domingo, 23 de octubre de 2016

¿Si el ataque de pánico se va, la ansiedad vuelve?

Juan tiene 25 años. Hace 6 meses comenzó con ataques de pánico. “Tenía taquicardia, opresión en el pecho, sensación de falta de aire, visión borrosa, entumecimiento de los brazos y piernas. Pensé que me moría, que iba a tener un ACV o un infarto. Fue horrible, tenía mucho miedo.”
En dos oportunidades se despertó en plena noche con un ataque de pánico. Realizó diversas consultas médicas, concurrió al clínico, cardiólogo y neurólogo. Finalmente, le indicaron tratamiento con ansiolíticos para calmar las crisis. Los ataques de pánico desaparecieron pero cada tanto tenía algunos síntomas y no volvió a ser el de antes.
“Tomo la medicación pero me siento cada vez peor, no puedo hacer nada, tengo miedo de que vuelvan las crisis”. “Mis padres piensan que soy un vago, mis amigos ya no me llaman.” “No voy a poder volver a trabajar”
Juan no solo no trabajaba, sino que apenas podía salir solo, a pocas cuadras de su casa. No viajaba solo en transporte público por temor a “descomponerme, que me agarren las crisis”. Casi todo el día estaba pendiente de su cuerpo y de sus síntomas.
Cada vez que se sentía mal tomaba ansiolíticos, pero el efecto duraba unas horas, aunque aumentara la dosis. La calidad de vida de Juan estaba totalmente afectada.

¿Qué es el ataque de pánico?
Llamamos ataque de pánico a la aparición repentina de un miedo intenso seguido de una serie de síntomas entre los que se cuentan:
1. Palpitaciones o taquicardia
2. Sudoración

3. Temblores o sacudidas musulares
4. Sensación de ahogo
5. Sensación de atragantamiento
6. Opresión o malestar en el pecho
7. Náuseas o molestias abdominales
8. Inestabilidad, mareo o sensación de desmayo
9. Sensación de irrealidad o despersonalización (sentirse desconectado del cuerpo)
10. Miedo a volverse loco o descontrolarse
11. Miedo a morir
12. Hormigueos o entumecimiento muscular
13. Escalofríos o sofocaciones 



¿Qué es el trastorno de pánico?
Es una enfermedad muy frecuente. Una de cada 30 personas la padecen. Suele comenzar entre los 20 y 30 años. Tiene un origen multifactorial (genética, neurobiología y factores de crianza y ambientales). No solo se caracteriza por los ataques de pánico sino por el miedo sufrir una nueva crisis: ansiedad anticipatoria (miedo al miedo). Esto afecta negativamente  la calidad de vida de las personas que lo padecen en amplios aspectos: académico, laboral, familiar y social.

¿Qué es la agorafobia?
Es una patología altamente asociada con el trastorno de pánico, y por lo general secundaria a este. Es el miedo intenso a sentirse solo, sin escape y sin poder recibir ayuda en caso de sufrir un ataque de pánico. Esto se suele generar en determinados lugares o situaciones como por ejemplo: subte, colectivo, avión, cine, shopping o aula. Las personas comienzan a evitar estos medios de transporte o situaciones. O las afrontan con alto malestar o acompañados.

En el caso de Juan
Ya no sufría ataques de pánico pero lo que condicionaba su vida era la ansiedad anticipatoria y la agorafobia. Y probablemente de seguir así, comenzará con síntomas depresivos.
Hoy en día, en la mayoría de los casos, puede lograrse la recuperación.  Sin embargo Juan no realizó tratamiento específico por un especialista en el tema y no recibió la medicación adecuada (combinación de ansiolíticos benzodiacepínicos con inhibidores selectivos de recaptación de serotonina, ISRS). Otro ausente fue la Terapia Cognitiva Conductual (TCC), pilar fundamental del tratamiento de los trastornos de ansiedad. La TCC incluye: psicoeducación del paciente y su familia, reestructuración cognitiva, técnicas de exposición y entrenamiento en relajación.

Dra. Laura Liceaga