sábado, 11 de enero de 2014

Todo depende de cómo interpretemos las cosas

La realidad no es algo a lo que podamos acceder de manera objetiva. Existen numerosas interpretaciones de lo que podemos llamar realidad, quizás tantas como personas existen.
La manera en que vemos, pensamos, entendemos las cosas, depende de múltiples factores: temperamento heredado, estilo de crianza de nuestros padres, experiencias de vida, etc. 

Todos estos elementos contribuyen a formar los filtros a través de los cuales vamos a leer el mundo que nos rodea y a nosotros mismos. Donde uno ve un problema, otro ve una oportunidad; donde alguien percibe peligro, el de al lado asume un desafío; quien es rechazado aquí, es aceptado más allá.

La Terapia Cognitiva se basa en este principio para conceptualizar los trastornos psicológicos y los problemas de conducta. La idea es que no vamos a sentir y actuar en función de los hechos que suceden, sino como consecuencia de cómo pensemos dichas situaciones. Elaboramos esquemas con los que interpretamos la información del medio externo e interno. Cuando alguna de dichas estructuras cognitivas es demasiado rígida, se basa en prejuicios infundados o tiene algún tipo de distorsión, se transforma en fuente de malestar para la persona y su entorno.

En las personas que padecen trastornos de ansiedad, es habitual encontrar distorsiones a la hora de interpretar al entorno y a sí mismo. El mundo, o cierta porción de él, es visto como un lugar excesivamente amenazante y el propio sujeto se percibe sin herramientas para hacerle frente, con un alto grado de vulnerabilidad.

El proceso terapéutico que aborde la ansiedad y sus trastornos específicos deberá, en principio, comprender muy bien cómo se configuran estas distorsiones en cada paciente. A qué teme, de qué manera, con qué formas de afrontamiento desde lo conductual; para luego poder planificar las estrategias necesarias que intenten modificar esas interpretaciones erróneas y las consecuentes conductas disfuncionales que mantienen el problema.

El objetivo, en última instancia, es lograr que el paciente incorpore la noción de que la manera en que está viendo las cosas es una de las tantas posibles, no la única, no la verdadera, pero sí una que lo hace sufrir. Allí es donde se abre la puerta para el cambio.

Lic. Diego Tzoymaher