Los problemas de ansiedad son muy comunes. Cerca de una persona cada diez consulta a un médico en algún momento de su vida porque se siente tenso, preocupado o ansioso. Muchos otros padecen otros problemas que también pueden ser consecuencia de la ansiedad.
La ansiedad afecta tanto a la mente como al cuerpo. Se relaciona con emociones y estados mentales, tales como el miedo, la aprensión, sentirse “al borde del abismo”, alterado, con pánico, nervioso, o preocupado. También se relaciona con sensaciones corporales o síntomas, tales como tensión muscular, sudoración, temblores, “mariposas en el estómago”, respiración agitada, sensación de náuseas o mareo, diarrea, dolor de cabeza, dolor de espalda, taquicardia, etc.
La ansiedad es una reacción normal y saludable. Nos sucede a todos en momentos de peligro, o en situaciones preocupantes. Cuando uno está ansioso, se produce una activación del sistema nervioso que produce los síntomas antes mencionados. Esta activación puede ser una ventaja. Significa que uno está preparado para la acción y capacitado para responder de manera rápida, si así lo necesita. Cantidades moderadas de ansiedad mejoran su performance en momentos difíciles. Un jugador de fútbol que no se sintiera nervioso en un partido o un estudiante que no sintiera cierta urgencia antes de un examen, no podrían rendir óptimamente.
La ansiedad se transforma en un problema cuando aparece en momentos donde no hay un peligro real o cuando persiste aún después de la culminación de un período de estrés. Si la ansiedad aparece cuando no debe aparecer, es desagradable, por los síntomas que genera. Aquí es donde la ansiedad comienza a interferir con la vida diaria de las personas y se vuelve necesario aprender a controlarla.
Los síntomas físicos de la ansiedad son atemorizantes. Hacen que uno piense que algo anda mal con nuestro cuerpo o que uno está expuesto a un peligro real. Preocuparse acerca de la posibilidad de estar enfermo o de que algo terrible pueda suceder causa más ansiedad. Esto origina aún más síntomas físicos.
Se crea un círculo vicioso que empeora la ansiedad.
Uno también puede notar que comienza a esperar sentir ansiedad. A esto lo llamamos ansiedad anticipatoria. Preocuparse por sentir ansiedad puede generar que la ansiedad aparezca. Este es el segundo círculo vicioso.
Tenemos que recordar que la ansiedad es una reacción normal. Uno no puede eliminarla completamente de su vida, pero sí se puede aprender a manejarla y controlarla.
¿Por qué comienzan los síntomas de ansiedad?
Usualmente hay una combinación de causas. Algunas de las más importantes son:
- El grado de estrés
La ansiedad puede comenzar en alguna etapa donde la persona esté atravesando momentos de mucho estrés. Uno puede tener un único gran problema, o puede tener varios problemas menores que suman hasta generar un alto grado de estrés.
- El tipo de personalidad que uno tenga
Algunas personas parecen tener una habilidad natural para manejar satisfactoriamente situaciones de estrés. Otras pueden tolerarlas menos, y son más propensas a reaccionar con ansiedad.
La baja tolerancia al estrés no significa que uno no puede ser ayudado. Por el contrario, aquellos con una baja tolerancia al estrés suelen mejorar luego de aprender a manejar mejor las circunstancias estresantes. La psicoterapia Cognitivo Conductual cuenta con programas específicos para el manejo del estrés.
Una de las consecuencias más importantes de la ansiedad patológica es la evitación. Las personas comienzan a evitar cosas que relacionan con la ansiedad.
Es normal evitar situaciones peligrosas, pero la ansiedad es un problema cuando uno tiende a evitar cosas que no constituyen un peligro real. Las cosas que usualmente se evitan cuando se padece ansiedad son lugares donde hay mucha gente, negocios o el encontrarse con determinadas personas, etc. Estas situaciones representan una parte importante de nuestra actividad cotidiana, por lo que la conducta de evitación puede causar un gran deterioro en la calidad de vida de la persona.
Algunos tipos de evitación son menos obvios que otros. Algunas personas posponen hacer cosas que deberían hacer. Otros, se paralizan pensando en sus dificultades y problemas y “no hacen nada”.
Desafortunadamente, aunque evitar algo puede causar alivio, no siempre es la solución, porque:
- El alivio es sólo temporario. Luego uno comienza a preocuparse acerca de cómo se las va a arreglar para poder seguir evitando.
- Cada vez que usted evita algo, dificulta el poder enfrentarlo la próxima vez.
- Gradualmente, usted incrementa la necesidad de evitar más y más cosas.
Todos los especialistas coincidimos en la importancia de la consulta temprana. Cuando más tiempo pasa, más se generalizan las conductas de evitación y de reaseguro, y más difícil resulta eliminarlas y restablecer un patrón de conducta normal.
Lic. Cecilia Veiga