La llamada nomofobia
(término derivado del inglés, no-mobile-phone phobia), es una de las nuevas
fobias debidas a la tecnología que nos rodea.
Cada vez aumenta más el número de personas que muestran conductas dependientes a los nuevos recursos tecnológicos. Específicamente, la nomofobia se refiere al miedo de olvidarse el teléfono celular al salir de casa o a no tener la posibilidad, por diversos motivos, de chequear mensajes, mails, redes sociales, etc.
El celular ha cambiado muchas rutinas cotidianas, como leer el diario en el teléfono mientras se viaja, o chatear en la sala de espera de algún consultorio, mandar las invitaciones para la fiesta de cumpleaños por whatsapp mientras espero en la cola del supermercado, o enterarse de las novedades del facebook cada vez que aparece una notificación en la pantalla del celular.
Cada vez aumenta más el número de personas que muestran conductas dependientes a los nuevos recursos tecnológicos. Específicamente, la nomofobia se refiere al miedo de olvidarse el teléfono celular al salir de casa o a no tener la posibilidad, por diversos motivos, de chequear mensajes, mails, redes sociales, etc.
El celular ha cambiado muchas rutinas cotidianas, como leer el diario en el teléfono mientras se viaja, o chatear en la sala de espera de algún consultorio, mandar las invitaciones para la fiesta de cumpleaños por whatsapp mientras espero en la cola del supermercado, o enterarse de las novedades del facebook cada vez que aparece una notificación en la pantalla del celular.
Por supuesto que no está mal utilizar estos servicios como
beneficio personal ya que la mayoría son muy útiles y verdaderamente han
facilitado la realización de muchas actividades, el problema es cuando las
personas pasan más tiempo conectados a su teléfono móvil y esto acaba teniendo
consecuencias negativas en su ámbito social, familiar y laboral.
Hay que distinguir la persona que lo usa limitadamente, de
aquella que desarrolla un síndrome de abstinencia en caso de no poder tener
acceso a su celular, por haber generado dependencia produciendo irritabilidad,
nerviosismo y ansiedad cuando no se puede tener acceso inmediato al mismo.
El primer estudio sobre nomofobia, realizado hace cuatro
años en Inglaterra, demostró que el 53 por ciento de la población sufría de esta
condición.
Es claro que cada vez es más alta la posibilidad de
acceso a celulares y muchas veces puede
observarse la utilización de dos
teléfonos por persona (uno personal y otro laboral). La venta de equipos
(especialmente los llamados “smartphones”) ha aumentado el 100 por ciento y
sigue creciendo anualmente.
El 71 por ciento de
los argentinos que poseen un “smartphone” afirman que no saldrían de sus
hogares sin él, de
acuerdo al estudio “Our Mobile Planet” de Google.
Un estudio informa las diferencias por género y segmento etario y se ven
reflejadas en las actividades que realizan:
- El acceso a redes sociales y chats es más habitual entre los jóvenes y las mujeres.
- La búsqueda de información o consulta de mapas, guías, etc. es una de las principales actividades realizadas por los hombres y los más adultos.
- Las actividades realizadas con mayor frecuencia son el uso de aplicaciones: casi el 50 por ciento de los poseedores de teléfonos inteligentes las utiliza a diario e, incluso, más de una vez por día y el uso de buscadores (el 30 por ciento de ellos, los emplea en forma cotidiana).
Los distintos estudios coinciden en que
uno de los momentos de mayor uso del teléfono inteligente son los traslados.
Especialmente durante la mañana, en el camino del hogar al trabajo, facultad,
etc.
En conclusión, estas conductas no sólo afectan las
relaciones personales sino que, además, perjudican el rendimiento general, con
severa dificultad en la concentración en las tareas concretas y reales. Las
actividades cotidianas se ven afectadas o interrumpidas por las alertas de
mensajes de textos, mails o avisos de redes sociales. Hay compulsión por leer correos
y angustia o ansiedad frente a la posibilidad de perder un mensaje
“importante”. Se crea el hábito de hacer varias cosas al mismo tiempo y
disminuye la capacidad de disfrute, la productividad y la eficiencia.
Esta tendencia multitasking puede
provocar agotamiento frente a tareas cotidianas, desde quehaceres domésticos
hasta obligaciones laborales. No se discrimina cuál tarea es prioritaria,
dificultando así el poder realizarlas de manera adecuada.
En personas ansiosas esta habilidad de hacer todo al mismo
tiempo puede estar encubriendo exigencias desmesuradas de rendimiento,
incapacidad de delegar, expectativas perfeccionistas o rigidez cognitiva (“las
cosas deberían hacerse de tal manera” “si lo hago yo es mejor”) que aumentan el
estrés y predisponen a sufrir crisis de ansiedad.
Dra. Carolina Quantin
Médica del Staff del Centro IMA
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