Juan tiene 25 años. Hace 6 meses
comenzó con ataques de pánico. “Tenía taquicardia, opresión en el pecho, sensación de falta de aire,
visión borrosa, entumecimiento de los brazos y piernas. Pensé que me moría, que iba a tener un ACV o
un infarto. Fue horrible, tenía mucho miedo.”
En dos oportunidades se despertó
en plena noche con un ataque de pánico. Realizó diversas consultas médicas, concurrió al clínico, cardiólogo y
neurólogo. Finalmente, le indicaron tratamiento con ansiolíticos para calmar
las crisis. Los ataques de pánico desaparecieron pero cada tanto tenía algunos
síntomas y no volvió a ser el de antes.
“Tomo la medicación pero me siento cada vez
peor, no puedo hacer nada, tengo miedo de que vuelvan las crisis”. “Mis padres
piensan que soy un vago, mis amigos ya no me llaman.” “No voy a poder volver a
trabajar”.
Juan no solo no trabajaba, sino
que apenas podía salir solo, a pocas cuadras de su casa. No viajaba solo en
transporte público por temor a “descomponerme, que me agarren las crisis”. Casi
todo el día estaba pendiente de su cuerpo y de sus síntomas.
Cada vez que se sentía mal tomaba
ansiolíticos, pero el efecto duraba unas horas, aunque aumentara la dosis. La
calidad de vida de Juan estaba totalmente afectada.
¿Qué es el ataque de
pánico?
Llamamos ataque de pánico a la aparición repentina
de un miedo intenso seguido de una serie de síntomas entre los que se cuentan:
1. Palpitaciones o
taquicardia
2. Sudoración
3. Temblores o sacudidas musulares
4. Sensación de ahogo
5. Sensación de atragantamiento
6. Opresión o malestar en el pecho
7. Náuseas o molestias abdominales
8. Inestabilidad, mareo o sensación de desmayo
9. Sensación de irrealidad o despersonalización (sentirse desconectado
del cuerpo)
10. Miedo a volverse loco o descontrolarse
11. Miedo a morir
12. Hormigueos o entumecimiento muscular
13. Escalofríos o sofocaciones
¿Qué es el trastorno de
pánico?
Es una enfermedad muy frecuente. Una de cada 30
personas la padecen. Suele comenzar entre los 20 y 30 años. Tiene un origen
multifactorial (genética, neurobiología y factores de crianza y ambientales).
No solo se caracteriza por los ataques de pánico sino por el miedo sufrir una
nueva crisis: ansiedad anticipatoria (miedo al miedo). Esto afecta
negativamente la calidad de vida de las
personas que lo padecen en amplios aspectos: académico, laboral, familiar y
social.
¿Qué es la agorafobia?
Es una patología altamente asociada con el
trastorno de pánico, y por lo general secundaria a este. Es el miedo intenso a
sentirse solo, sin escape y sin poder recibir ayuda en caso de sufrir un ataque
de pánico. Esto se suele generar en determinados lugares o situaciones como por
ejemplo: subte, colectivo, avión, cine, shopping o aula. Las personas comienzan
a evitar estos medios de transporte o situaciones. O las afrontan con alto
malestar o acompañados.
En el caso de Juan…
Ya no sufría ataques de pánico
pero lo que condicionaba su vida era la ansiedad anticipatoria y la agorafobia.
Y probablemente de seguir así, comenzará con síntomas depresivos.
Hoy en día, en la mayoría de los casos, puede
lograrse la recuperación. Sin embargo
Juan no realizó tratamiento específico por un especialista en el tema y no
recibió la medicación adecuada (combinación de ansiolíticos benzodiacepínicos
con inhibidores selectivos de recaptación de serotonina, ISRS). Otro ausente
fue la Terapia Cognitiva Conductual (TCC), pilar fundamental del tratamiento de
los trastornos de ansiedad. La TCC incluye: psicoeducación del paciente y su
familia, reestructuración cognitiva, técnicas de exposición y entrenamiento en
relajación.
Dra. Laura Liceaga