viernes, 28 de octubre de 2011

La Medicación: Mitos y Realidades



Muchas veces nos preguntan si es mejor tomar medicación o cuál es el mejor fármaco para tratar determinado trastorno, como si existiera una pastilla milagrosa capaz de quitar de una vez y para siempre un trastorno de ansiedad. ¡Nada más alejado de la realidad!

Pero entonces, ¿qué papel juega la medicación en el tratamiento de la ansiedad y el pánico?
Lo primero que diremos es que, el lugar que ocupa la medicación no es el que la mayoría de las personas que están en tratamiento le atribuyen.
Es importante asociar la medicación apropiada a una psicoterapia específica, la integración de ambas modalidades ha demostrado los resultados más eficaces en los estudios internacionales realizados sobre este particular.
Los procesos de la mente se llevan a cabo en el cerebro, éste es el órgano con el cual pensamos, sentimos y actuamos, tanto de manera conciente y voluntaria como inconciente e involuntaria.
Es decir, es imposible concebir a la mente y al cerebro por separado y más, cualquier acción terapéutica que se lleve a cabo en el cerebro (por ejemplo, la toma de una determinada medicación) va a terminar provocando cambios en la mente, en nuestros pensamientos, sentimientos y acciones (comportamientos, conducta).
A su vez, las psicoterapias, al actuar sobre los procesos mentales a través del aprendizaje, terminan generando cambios en el cerebro (en la arquitectura y el funcionamiento de las neuronas).

¿Qué sucede con la medicación después de que uno la ingiere?
Se absorbe en el tubo digestivo (estómago, intestinos), es decir, atraviesa sus paredes y entra a la sangre. Una vez allí, la mayoría de las drogas pasa por el hígado, se transforman en principios activos, y desde ahí, se distribuyen hacia el sistema nervioso.
Los psicofármacos actúan directamente sobre las neuronas (unidad anatómica y funcional del cerebro y de otras estructuras del sistema nervioso). Esta acción se ejerce sobre unas proteínas ubicadas, en la mayoría de los casos, en la superficie de las neuronas, llamadas receptores.
Imaginemos la acción de un fármaco sobre su receptor como una llave (fármaco) actuando en una cerradura (receptor) y provocando, mediante la apertura de esa cerradura, un efecto.

Normalmente, sobre ese receptor actúan muchas sustancias llamadas neurotransmisores (adrenalina, noradrenalina, serotonina, entre otras), justamente porque transmiten el estímulo (señal, mensaje, información) de una neurona a otra neurona.

La unión del neurotransmisor (o del fármaco) con su receptor, a su vez, desencadena una serie de acontecimientos moleculares (muy complejos como para explicar en pocas palabras) en el interior de las neuronas, que terminan por producir cambios en la expresión de los genes y, en consecuencia, en la arquitectura y el funcionamiento de las neuronas. Así, este grupo de neuronas comienzan a trabajar mejor, a procesar la información de manera más conveniente, generando conductas más adaptativas (por ejemplo no evitar un ascensor, estar en un cine, poder estar lejos de casa, preocuparse menos, etc.)

Otro mito al que nos enfrentamos con frecuencia es el siguiente:
“¿Tengo que tomar medicación de por vida?”
Cuando iniciamos un tratamiento con fármacos de ninguna manera manejamos como hipótesis que el mismo sea “de por vida”. En los casos en que el paciente atraviesa por la última etapa (de reestructuración cognitiva) de la Terapia Cognitivo Conductual, se puede, después de un lapso de aproximadamente un año y medio, ir retirando paulatinamente la medicación hasta interrumpirla por completo.

También nos preguntan a menudo sobre si la medicación puede generar adicción.
Tenemos que tener en cuenta lo siguiente, una situación es que necesitemos continuar tomando medicación porque el trastorno todavía está presente y, a pesar de estar haciendo una vida prácticamente normal y con síntomas menos intensos, persiste el miedo a tener una crisis de pánico, y otra situación bien diferente es la dependencia física o psicológica que pueden generar estas sustancias.
Hecha esta aclaración, podemos responder a la inquietud: si la medicación se interrumpe paulatinamente, y con control del médico psiquiatra (condición sine qua non) la posibilidad de un síndrome de abstinencia es muy baja o, más bien, nula.

Recordemos, entonces, lo siguiente:
1. La pastilla milagrosa no existe.
2. No es lo mismo utilizar cualquier tratamiento, hay determinados fármacos que han demostrado eficacia significativa en estudios diseñados para tal efecto, mientras que otros se utilizan por consejo de personas que no están capacitadas para evaluar que tratamiento es el más conveniente.
3. La medicación, en la gran mayoría de los casos, no tiene porqué tomarse de por vida.
4. Siempre debe estar indicada por un médico psiquiatra, quien debe ser, además, el encargado del seguimiento periódico del paciente.
5. Los psicofármacos, si se interrumpen de manera planificada y adecuada, no tienen por qué provocar un síndrome de abstinencia.
6. La medicación de ninguna manera reemplaza a la terapia cognitivo-conductual, sino que la complementa y mejora su eficacia, tal como lo muestran muchas investigaciones.
7. Tomar un psicofármaco, cuando es necesario y si está controlado por el médico, no sólo no es malo, sino que, por el contrario, es bueno, ya que acrecienta las probabilidades de recuperarse de una patología que afecta la vida normal.
8. Es un error pensar que solo los pacientes que están muy mal son los que toman medicación y, por el contrario, los pacientes mas leves no toman. Pues, la medicación se indica en base a otros parámetros, que generalmente no tienen que ver con la intensidad del trastorno.

Dr. Enzo Cascardo