miércoles, 3 de diciembre de 2008

Preocuparse no siempre es bueno: algunas consideraciones sobre el Trastorno de Ansiedad Generalizada


“Hola, mi consulta es la siguiente, quisiera saber si lo que tengo es depresión o ansiedad. Mi problema es por el trabajo, surge cuando va a ver cambios o cuando hay menos pedidos o algo por el estilo, entonces empiezo a comerme la cabeza. ¿Dónde me pondrán? ¿Me cambiaran de turno? ¿Dónde voy conseguir otro trabajo?, etc. Pero lo peor es cuando llego a casa y no paro de preocuparme sobre lo que pueda pasar al día siguiente (si voy a ir al mismo sitio a trabajar, con qué gente etc.
Creo que tengo problemas de ansiedad, tengo todos los síntomas, no puedo comer tranquila, no puedo hacer sobremesa, empiezo a sentir un cosquilleo en todo el cuerpo y entonces me levanto. Fumo demasiado, tomo café, trato de resolver problemas laborales y de familia con mi esposo y mis hijas y no puedo, siento que por mi carácter se me va todo de las manos... no se más que decir...”

“El motivo de mi consulta es que, gracias a los distintos temas abordados en la web por ustedes, estoy comprendiendo que me encuentro inmersa en una de estas patologías, la cual, obviamente, se relaciona con la ansiedad o la angustia. Además de eso tengo problemas para dormir, tengo el sueño muy liviano y me levanto a la mañana toda contracturada y como si no hubiera descansado nada. Frecuentemente me olvido de las cosas. Este tema me esta causando problemas laborales ya que inclusive he llegado a perder documentaciones importantes”

“Mi consulta es porque a raíz de una operación de mi mamá, hace ya 2 años, tengo miedo y ante un simple síntoma de enfermedad de algún familiar no puedo dejar de pensar en algo grave. Tengo miedo a la muerte ya sea mía o de alguien cercano. Me volví irritable, malhumorada, lloro constantemente y me siento ansiosa. ¿Necesito ayuda? ”


Muchas personas, ante una sintomatología similar a la descripta, creen estar presentando una situación de estrés. Es más, muchos profesionales del área de la salud, ante consultas de este estilo, realizan un diagnóstico de estrés sugiriendo, de ese modo, algo así como “quédese tranquilo, usted está cansado, sobrecargado, no tiene nada que no se solucione con descanso, así que tómese vacaciones y volverá como nuevo”. Lo que suele suceder, en verdad, es que a la vuelta de las vacaciones estas personas están en similares o peores condiciones que cuando se fueron.
La realidad es que el conjunto de síntomas referido más arriba probablemente corresponda a un cuadro que desde el punto de vista clínico se parece al estrés, pero en verdad es bien distinto. Se trata de una patología denominada Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG), muy poco conocida a pesar de su elevada incidencia.
Se sabe que 60 de cada 1000 personas padecen esta enfermedad. Después de las fobias, constituye el trastorno de ansiedad más frecuente; su incidencia es de más del doble que la del pánico. Se presenta con mayor frecuencia en mujeres y suele iniciarse o hacerse más evidente en los comienzos de la vida adulta.
Una mejor denominación para el TAG sería “Trastorno por Preocupación Excesiva” ya que, justamente, ese es el nudo principal del problema, que estas personas ¡se preocupan todo el tiempo!
Es habitual que la mayoría de nosotros estemos preocupados por algo: la salud, nuestra seguridad o la de nuestros allegados, el futuro, la economía, el rendimiento laboral, lograr cumplir a tiempo con diversas obligaciones, etc. Pero las personas con TAG tienen un estado de preocupación muy intenso, persistente y difícil de controlar. Prácticamente no paran nunca de preocuparse.
Este exceso preocupación lleva a quienes la padecen a vivir en un permanente estado de tensión y de alerta (que se refleja en cansancio fácil, irritabilidad, impaciencia, inquietud, contracturas musculares, sueño poco reparador y dificultad para concentrarse), siempre anticipando la posibilidad de que ocurran hechos negativos en el futuro próximo. Por ejemplo: si deben salir con el auto una noche de lluvia, creen que es altamente probable que ocurra un accidente, si algún integrante de la familia demora en llegar, suponen que algo serio le habrá pasado, ¡aunque sólo lleve unos minutos de retraso! Si se han levantado con dolor de cabeza, ¿quién les garantiza que no sea la primera señal de un tumor en el cerebro, o de una meningitis?
Es decir, la persona con un Trastorno de Ansiedad Generalizada, cree que vive en un mundo amenazante, difícil de controlar, y se considera a sí misma como sin recursos suficientes para afrontar los problemas.
Suelen ser exageradamente responsables e hipercríticos. Es común que se ocupen de más cosas de las que les corresponden, al considerar que los demás no lo hacen como deberían (es decir, “como ellos lo harían”).
Los pacientes con TAG, debido a sintomatología física difusa (molestias que van y vienen sin conformar una enfermedad), al mal dormir, a las contracturas o al frecuente agotamiento, visitan con asiduidad los consultorios médicos de diversos especialistas en busca de un alivio que no llegará hasta que el diagnóstico acertado oriente el camino terapéutico a seguir.
Existen tratamientos específicos para el TAG, orientados a resolver la preocupación excesiva mediante diversas técnicas cognitivo-conductuales de probada utilidad para revisar y corregir el modo catastrófico en que la realidad es percibida y procesada.
También disponemos, hoy en día, de psicofármacos específicos orientados a atenuar los síntomas físicos, a favorecer un mejor descanso, a disminuir la elevada ansiedad cotidiana y a restablecer el estado anímico que con frecuencia, en casos como éstos, se encuentra deteriorado.

Dr. Enzo Cascardo
Dr. Pablo Resnik


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