Se llaman adicciones comportamentales a una serie de trastornos que se ubican entre las adicciones y el trastorno obsesivo compulsivo, vinculados a actividades humanas diversas, a menudo placenteras, no relacionadas con la ingestión de sustancias químicas.
En este tipo de problemática los individuos se ven compelidos a efectuar determinados tipos de actos, tales como jugar por dinero, hacer compras, permanecer frente a la computadora u otros dispositivos (tablets, teléfonos celulares) online todo el tiempo, y algunas otras, como mencionaremos más adelante.
Se parecen a una adicción en el sentido que, así como un verdadero adicto necesita las drogas, las personas que padecen una adicción comportamental no pueden dejar de repetir la conducta (jugar, comprar, chequear los mails, entrar a las redes sociales, etc) una y otra vez. Si no lo hacen presentan niveles de ansiedad muy intensos que sólo se calman cuando se genera la conducta.
A continuación describiremos las principales adicciones comportamentales:
Juego Patológico (Ludopatía)
Se pueden distinguir 2 tipos de conductas de juego:
- El juego como entretenimiento o pasatiempo (aquí no hay intervención del dinero).
- El juego como procedimiento donde se arriesga algún bien, se consigue o se pierde dinero u otro tipo de ganancias.
Es este segundo tipo de juego el que ha facilitado la aparición de conductas problemáticas conocidas como adicción al juego, juego patológico o ludopatía.
El juego patológico es una enfermedad adictiva en la que el sujeto es empujado por un incontrolable impulso de jugar. El impulso persiste y progresa en intensidad y urgencia consumiendo cada vez más tiempo, energía y recursos emocionales y materiales del individuo.
Cabe destacar 3 características típicas de esta conducta problemática:
- La persona se ve obligada a jugar dominada por una urgencia psicológicamente incontrolable.
- Es un trastorno persistente y progresivo de la conducta. Genera dependencia emocional.
- Afecta severamente la calidad de vida del que lo padece.
Es importante tener en cuenta la diferencia entre los distintos tipos de jugadores, con la finalidad de poder hacer una detección precoz de la problemática:
- Jugador social: es quien juega de manera ocasional o regular, por entretenimiento o satisfacción. Tiene control total sobre la conducta de juego y puede abandonarla cuando desea.
- Jugador problema: realiza una conducta de juego frecuente o diaria con un gasto habitual de dinero (en ocasiones excesivo). Tiene menos control de la conducta y es, por esto, una persona con riesgo potencial a convertirse en jugador patológico.
- Jugador patológico: presenta una dependencia emocional del juego, perdida total del control de dicha conducta e interferencia con el desarrollo normal de su vida cotidiana.
Compradores Compulsivos
Es otra de las adicciones comportamentales más frecuentes. La caracteriza el deseo irresistible por comprar algo sin que exista una necesidad real de tal objeto. Suele estar asociada con trastornos depresivos y baja autoestima.
Se presenta en el 2 a 8% de la población, y en un 80% en mujeres. Muchos autores consideran que esta diferencia no es real y que obedece al mayor reconocimiento de las mujeres acerca de su problema.
Los afectados a menudo están preocupados por las compras y gastos y suelen dedicar mucho tiempo a estos comportamientos. Describen un creciente nivel de urgencia o ansiedad que desemboca en un sentimiento de plenitud cuando se hace una compra.
Concretar una compra les genera una satisfacción inmediata. Puede ocurrir que, por vergüenza, los objetos comprados sean destruidos o escondidos. Este sentimiento de culpa sólo se alivia con una nueva compra. El comprador compulsivo se ve, así, atrapado en una especie de círculo vicioso. Las emociones negativas como la ira y la tensión conducen a comprar. La compra conduce a sensaciones de angustia y ánimo deprimido a corto plazo, sensaciones que sólo se superan a través de una nueva compra.
Adicción al uso de Internet
Existen diversos tipos de adicciones comportamentales relacionadas directamente con la necesidad obsesiva de estar conectados a internet. La adicción a las pantallas incluye también los videojuegos, el teléfono móvil e internet en sus diversas modalidades (juegos en línea, cibersexo y redes sociales).
Es una adicción real, frecuente, preocupante y globalizada. Sobre todo en jóvenes varones con los problemas típicos de la adolescencia, personalidades introvertidas, u otros trastornos como el trastorno atencional, depresión, etc. Según diversos estudios, afectaría a un 8 a 10% de los usuarios habituales de internet.
El abuso afecta la salud física (posturas, visión) y psíquica (obsesividad, ansiedad, abstinencia). Se da la curiosa circunstancia de que existen muchas páginas web para su detección, prevención y tratamiento. Sin embargo, en la asistencia sanitaria común es difícil detectarlo, ya que las personas afectadas no suelen aceptar su problema, y menos aun sentirse enfermas y los familiares que se percatan no saben qué hacer.
Estar permanentemente expuesto a un exceso de conexión provoca fatiga (que disminuye la capacidad de resolver problemas), ansiedad y pérdida de memoria y de atención.
Estas conductas no sólo afectan las relaciones personales sino que, además, perjudican el rendimiento general, con severa dificultad en la concentración en las tareas concretas y reales. Las actividades cotidianas se ven afectadas o interrumpidas por las alertas de mensajes de textos, mails o avisos de redes sociales. Hay compulsión por leer correos y angustia o ansiedad frente a la posibilidad de perder un mensaje “importante”. Se crea el hábito de hacer varias cosas al mismo tiempo y disminuye la capacidad de disfrute, la productividad y la eficiencia.
Adicción al Trabajo (Workaholic)
La adicción al trabajo se define como la implicación excesiva y progresiva de la persona en su actividad laboral, sin control ni límite, y abandono de actividades que antes realizaba. Este exceso de implicación no se explica por necesidades laborales objetivas, sino por necesidad psicológica de la persona afectada. Comprende a aquellos trabajadores que, de forma gradual, pierden estabilidad emocional y se convierten en adictos al control y al poder, en un intento por lograr el éxito.
Es una de las adicciones comportamentales más aceptadas y justificadas socialmente y el laboradicto tiende a negar su problema. Generalmente son personas perfeccionistas.
No hay una definición médica para tal condición, emparentada con el síndrome de burnout (síndrome del quemado). Sin embargo, algunas formas de estrés y el trastorno de personalidad obsesivo-compulsiva pueden estar relacionados con el exceso de trabajo. Aunque el término workaholic tiene una connotación negativa, se usa a veces para personas que expresan fuerte motivación hacia una carrera u oficio.
El “trabajo” en cuestión, usualmente asociado a un empleo pagado, puede también hacer referencia a actividades tales como deportes, música o artes.
Aunque se observa en ambos géneros, afecta en su mayor parte a profesionales varones entre 35 y 50 años, profesionales liberales y mandos intermedios, en los cuales la adicción al trabajo suele disimular problemas afectivos en la familia o en la pareja.
En estas personas el trabajo constituye el centro de su vida y su refugio, quedando todo lo demás, incluida la familia, el ocio y la vida social, en un segundo plano. Resulta habitual que lleven trabajo a casa para acabarlo por la noche o los fines de semana y pueden mostrar algo parecido a un síndrome de abstinencia durante las vacaciones. Son personas insatisfechas o irritables cuando están fuera del trabajo.
Las consecuencias más graves de son: relaciones familiares deterioradas, tendencia al aislamiento, malhumor, desinterés por las relaciones interpersonales no productivas y problemas de salud. Además, puede observarse consumo abusivo del alcohol y tabaco, tiempo libre muy reducido y alteraciones del sueño.
El adicto al trabajo suele negar el problema, evidenciando una distorsión en la apreciación de la realidad apoyada a menudo por el consenso social, ya que el trabajo intenso en general está bien visto, escapando a los observadores su carácter patológico.
Resulta obvio que no toda dedicación intensa al trabajo es adicción. Puede haber personas que trabajan mucho pero que saben desconectarse en su tiempo libre.
¿Como podemos tratar las Adicciones Comportamentales?
Existen diferentes técnicas con las cuáles podemos intervenir en los casos de juego patológico. Mencionaremos brevemente las más eficaces:
- Exposición con prevención de la respuesta y control de estímulos: consiste en exponer a los sujetos a situaciones que generaron adicción, pero sin permitirles jugar, o comprar o conectarse a internet, por ejemplo, y facilitando que realicen conductas alternativas.
- Terapia Cognitiva: la persona con una adicción comportamental presenta sesgos o distorsiones cognitivas con respecto al juego, a las compras a ala tecnología etc. Este abordaje consiste en lograr que el paciente identifique estos errores y genere alternativas de pensamiento más racionales.
Se pueden utilizar algunos psicofármacos con buenos resultados, siempre como complemento de la psicoterapia, nunca de manera aislada. Está por demás decir que la medicación debe estar indicada y controlada por el médico psiquiatra.
Dr. Enzo Cascardo
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