A la ira se la define como la “Pasión del alma que mueve a la indignación y al enojo”. Se la asocia con estados de furia, tensión, agresión, bronca e irritabilidad.
Desde los
consejos populares, guardarse la ira o la bronca sería causal de enfermedades psicosomáticas. Generalmente se alienta la idea de expresar los sentimientos de
ira, así supuestamente la persona se sentiría mejor. Sin embargo, hasta ahora
no contamos con datos científicos que fundamenten esta idea. Si bien en
determinadas ocasiones es adaptativo expresar la ira, en la mayor parte de los
casos no ayuda.
Desde la
óptica de la psicología cognitivo conductual se plantea una tercera opción; ni
reprimirla ni expresarla. Se focaliza en el objetivo de dejar de sentir ira o
reducir su producción.
La ira es
una emoción, y es consecuencia directa de los pensamientos e interpretaciones
que hacemos de los hechos, no del hecho en sí. En la mayoría de los casos, la
ira es la consecuencia de sutiles distorsiones cognitivas.
Un
pensamiento distorsionado es irracional, es aquel que dificulta el
funcionamiento eficaz de la persona. Es un pensamiento dogmático y poco
funcional. La persona se evalúa a sí misma, a los demás y al mundo, de manera
rígida y poco flexible.
Una
técnica psicológica llamada reestructuración cognitiva ha demostrado
efectividad para reducir la frecuencia y la intensidad de la ira, así como
también de la ansiedad interpersonal y general, la angustia y el
perfeccionismo.
Se trabaja
en la terapia y se recogen datos fuera de ella, en diversos formatos.
Se
instruye al paciente a identificar los pensamientos, creencias, e
interpretaciones que hace de la realidad. La persona aprenderá a confrontarlos,
para decidir si son pensamientos racionales o distorsionados. En caso de
resultar distorsionados, el siguiente paso será clasificarlos. Las más
frecuentes son las etiquetas globales, los debería,
la interpretación del pensamiento, el pensamiento catastrófico y polarizado.
A
continuación se detallan las distorsiones más frecuentes en personas que
experimentan elevados niveles de ira:
Interpretación
del pensamiento
Se hacen
juicios repentinos sobre los demás. Sin mediar palabra, la persona sabe qué sienten los otros, y porqué se
comportan de la forma en que lo hacen. Generalmente pasan por alto que tales
conclusiones sólo son verdaderas para uno mismo, sin comprobar si son
apropiadas para los demás.
Polarizado
Se evalúan
los hechos o las personas de manera dicotómica. Las cosas se ven como blancas o
negras, buenas o malas. Las personas son perfectas o fracasadas, no existen
términos medios. No hay grises ni matices. No hay lugar para las
equivocaciones.
Catastrófico
Se espera
el desastre. Este tipo de distorsión, generalmente empiezan con las palabras "y
si…...(ocurre tal cosa...)". La lista de temas puede resultar interminable. Una
imaginación catastrófica fértil no tiene límites.
Etiqueta
global
Se
generalizan una o dos cualidades negativas para llegar a un juicio negativo
global. El rótulo ignora toda evidencia contraria, generando una visión
estereotipada y unidireccional.
Debería
La persona
posee listas de normas rígidas sobre cómo deberían actuar ellos y los demás.
Las personas que transgreden estas normas le generan enojo, hasta puede
sentirse culpable si las viola ella misma.
Por último
se busca, a través del tratamiento, generar estilos de pensamientos y creencias
más adaptativos.
A pesar
que diariamente estamos expuestos a muchos acontecimientos negativos, se
puede lograr reducir considerablemente la ira, y en ocasiones directamente no
sentirla.
¡Vale el
esfuerzo probarlo!
Lic. M.
Verónica Tamburelli
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