lunes, 26 de febrero de 2018

La medicación me hace bien pero… ¿cuándo puedo dejarla?

Claudia de 42 años consulta por ataques de pánico, derivada por su psicóloga. Dice: “la estoy pasando muy mal, nunca tomé nada y no me gusta la medicación, pero no doy más, necesito ayuda”.  No puede ir a trabajar ni llevar a sus hijos al colegio.
Al avanzar en la primera entrevista comenta que toma levotiroxina para el hipotiroidismo y enalapril para la hipertensión. “Eso sí sé que no lo puedo dejar nunca, es diferente, tengo que tomarlo sí o sí”. Claudia nunca tuvo síntomas clínicos de hipotiroidismo o hipertensión, ambas patologías fueron descubiertas en controles médicos de rutina. Sin embargo, pudo comprender la importancia de tomar esta medicación “de por vida”. Respecto al tratamiento psicofarmacológico dice: “tengo miedo a la medicación. No quiero volverme adicta. ¿Cuándo voy a dejarla?”
¿Por qué hay pacientes que dicen sentirse muy mal, que aún no iniciaron el tratamiento farmacológico y ya están pensando en cuándo dejar la medicación?
Hoy en día los efectos adversos de la medicación utilizada para los trastornos de ansiedad suelen ser leves, no peligrosos, y en la mayoría de los casos desaparecen durante la primera semana. Para evitar o disminuir esos efectos es fundamental que la medicación sea manejada por un especialista, comenzar con dosis bajas y aumentarlas progresivamente hasta lograr la remisión del cuadro. Es el o la psiquiatra quien sabe los tiempos que tarda en hacer efecto la medicación, con qué frecuencia debe ser indicada y los posibles efectos adversos (diferenciándolos de los síntomas ansiosos del paciente).

Sofia de 24 años inició tratamiento por pánico y agorafobia hace dos meses. Ingresa a la consulta contenta por haber podido retomar la facultad, rendir y no perder ninguna materia. La paciente nota una gran mejoría, aunque aún no logra viajar sola en subte, pero sin embargo manifiesta deseos de dejar la medicación, aun cuando no presenta ningún efecto adverso. “Ya está, con esto soy feliz, pensé que nunca iba a volver a soportar una clase entera.”
¿Por qué muchos pacientes a pesar de sentirse mejor con la medicación psiquiátrica quieren dejarla?
Una vez que el paciente logra la remisión del cuadro (es decir, la reducción del 90 al 100% de los síntomas) se debe realizar una fase de mantenimiento (algunos meses) con la misma dosis que logró la mejoría, así como cualquiera de nosotros continúa el tratamiento antibiótico por el tiempo indicado a pesar de haber dejado de presentar dolor o fiebre a los pocos días. La medicación continúa actuando en nuestro cerebro. Un tratamiento abandonado antes de tiempo no es un tratamiento completo y el paciente tiene altas chances de recaída.

Martín, 45 años. Hace dos años que realiza tratamiento por trastorno de ansiedad generalizada (TAG). Consultó por preocupación excesiva, pensamiento catastrófico, contracturas e insomnio. Actualmente no presenta efectos adversos a la medicación. Realiza controles psiquiátricos cada dos meses  y psicoterapia semanal. En las últimas consultas apenas entró al consultorio dijo: “doctora estoy bien pero por favor no me saque la medicación”.  Hace seis meses, cuando se intentó retirar la medicación, no presentó ninguna recaída pero reconoció no dormir tan bien como antes y estar levemente más irritable, por lo que acordamos retomar a la dosis mínima de medicación para sostener la mejoría.
En el otro extremo están quienes presentan temor a dejar la medicación. ¿Hace mal tomar medicación durante mucho tiempo?
En la actualidad, no hay contraindicaciones para el uso de psicofármacos específicos para los trastornos de ansiedad a largo plazo. De hecho, muchos pacientes se benefician con esto. Podría ser el caso de aquellos que presentaron cuadros muy severos desde el inicio, que tardaron mucho tiempo en recuperarse o que presentaron varios episodios similares a lo largo de su vida. La dosis de medicación en la fase de mantenimiento suele ser menor a la del inicio del tratamiento. También, como mencionamos anteriormente, la medicación continúa actuando y posee un efecto preventivo de futuras recaídas.

Los tratamientos de los trastornos de ansiedad suelen durar en promedio entre 12 y 18 meses. Sin embargo cada caso debe ser evaluado de manera particular.
Por todo lo mencionado, en caso de tener alguna inquietud o miedo respecto a la medicación, o querer dejarla, es fundamental consultarlo con un especialista en ansiedad.

Dra. María Laura Liceaga


lunes, 8 de enero de 2018

Adicción al trabajo

La adicción al trabajo es considerada como una adicción comportamental, o un trastorno adictivo no relacionado con la ingesta de sustancias. Algunos de los componentes esenciales de los trastornos adictivos son la falta de control, la dependencia y la negación del problema por parte de la persona afectada.
En el caso de la adicción al trabajo, hábitos de conducta en apariencia inofensivos y con frecuencia aceptados socialmente, potenciados por el uso de la tecnología que permite que se pueda trabajar en cualquier momento y lugar, pueden convertirse en problemáticos e interferir en la vida diaria. La interferencia se manifiesta en irritabilidad, apuro constante, impaciencia, falta de atención a necesidades de salud y dificultad tanto en las relaciones interpersonales como en encontrar tiempo para tomar vacaciones o para el esparcimiento y diversión.

En quienes suelen sobreimplicarse en el trabajo, pueden presentarse las siguientes características:
• Alta importancia y significado del trabajo, es decir, el trabajo suele ser lo más importante en sus vidas.
• Necesidad de control con la consecuente dificultad para delegar.
• Perfeccionismo.
• Autovaloración dependiente de los resultados del trabajo: si logran una actividad exitosa, la autoestima es alta, pero cuando ocurre lo contrario manifiestan baja tolerancia a la frustración y se autoevalúan negativamente. También se juega el reconocimiento social a través del éxito laboral.
• Determinada actitud hacia el trabajo más que cantidad de horas trabajadas. Continúan pensando en sus tareas aún fuera de horario. Esto es importante ya que hay personas que deben trabajar muchas horas por necesidades económicas. Sin embargo, en cuanto terminan su trabajo, sus deseos son de esparcimiento y de realizar actividades familiares o sociales, a diferencia de los que están sobreimplicados laboralmente. No toda dedicación intensa al trabajo implica una adicción. Hay personas muy trabajadoras que disfrutan su labor, son muy productivas y tratan de balancearlo dedicándole tiempo a actividades de ocio.
• Dificultad para trabajar en equipo: les importa más su éxito personal que las relaciones con colegas o la producción grupal.
• Descuido de las relaciones familiares y sociales. 
Desinterés por las relaciones personales que no tengan 
un fin laboral.

• Van a trabajar aún estando enfermas o enfermos.
• Frecuentes síntomas somáticos como hipertensión, cervicalgias, trastornos del sueño, gastritis, mala alimentación, estrés.
Tratamiento:
Suele ocurrir que las personas sobreimplicadas con su trabajo sean reacias a tratarse, ya que socialmente el ser muy trabajador está bien conceptuado. Hay usualmente una negación inicial del trastorno.
Los motivos de consulta pueden estar relacionados con desavenencias familiares, complicaciones laborales, síntomas somáticos o la toma de conciencia de la falta de interés fuera del ámbito laboral, ya sea en lo social como en lo lúdico, artístico o deportivo.
En la mayoría de los tratamientos de adicciones, la abstinencia favorece la recuperación. En este caso no es viable ya que los afectados y las afectadas deben seguir trabajando.
El aspecto central de la terapia en este caso se basará en trabajar con el paciente o la paciente la distribución adecuada del tiempo, así como también la re-evaluación de metas laborales y establecimiento de prioridades. Otros objetivos importantes son el poder delegar responsabilidades y decir que no a algunos compromisos de trabajo para, finalmente, lograr el incremento de sus actividades de ocio. El tratamiento también estará enfocado en trabajar para la mejora de la autoestima con estrategias para obtener una mayor tolerancia a la frustración.
La terapia cognitivo-conductual puede ser de gran eficacia en estos casos. Mediante tareas conductuales que apuntan a modificar el perfeccionismo excesivo y el control de estímulos, se puede lograr una re-estructuración cognitiva con el consecuente resultado de un pensamiento más flexible. El objetivo es que el paciente desarrolle un mayor control de su ritmo de trabajo, logre disfrutar de su tiempo de ocio y de esta manera mejore su calidad de vida.

Lic. Laura Chouza