
Si el pensamiento (B) es funcional, adaptativo y lógico, se lo considera “racional”.
Por el contrario, si dificulta el funcionamiento de la persona, es ilógico y provoca emociones desadaptativas, se lo considera “irracional”
La Reestructuración Cognitiva es la intervención terapéutica que apunta a que el paciente pueda mediante un debate, confrontar, poner a prueba, discutir y modificar sus creencias irracionales por otras mas racionales y adaptativas.
A partir de estas discusiones se van flexibilizando ideas rígidas y logrando visiones alternativas mas flexibles.
El paciente aprende a evitar suposiciones o inferencias personales acerca de los sucesos y se habitúa a buscar evidencias reales basadas en datos concretos de la realidad objetiva.
La flexibilización de los pensamientos y la reestructuración cognitiva permiten al paciente activar esquemas más funcionales, generando como resultado emociones y conductas más apropiadas y adaptativas.
Lic. Florencia Puccio