Habitualmente, a lo largo del día, juzgamos, discriminamos, etiquetamos, interpretamos y valoramos situaciones, personas o hechos. Esto forma parte de un “diálogo interno” que fluye intensamente y experimenta cada uno de nosotros. A veces, tomamos conciencia de ello y otras veces no. Este auto-diálogo es de características diferentes a cualquier charla que podríamos tener con otra persona, puesto que no hay filtros ni censura. Pongamos un ejemplo: una persona no consigue un puesto laboral importante y les dice a los demás: “…es una pena, pero seguiré buscando algo acorde a mis capacidades, por algo las cosas no suceden…” aunque internamente piense “ soy un fracasado, no sirvo para nada, nunca más aparecerá una posibilidad laboral tan buena…”
Aaron Beck, creador de la Terapia Cognitivo Conductual, denominó estos fenómenos, como “Pensamientos Automáticos”.
Los pensamientos automáticos surgen, básicamente, de las creencias.
Creencia es lo que se piensa sobre algo. Generalmente forman parte de los rasgos de la personalidad, y habitualmente no se reconoce su presencia. Estas creencias son ideas valoradas por la persona como verdades absolutas, y en base a ellas se planea qué hacer o dejar de hacer. Pocas veces son analizadas para confirmar, no sólo si son ciertas, sino también si resultan de utilidad en ese momento y para esa situación. Entonces, si la duda no aparece y este análisis no se realiza, sigue vigente el pensamiento automático negativo, y sin darse cuenta, cualquier persona puede desperdiciar y/o bloquear otras capacidades.
Las creencias más firmes son interpretaciones tan arraigadas y profundas que las personas frecuentemente no las expresan ni aún a sí mismas, no tienen clara conciencia de ellas. Están desarrolladas desde la infancia, y consisten en definiciones, evaluaciones o interpretaciones de sí mismos, de los demás y del mundo.
Formas de pensamientos automáticos distorsionados más frecuentes:
- Magnificación/minimización. (magnificar lo negativo y minimizar lo positivo).
- Adivinación del futuro (catastrofización)
- Descalificar o descartar lo positivo.
- Razonamiento emocional (“yo me siento así, por consiguiente soy así”)
- Explicaciones tendenciosas.
- Rotulación (etiquetar).
- Pensamiento “de todo o nada”
- Filtro mental (abstracción selectiva)
- Generalización
- Expresiones con “debe” o “debería” (exigencias, demandas).
- Visión en túnel (considerar algunas señales del medio, excluyendo otras)
Si se comienza a confrontar a estos pensamientos, a preguntarse si realmente “es así lo que creo”, o cuáles son los fundamentos de estas "verdades", se pueden descubrir las creencias básicas que los sustentan, y cambiarlas.
La terapia cognitiva se basa, entre otras cosas, en explicarle al paciente el mecanismo de los pensamientos automáticos.
Mediante el tratamiento ayudamos al paciente a reconocerlos, a vislumbrar las creencias de base y le proponemos el desafío de dudar de ellas y así comenzar un proceso para modificarlas, que llevará a un cambio más profundo, trabajando en el concepto de auto-eficacia (creencia en la propia habilidad para afrontar y superar los miedos), y poder relacionarse de una forma más sana con sí mismo y su entorno social.
Dra. Carolina Quantin