Los trastornos de ansiedad están
íntimamente relacionados con el estrés, se retroalimentan mutuamente. A mayor estrés, la persona se encuentra más
vulnerable a que se intensifiquen sus síntomas.
Para obtener el alta terapéutica y lograr
una buena calidad de vida es necesario que la persona cuente con estrategias
para su manejo.
Afortunadamente contamos con
tratamientos en varios formatos para enfrentar al estrés de manera más
adaptativa.
¿Qué es el estrés?
La discrepancia entre las demandas
que actúan sobre un organismo, ya sean demandas internas o externas, retos o
metas, y el modo en que la persona percibe sus posibles respuestas a estas
demandas, da lugar al estrés. El estrés es pues definido como una relación particular
entre el individuo y su entorno, donde lo crucial es la percepción del
potencial peligro del estímulo, el cual sobrepasa los recursos para hacerle
frente. Esto demanda un esfuerzo de adaptación para responder a esa exigencia.
Permanentemente en nuestra vida nos
enfrentamos con situaciones estresantes: conflictos y exigencias laborales,
inestabilidad económica, inflación, tránsito, piquetes, inseguridad,
organización familiar, etc. El estrés produce cambios fisiológicos que preparan
al organismo para enfrentar al estímulo amenazante, lo preparan para la lucha o
huida. El cuerpo produce sustancias químicas para obtener fuerza y energía
extras; aumenta la presión arterial, el ritmo cardíaco y la frecuencia
cardíaca, la sangre se dirige a los músculos y al cerebro. Además se inhiben
las funciones que no son necesarias en ese momento.
Esta reacción química ante el estrés
es un proceso fisiológico que evolucionó a lo largo de millones de años.
Vivimos tres millones de años en la selva, tres mil años en la granja,
trescientos en la fábrica y solo unos sesenta con la tecnología moderna. Por
esto la gente reacciona a los problemas de hoy con las respuestas primitivas de
ayer. Cuando el estrés era primordialmente físico, cuando nuestros antepasados
luchaban contra tigres, por ejemplo, realmente tenían que luchar o huir para
sobrevivir. En la mayoría de los casos hoy, el estrés es de naturaleza
diferente. Hoy lidiamos con problemas del mercado, domésticos, laborales….
El estrés de hoy se debe, en parte a
los estilos de vida modernos. La tecnología ha revolucionado de manera radical
nuestras vidas: lo que necesitamos saber, los problemas a resolver, los
aparatos y aplicaciones digitales…han expandido nuestros mundos personales. Se
estima que en la actualidad nos enfrentamos con mil veces más acontecimientos
que nuestros abuelos. Pero el tiempo que contamos para tomar decisiones sigue
siendo el mismo. Y las relaciones personales, que podrían ayudarnos a encontrar
un sentido de pertenencia, con frecuencia son frágiles, cambiantes y complejas.
Este conjunto de reacciones del
organismo representa una respuesta de emergencia para enfrentar el estímulo
peligroso, para luego retornar al equilibrio. Es un mecanismo diseñado para
actuar de forma aguda, como una reacción de corta duración. El problema
sobreviene cuando la respuesta de estrés se prolonga en el tiempo o se presenta
con tal frecuencia que el individuo no puede retornar a sus valores normales.
Es cuando hablamos de estrés crónico.
Las señales del estrés crónico son
tan familiares como perturbadoras: desde tensión muscular, dolores de cabeza,
colon irritable, ansiedad, insomnio hasta patologías más severas como
trastornos psiquiátricos, cardíacos, entre otros. Tenemos la impresión de que
la vida es una lucha, una persistente sensación de pérdida, de estar atrapados,
desesperados e impotentes para obtener nuestros objetivos.
¿QUÉ PODEMOS HACER?
· Soy pasional,
no puedo manejar mis emociones.
· En la familia
somos así, nos afecta todo.
· Estoy
desbordado, no puedo hacer nada.
· Cómo no vamos
a estar mal, si nos pasa de todo.
Estos
pensamientos son característicos de las personas afectadas por estrés.
Pero así como
esos pensamientos y creencias se han aprendido, se pueden reaprender otros
modos de interpretar los acontecimientos, más realistas.
Ocuparse de
las cosas que le interesan, contribuye a que se logre una buena alianza entre
cada uno y su entorno. Cuando uno sabe lo que quiere, lo que puede
hacer y lo que su ambiente le ofrece, puede tener una visión más realista
con sus expectativas y decisiones.
El conocimiento es el primer paso para
lograr el autocontrol.
Actualmente
contamos con estrategias para aprender a reducir el estrés que depende de cada
uno, y amortiguar el impacto de los estímulos que no controlamos.
No podemos
anular el estrés, pero sí podemos vivir mejor si lo manejamos de manera
adecuada.
Lic. Verónica
Tamburelli