sábado, 28 de noviembre de 2009

Juego Patológico: cuando jugar deja de ser un juego


“Claudio tiene 32 años, es casado y tiene una beba de 6 meses. Hace 9 meses lo despidieron de su trabajo y como una forma de de aliviar su angustia y desesperación, comenzó a jugar en las máquinas tragamonedas.

“En un principio lo hacia por diversión, para olvidar los problemas” – nos cuenta Claudio- Pero luego de 2 oportunidades en las cuales ganó algo de dinero, el juego comenzó a convertirse en una obsesión.

Tenia la ilusión de poder paliar las dificultades económicas ganando en el casino, y sin darse cuenta, comenzó a jugar casi todos los días, a pesar de las reiteradas pérdidas.

Llego a gastar todo el dinero de su indemnización, a endeudarse con amigos y a poner en serio riesgo su calidad de vida y la de su familia. Claudio se había convertido en jugador patológico.”


El juego como actividad general desempeña un papel importante en el sujeto humano (tanto en el niño como en el adulto).

Es un proceso que permite el aprendizaje de múltiples conductas, con altas probabilidades de éxito y motivación. Sirve para entretener y disfrutar determinados períodos de tiempo. Es, en resumen, una actividad placentera.


Se pueden distinguir 2 tipos de conductas de juego:

  • El juego como entretenimiento o pasatiempo. (aquí no hay intervención del dinero)
  • El juego como procedimiento donde se arriesga algún bien, se consigue o se pierde dinero u otro tipo de ganancias.

Es este segundo tipo de juego el que ha facilitado la aparición de conductas problemáticas conocidas como adicción al juego, juego patológico o ludopatía.


El juego patológico es una enfermedad adictiva en la que el sujeto es empujado por un incontrolable impulso de jugar. El impulso persiste y progresa en intensidad y urgencia consumiendo cada vez más tiempo, energía y recursos emocionales y materiales del individuo.


Cabe destacar 3 características típicas de esta conducta problemática:

  1. La persona se ve obligada por una urgencia psicológicamente incontrolable a jugar
  2. Es un trastorno persistente y progresivo de la conducta. Genera dependencia emocional
  3. Afecta la calidad de vida del enfermo en forma muy negativa.

El juego patológico tiene muchas similitudes con el alcoholismo y el abuso de sustancias, y esta considerado una adicción.

Es por esto que genera síntomas de abstinencia al intentar abandonar la conducta (ansiedad, agitación, depresión, irritabilidad, inquietud, entre otros)


Es importante tener en cuenta la diferencia entre los distintos tipos de jugadores, con la finalidad de poder hacer una detección precoz de la problemática:

  • Jugador Social: es quien juega ocasional o regularmente, lo hace por entretenimiento o satisfacción, tiene control total sobre la conducta de juego y puede abandonarla cuando desea.
  • Jugador problema: es aquel que realiza una conducta de juego frecuente o diaria con un gasto habitual de dinero (en ocasiones excesivo). Tiene menos control de la conducta y es, por esto, una persona con riesgo potencial a convertirse en jugador patológico.
  • Jugador patológico: es quien tiene una dependencia emocional del juego, perdida total del control de dicha conducta e interferencia con el funcionamiento normal de su vida cotidiana.

Según investigaciones realizadas en EEUU, entre el 2 y 3 por ciento de la población sufre de este tipo de trastorno. Dos hombres por cada mujer presentan este problema, y el promedio de edad de los afectados oscila entre los 18 y los 30 años.


El jugador compulsivo tiene una personalidad característica que, en cierta medida, explica su comportamiento o desorden.

Se los describe psicológicamente como “buscadores de sensaciones”, esto es, la necesidad de experimentar sensaciones, experiencias diversas, nuevas y complejas y el deseo de verse implicados en riesgos físicos y sociales como consecuencia de tales experiencias.

Presentan diversos sesgos cognitivos entre los cuales se destacan la ilusión de control con respecto al juego. El jugador piensa que tiene una estrategia para ganar y control para modificar los efectos del azar.

Asimismo, tienden a considerar cada una de las apuestas como hechos relacionados. Este razonamiento incorrecto posibilita la sobre-estimación de las probabilidades de éxito.

Coexisten también pensamientos de tipo supersticioso, baja autoestima y falta de recursos para enfrentar problemas cotidianos (en algunas personas el juego se convierte en una vía de escape a sus problemas, que permite aliviar transitoriamente las situaciones de estrés)


¿Como podemos tratar esta problemática?


Existen diferentes técnicas con las cuáles podemos intervenir en los casos de juego patológico. Mencionaremos brevemente alguna de ellas:

  • Técnicas de intervención con el objetivo de la abstinencia total de jugar: en este enfoque, se establece la abstinencia como objetivo principal. Los grupos de auto ayuda (como por ejemplo Jugadores Anónimos) adhieren a este enfoque y han desarrollado un proceso de intervención y recuperación estructurado en doce pasos. Tienen el beneficio principal de proveer a los pacientes herramientas para aprender conductas a partir de las experiencias de los otros. Sin embargo, no existen muchas investigaciones de rigor científico acerca de la efectividad de estos tratamientos.
  • Técnicas aversivas: intentan aplicar consecuencias desagradables (no reforzantes) a la conducta de juego. Se utiliza básicamente la técnica de Sensibilización Encubierta (que consiste en imaginar la conducta problema e inmediatamente imaginar consecuencias aversivas).
  • Técnicas de desensibilización y relajación: dado que en muchos jugadores se asocia la conducta con alteraciones en el nivel de activación fisiológica, se incluye la relajación como procedimiento para reducir esta activación.
  • Exposición con prevención de la respuesta y control de estímulos: consiste en exponer a los sujetos a situaciones habituales de juego, pero sin permitirles jugar y facilitando que realicen conductas alternativas.
  • Terapia Cognitiva: Ya hemos descrito como el jugador presenta sesgos o distorsiones cognitivas con respecto al juego. Este abordaje, consiste en lograr que el paciente identifique estos errores, y genere alternativas de pensamiento más racionales.

Todas las opciones de tratamiento antes mencionadas, abordan algún aspecto de la conducta de juego patológico.

Es por esta razón que habitualmente se utilizan programas de tratamiento multicomponentes, donde se engloban las diferentes formas de intervención con el objetivo de controlar los distintos aspectos de este trastorno.


Lic. Florencia Puccio

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Natalia y su obsesión con el HIV



"Sufro muchísimo por padecer esta enfermedad, que se centra en el terror que me provoca el HIV. Por temor a contagiarme, no puedo compartir muchas cosas con mis amigos y familiares. Tomar mate, algunas salidas(que dependen de la cantidad de gente y la situación), ir a baños públicos me provocan angustia. Aunque tengo toda la información sobre las formas de contagio, igual evito situaciones en la que supuestamente no hay peligro de transmisión. Estoy constantemente en la calle mirando el piso por si hay sangre o una mancha de color similar, preservativos o agujas, me la paso esquivando a la gente para evitar el simple roce. Ya no saludo con un beso, y si inevitablemente debo hacerlo, me limpio la cara de inmediato con un pañuelo descartable. Me pongo muy nerviosa cuando veo algún vendaje y más aún si veo una herida. He llegado a colocarme 5 o 6 curitas, aún en una herida pequeña. Para mí la relación de pareja es inexistente, me hago análisis cada 6 meses. Mi vida es una tortura, y el tiempo dedicado a mis rituales me impide llevar una vida normal". Natalia, 26 años.

El Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC) es un trastorno psiquiátrico que ha sido reconocido por mucho tiempo, y hasta los últimos 20 años, como un trastorno raro y sin esperanzas. Actualmente se lo clasifica como un trastorno de ansiedad crónico, con diferentes grados de severidad, tratable y muy frecuente. Por lo general comienza en edad temprana y puede presentar un curso fluctuante a lo largo de la vida del paciente. Se han encontrado antecedentes familiares en aproximadamente el 25 % de los casos de TOC.Está compuesto por obsesiones, que son pensamientos e imágenes que se imponen al individuo y lo conflictúan, ocupando gran parte de su tiempo. Habitualmente dichas obsesiones son mantenidas en secreto debido a que con frecuencia la misma persona que las padece las considera absurdas o vergonzantes. Hasta que los síntomas llegan a ser lo suficientemente graves para que sus allegados lo adviertan.

Las características de los pensamientos obsesivos son su forma dubitativa, intrusiva, reiterativa y ambivalente. Los tipo de obsesiones pueden ser de contaminación (en el caso de Natalia el temor a contraer HIV), de verificación (revisar reiteradas veces, por ejemplo, la llave del gas, cerraduras, etc.), agresivas (temor a dañar a su hijo), sexuales, religiosas, de coleccionismo, somáticas y necesidad de simetría.

Las compulsiones son actos o pensamientos que el individuo se ve obligado a realizar para calmar la obsesión. Se dividen en mentales y motoras. Las compulsiones mentales implican una urgencia irresistible de llevar a cabo un acto mental, como por ejemplo repetir una y otra vez determinado pensamiento o palabra para prevenir que ocurran por ejemplo desgracias.Las compulsiones motoras implican la urgencia de llevar a cabo cierta secuencia conductual; las más frecuentes son las de lavado, verificación y las de repasar o repetir. Natalia sigue una misma minuciosa secuencia para lavarse los dientes, sacarse la ropa sucia, lavarla, etc. La naturaleza invasiva del TOC se apodera de la vida del paciente y de toda su familia, dado que sus compulsiones generalmente no ceden. Fijan toda su atención en la rutina diaria que cada vez es más rígida, por ende se centran en sí mismos y son incapaces de prestar atención a sus actividades y a los demás. Es sumamente difícil vivir bajo la propuesta de TOC; todo es control, censura, reglas, obligaciones, se extingue el placer, la tranquilidad, la creatividad... Por ésta razón el TOC constituye una enfermedad grave.

Existen tratamientos específicos eficaces, tales como el farmacológico y la terapia cognitivo conductual. Y es fundamental su detección temprana para lograr un menor deterioro de la calidad de vida.

Lic. Verónica Tamburelli

domingo, 11 de octubre de 2009

Terapia Grupal para Trastornos de Ansiedad


"Créate un buen grupo de apoyo, especialmente para cuando no puedas hacer algo. Ellos te ayudarán a crecer".

Louise Hay


Desde que nacemos, estamos vinculados a un “otro”. Crecemos y nos desarrollamos en grupos, tanto en la vida familiar como en la comunidad educativa, en el trabajo y en la sociedad.


Allí, en ese inter-juego con los demás, es donde se expresan nuestros pensamientos, conductas y emociones. Es el marco en el cual logramos realizarnos satisfactoriamente, aunque también es el escenario donde los conflictos y dificultades se presentan como obstáculos a superar para conseguir una mejor calidad de vida.


Este es el punto en el cual la Psicoterapia Grupal favorece el desarrollo de las personas.

En un mismo espacio compartido con el otro, se intenta lograr el enriquecimiento individual a partir de diferentes miradas; conocer y construir alternativas viables de solución a problemas, fomentar el apoyo mutuo entre quienes comparten una misma situación determinada.

Escuchar y ser escuchado, dentro de un entorno de confianza, respeto, comprensión y apertura.


¿Cuáles son los beneficios de la Psicoterapia Grupal?


Descubrir formas nuevas de relacionarnos con los demás.

Adquirir una sensación de apoyo e identificación con otras personas que atraviesan circunstancias similares a las propias.

Disminuir la sensación de aislamiento y soledad tan frecuente en el padecimiento.

Sentirse útil y de capaz de ayudar a los demás.

Encontrar nuevas formas de afrontar la vida y los problemas cotidianos mediante el aporte grupal y la guía del terapeuta.

Mejorar la mirada interna para promover el crecimiento y desarrollo personal.


La psicoterapia grupal se focaliza en modificar las conductas y creencias desadaptativas que interfieren en las relaciones interpersonales.


El dispositivo grupal proporciona la oportunidad de ensayar nuevas conductas, más convenientes. Mediante el feedback de los participantes, la observación cooperante, la auto-observación, la estimulación de los demás miembros y coordinadores y el propio reconocimiento, se conforma un espacio seguro de acción, que aportará una mayor confianza en la práctica de estas nuevas conductas que luego podrá manifestarse en lo cotidiano.


Lic. Santiago Martín Raggio

viernes, 25 de septiembre de 2009

Sufrir una Vez por Mes: Los Síndromes Premenstruales


“Cada mes, en la semana previa a mi menstruación, me cambia el carácter; me pongo irritable y no tolero a nadie. Además, me duelen los pechos, la panza y estoy toda hinchada”


Esta frase podría corresponder a un pensamiento suyo. Si algo así le viene ocurriendo, puede que usted padezca un síndrome premenstrual.



Los llamados Síndromes Premenstruales pueden ser de dos tipos: una variante leve, el Síndrome de Tensión Premenstrual, o la variedad más grave, discapacitante, con gran afectación de la actividad global, llamada Trastorno Disfórico Premenstrual.

En el presente artículo intentaremos echar un poco de luz sobre estos tópicos y evacuar algunas dudas. Creemos que es importante conocer estas patologías tan comunes en la mujer, puesto que mediante un diagnóstico precoz se puede obtener un tratamiento exitoso en la gran mayoría de los casos.


La primera cuestión a evaluar ante una persona con síntomas que ocurren en la semana previa a la menstruación es si en verdad estamos ante una patología. Es muy común que muchas mujeres tengan, en esta etapa del ciclo, algún tipo de molestia o un leve cambio en su carácter sin que esto signifique una patología que deba recibir tratamiento.

Algunos estudios muy confiables refieren que entre el 50% y el 80% de las mujeres en edad reproductiva se encuentran en la situación mencionada, habitualmente no consultan por esto y no necesitan tratamiento, ya que las manifestaciones físicas o anímicas son leves y aisladas y no interfieren con sus vidas.

Por el contrario, un importante porcentaje, entre 20% y 40% según los estudios consultados, presentan el denominado Síndrome de Tensión Premenstrual.

El mismo se caracteriza por la aparición de síntomas afectivos tales como ánimo deprimido, irritabilidad, ansiedad, tensión o dificultades en la concentración, acompañados de síntomas físicos como dolor mamario, distensión abdominal, dolor de cabeza, dolores musculares o articulares, hinchazón en piernas y ganancia de peso. Además es frecuente la presencia de alteraciones del sueño, cambios en el apetito, retracción y desinterés por las relaciones interpersonales.

Todos estos síntomas deben comenzar en la semana previa a la menstruación y ceder, como máximo, dos días después de comenzada la misma y en dos ciclos menstruales consecutivos. Además. Cabe consignar que el Síndrome de Tensión Premenstrual no afecta significativamente la actividad de la mujer (ya sea laboral o académica).

El Trastorno Disfórico Premenstrual afecta al 5% de las mujeres en edad reproductiva, y es una variante grave del anterior, con mucha más alteración de la actividad global, más incapacitante, a menudo responsable de pérdidas del empleo o de deserción académica, con importante afectación en las relaciones interpersonales.

Básicamente el diagnóstico se hace de la misma manera, pero los síntomas afectivos como ánimo deprimido, irritabilidad, ansiedad y tensión son mucho más intensos e incapacitantes que en el cuadro anterior.

Las causas por las cuáles ocurren estos trastornos, debemos buscarlas en una vulnerabilidad aumentada del sistema nervioso a las fluctuaciones hormonales que normalmente ocurren durante el ciclo menstrual.

Dicho en otras palabras, la brusca disminución de estrógeno y progesterona (hormonas femeninas) que normalmente ocurre en la semana previa a la menstruación actúa sobre el sistema de de transmisión de serotonina (neurotransmisor del sistema nervioso) que está anormalmente disminuido en algunas mujeres, que son las más propensas a tener este trastorno.

Algunos estudios muestran una predisposición genética para el síndrome premenstrual. Si tomamos en cuenta estudios realizados con gemelas, se observa que, si una de las gemelas tiene el desorden, la otra tiene el doble de posibilidades de tenerlo también, lo cuál da cuenta de la importancia del factor genético en la génesis de este trastorno. Por otra parte, el riesgo de depresión mayor está incrementado en parientes de 1er. grado de mujeres con síndrome premenstrual.

En cuanto a las estrategias para el tratamiento, es importante decir que se orientan a aliviar los cambios cíclicos físicos y psicológicos, para alcanzar la calidad de vida deseada. La severidad de los síntomas debe considerarse y ser puesta en la balanza, respecto a los efectos secundarios del tratamiento seleccionado, “no vaya a ser que el remedio sea peor que la enfermedad”, de manera tal que sólo deberían tratarse con fármacos aquellas pacientes con síntomas muy molestos, severos o incapacitantes, y no una simple “molestia premenstrual”.

Cabe consignar aquí que es importantísimo tener en cuenta que cambiando algunas cuestiones que tienen que ver con la alimentación y el estilo de vida, se logran disminuir los síntomas y se evita el tratamiento farmacológico en el 30 por ciento de las mujeres que consultan. Una dieta adecuada, sin excesos de cafeína, azúcar y alcohol y teniendo en cuenta la ingesta de alimentos que contengan vitaminas B y E, calcio y magnesio, favorece la recuperación, igual que la prevención y manejo del estrés.

Con respecto al tratamiento farmacológico, hay distintas variantes, pero la de mayor eficacia comprobada es la administración de los denominados Inhibidores Selectivos de la Recaptación de Serotonina (ISRS), que habitualmente se utilizan para la depresión y la ansiedad.

Dentro de este grupo los más recomendados son:

  • Fluoxetina: 10 - 20 mg/día *
  • Paroxetina LP: 10 - 30 mg/día *
  • Sertralina: 50 - 150 mg/día *
  • Citalopram: 10 - 30 mg/día

*Aprobados por FDA


En verdad, se recomienda comenzar el tratamiento con dosis bajas. A diferencia de lo que se indica en depresión, en estos cuadros dichos fármacos se utilizan de manera intermitente, comenzando la toma una semana antes de la fecha esperada para la menstruación, en una dosis única y diaria, hasta el día 1 o 2 de la menstruación, momento en el cual se interrumpe para continuar en el ciclo siguiente.

Otros psicofármacos que se pueden utilizar, de manera más inespecífica y para colaborar con los anteriores, son las benzodiazepinas tipo Aprazolam o Clonazepam pero, como se dijo, no son de primera elección y su utilización no dispone de fundamentos científicos sólidos.

Ante cuadros muy graves e incapacitantes, y después del fracaso de los tratamientos de primera línea, pueden utilizarse otros fármacos. Entre ellos tenemos los llamados Agonistas de la Hormona Liberadora de Gonadotropinas (Leuprolide, Histrelin), Son medicamentos que inducen una especie de menopausia artificial y que pueden tener efectos adversos importantes, por lo cual sólo se recomienda utilizarlos si no se dispone de otra alternativa, valorando el costo-beneficio.

También se suelen utilizar paliativos como antinflamatorios (Ibuprofeno, Diclofenac) en casos de dolor, y suplementos de calcio y diuréticos si hay edemas o acumulación de líquido.


Para finalizar, recordemos entonces lo siguiente:


El 75% de las mujeres en edad reproductiva presenta ansiedad y variaciones del humor que no requieren de conductas terapéuticas específicas.


En la mujer el estado de ánimo es cíclico, por la gran influencia de los ciclos hormonales sobre la neurotransmisión del sistema nervioso.


Tanto el Síndrome de Tensión Premenstrual como el Trastorno Disfórico Premenstrual deben ser tenidos en cuenta en la práctica médica, para ser mejor reconocidos y diagnosticados.


El Trastorno Disfórico Premenstrual es una entidad clínica que se presenta en el 3% al 5% de las mujeres en edad reproductiva quienes, por su causa, se ven severamente afectadas.


Los Síndromes Premenstruales, correctamente diagnosticados, pueden ser tratados con muchas posibilidades de éxito en la amplia mayoría de los casos.


Dr. Enzo Cascardo

lunes, 17 de agosto de 2009

Aerofobia: El miedo a volar


¿Tiene usted miedo a volar?

¿Conoce a alguien que lo esté padeciendo?

El temor de emprender un viaje en avión es muy común. Las estadísticas muestran que el 11% de la población tiene fobia a volar.

Encontramos aquellos a los que dicha perspectiva les produce una ligera inquietud, que normalmente se disipa luego del despegue (diversas encuestas encontraron que sólo un 5% de quienes vuelan lo hacen sin ningún tipo de temor o inquietud). En otros la preocupación es mayor, y suelen ayudarse con factores externos, tales como la presencia de un acompañante, o en muchos casos el consumo de medicamentos ansiolíticos antes de salir para el aeropuerto, con eventual refuerzo antes de embarcar. Por último, están aquellos que presentan un temor de tal intensidad que anula por completo la posibilidad de un viaje de este tipo.


"Tengo que viajar por causa de mi trabajo. Mi nuevo cargo ha significado un progreso para mí. Pero ahora va a ser necesario que viaje al exterior con frecuencia. ¡Qué hago? No puedo negarme, pero la idea de volar me resulta absolutamente intolerable“

Como vemos, las limitaciones y dificultades que genera este trastorno pueden afectar diferentes áreas en la vida de una persona. Muchas veces, el viaje en avión aparece como una necesidad, ya sea por obligación laboral, o por demandas de la dinámica familiar. Hay un grupo de personas en las que la fobia a volar está presente, pero al no presentar habitualmente la necesidad de viajar por dicha vía, podemos decir que el problema no genera deterioro en su calidad de vida. Claro que siempre está latente la posibilidad de que el momento llegue...


¿Quiénes padecen este problema? ¿Por qué ocurre?

Los caminos para llegar al temor a volar son diversos:

Una persona con una vida normal, sin otros problemas en su vida anímica o social en general. Sólo presenta un miedo desproporcionado a volar. La sola idea puede generarle un estado de ansiedad con síntomas como palpitaciones, inquietud, desesperación, etc. En estos casos el diagnóstico suele ser el de Fobia Simple o Específica.

El origen puede estar relacionado con haber vivido alguna situación de peligro real durante un vuelo, o bien haberse sentido fuertemente impresionado por la noticia o el relato directo de otra persona.

También puede ocurrir en quien ha sido testigo de un accidente o situación de peligro sufrida por una aeronave. Otro caso frecuente es el de aquellos que sufren de Claustrofobia, o temor a los espacios cerrados.

Estas personas sienten gran desesperación al encontrarse en recintos cerrados: ascensores, salas pequeñas, aviones. Personas que padecen de Trastorno de Pánico con Agorafobia, que es un trastorno en el cual la persona teme la posibilidad de padecer una crisis de pánico dentro del avión, durante el vuelo, y lo que les resulta intolerable es la idea de que no podrá bajar de inmediato para obtener alivio o ayuda.

Por último encontramos a aquellos que sufren de Trastorno de Ansiedad Generalizada. En este trastorno las personas se preocupan en forma desmedida, siempre piensan que lo peor está por ocurrir en cualquier momento. Hay una sobre-estimación de la probabilidad de que ocurran eventos negativos. Como resultará fácil de entender, el temor a volar se presenta entonces con frecuencia e intensidad.


¿Es posible superarlo?

La respuesta es sí. Y en la mayoría de los casos el tratamiento es sencillo y de corta duración. Todos estos casos suelen responder muy bien a los tratamientos correctos y específicos. El mayor obstáculo suele ser que la persona que lo padece no confíe en esta posibilidad y no acceda al tratamiento, ya que casi siempre les parece inalcanzable la posibilidad de viajar con tranquilidad, "como todo el mundo".


Tratamiento de la Aerofobia: "Venciendo el Miedo a Volar"

Dirigido a aquellas personas que evitan volar, que experimentan un intenso grado de ansiedad al hacerlo, o sufren una gran angustia y temor cuando un ser querido tiene que viajar en avión.

El miedo a volar puede superarse.

La instrumentación del tratamiento específico es exitosa en la gran mayoría de los casos, y en plazos breves, habitualmente ocho sesiones, individuales o grupales, son suficientes para vencer el miedo a volar

La terapia mas eficaz es la Terapia Cognitivo-Conductual.


Dr. Enzo Cascardo

miércoles, 15 de julio de 2009

Gripe A ¿Hasta dónde preocuparse?

Por estos días son frecuentes las consultas que nos efectúan desde los medios de comunicación sobre la supuesta fobia o psicosis por la gripe A (H1N1) que existiría en la población.

Esta pregunta nos lleva al tema más amplio de la preocupación por la salud. ¿Hasta dónde es normal y cuándo se transforma en patológica?

Toda preocupación, o sea el ejercicio cognitivo de ocuparse de un tema en particular para resolverlo, es normal y funcional mientras esté orientada a encontrar la forma de solucionar o prevenir un problema. Cuando los pensamientos exceden este objetivo y se transforman en una mera rumiación que imagina escenarios catastróficos en forma constante, la preocupación se vuelve inútil y perjudicial para la salud al acarrear numerosos inconvenientes como dificultades para dormir, problemas gastrointestinales, contracturas, etc.

La preocupación respecto a la salud debería agotarse en la consulta médica, en el chequeo anual o en el resultado de algún estudio. Por el contrario, si la preocupación continúa o incluso se incrementa a pesar del asesoramiento experto y lleva a visitar nuevos especialistas, a solicitar análisis cada vez más complejos sin necesidad y a pasar horas y horas en Internet buscando información sobre el tema, estamos frente a un problema que requiere atención.

En el caso de la Gripe A (H1N1), el bombardeo informativo constante (y no siempre fehaciente) hace que sea muy difícil ser objetivos en la valoración del problema. Ver imágenes de shoppings desolados, escuchar que hay desabastecimiento de alcohol en gel, de barbijos, leer números fríos de muertos por la enfermedad, nos sumerge en un escenario caótico y dramático.

Si logramos poner todos estos datos en perspectiva, sabiendo que el jabón es tan efectivo como el gel, que los barbijos no son indispensables o que las muertes en relación a los casos son pocas, podremos quedarnos con la parte útil de la información y tomar todos los recaudos necesarios para una efectiva prevención.

La recomendación, entonces, es prestar atención a las pautas que surgen de instituciones y profesionales idóneos en el tema y atenerse a ellas para una correcta conducta preventiva. Y, por sobre todo, entender que los medios pueden mostrar sólo una parte de la realidad. Si tomamos esa porción como el todo, corremos el peligro de basar nuestras acciones en una visión sesgada y distorsionada del mundo que nos rodea.


Lic. Diego Tzoymaher

miércoles, 18 de febrero de 2009

¿Qué? ¿Cómo? ¿Por qué? La importancia de la psicoeducación en el tratamiento del Trastorno de Pánico


Es muy común que las personas que sufren de Trastorno de Pánico deambulen por infinidad de consultorios de especialistas de todo tipo o se conviertan en visitantes frecuentes de las guardias de las clínicas y sanatorios.

El desconocimiento del mecanismo de la ansiedad y sus síntomas característicos (taquicardia, sudoración, sensación de ahogo, mareos, etc.) lleva a quien los padece a interpretarlos de manera errónea y casi siempre catastrófica. El miedo a estar sufriendo un ataque cardíaco, cerebrovascular o a “volverse loco”, es la norma en estos casos.

Si la respuesta del médico es “usted no tiene nada” o “es sólo un pico de estrés”, lejos de tranquilizar, genera más temor y desconcierto. Así, el circuito típico del pánico se cierra (síntomas-miedo-evitación) y el deterioro de la calidad de vida se hace cada vez más profundo.

El tratamiento cognitivo conductual para el Trastorno de Pánico, luego de un diagnóstico certero, comienza por lo que llamamos psicoeducación, esto es transmitirle al paciente toda la información necesaria para que comprenda lo que le está pasando. De esta manera puede empezar a enlazar cada uno de sus síntomas con una explicación lógica acerca de la ansiedad como mecanismo normal y adaptativo del ser humano, pero que en su caso, como en el de muchas otras personas, se encuentra “desregulado”. Darle un nombre a lo que le pasa y saber que no es la única persona que lo padece genera un gran alivio en el paciente. Escuchar sobre el origen multicausal del Trastorno de Pánico (genes, crianza y ambiente) le da un marco de referencia donde ubicarse, un punto de partida para intentar mejorar. Claro está que saber todo esto no implica curarse, pero es un paso imprescindible para dar el puntapié inicial a un tratamiento que va a implicar enfrentarse a las situaciones y síntomas temidos.

La psicoeducación también implica mostrarle al paciente la propuesta de tratamiento, ya que la Terapia Cognitivo Conductual para el Trastorno de Pánico consta de una serie de técnicas o estrategias bien definidas que deben ser puestas en común antes de iniciar el proceso terapéutico. Conocer los mecanismos de la ansiedad, el triple sistema de respuesta del ser humano (fisiológico, cognitivo y conductual) y el circuito del “miedo al miedo”, ayudan a entender que cada uno de los pasos de la terapia tiene un fundamento teórico basado en la forma de adquisición y, sobre todo, de mantenimiento del trastorno.

Así, la psicoeducación ayuda a lograr esa colaboración activa del paciente, que es imprescindible para llevar adelante un tratamiento cognitivo conductual, y también permite mejorar la adherencia a la terapia farmacológica (en los casos en que está indicada) ya que la confianza en la medicación aumenta cuando se conocen los fundamentos que sustentan dicha indicación.

En definitiva, qué, cómo y por qué son las preguntas clave que debe responder el terapeuta al iniciar el proceso y a las que debe volver cada vez que la situación lo requiera, no solo para beneficio de la terapia, sino también porque es un derecho del paciente saber de qué se trata.

Lic. Diego Tzoymaher