miércoles, 15 de julio de 2009

Gripe A ¿Hasta dónde preocuparse?

Por estos días son frecuentes las consultas que nos efectúan desde los medios de comunicación sobre la supuesta fobia o psicosis por la gripe A (H1N1) que existiría en la población.

Esta pregunta nos lleva al tema más amplio de la preocupación por la salud. ¿Hasta dónde es normal y cuándo se transforma en patológica?

Toda preocupación, o sea el ejercicio cognitivo de ocuparse de un tema en particular para resolverlo, es normal y funcional mientras esté orientada a encontrar la forma de solucionar o prevenir un problema. Cuando los pensamientos exceden este objetivo y se transforman en una mera rumiación que imagina escenarios catastróficos en forma constante, la preocupación se vuelve inútil y perjudicial para la salud al acarrear numerosos inconvenientes como dificultades para dormir, problemas gastrointestinales, contracturas, etc.

La preocupación respecto a la salud debería agotarse en la consulta médica, en el chequeo anual o en el resultado de algún estudio. Por el contrario, si la preocupación continúa o incluso se incrementa a pesar del asesoramiento experto y lleva a visitar nuevos especialistas, a solicitar análisis cada vez más complejos sin necesidad y a pasar horas y horas en Internet buscando información sobre el tema, estamos frente a un problema que requiere atención.

En el caso de la Gripe A (H1N1), el bombardeo informativo constante (y no siempre fehaciente) hace que sea muy difícil ser objetivos en la valoración del problema. Ver imágenes de shoppings desolados, escuchar que hay desabastecimiento de alcohol en gel, de barbijos, leer números fríos de muertos por la enfermedad, nos sumerge en un escenario caótico y dramático.

Si logramos poner todos estos datos en perspectiva, sabiendo que el jabón es tan efectivo como el gel, que los barbijos no son indispensables o que las muertes en relación a los casos son pocas, podremos quedarnos con la parte útil de la información y tomar todos los recaudos necesarios para una efectiva prevención.

La recomendación, entonces, es prestar atención a las pautas que surgen de instituciones y profesionales idóneos en el tema y atenerse a ellas para una correcta conducta preventiva. Y, por sobre todo, entender que los medios pueden mostrar sólo una parte de la realidad. Si tomamos esa porción como el todo, corremos el peligro de basar nuestras acciones en una visión sesgada y distorsionada del mundo que nos rodea.


Lic. Diego Tzoymaher