lunes, 29 de julio de 2013

La Aerofobia o Miedo a Volar… ¿Puede superarse?

“Hace tres años que les prometí a los chicos llevarlos de viaje. Pero no puedo. Ya no sé si esperar un año más a ver si me animo, o directamente plantearles que vayan con mi marido, sin mí…”

“Tengo que viajar por causa de mi trabajo. Mi nuevo cargo ha significado un progreso para mí. Pero ahora va a ser necesario que viaje al exterior con frecuencia. ¡Qué hago? No puedo negarme, pero la idea de volar me resulta absolutamente intolerable…”

Relatos como los anteriores escuchamos, día tras día, en el consultorio, de gente que tiene miedo a volar en avión.

La Aerofobia se define como un persistente, anormal e injustificado miedo a volar en avión.
Es una Fobia Específica de tipo situacional y como todas las fobias, se caracteriza por presentar miedo extremo o irracional frente a una situación u objeto, con la consecuente evitación del mismo.
En la argentina y en el mundo, algunas fuentes indican que el porcentaje de personas que sufren este trastorno se acerca al 14 por ciento.
Las personas que padecen de Aerofobia evitan generalmente tomar un avión o viajan con malestar y miedo intensos que, muchas veces, intentan sobrellevar usando alcohol o ansiolíticos.
Representa un gran trastorno y afecta severamente la calidad de vida, sobre todo de aquellas personas que necesitan viajar frecuentemente por razones laborales o familiares.
Si bien el avión es estadísticamente el medio de transporte más seguro, se calcula que solo el 5 % de los pasajeros aborda el avión sin temores de ningún tipo. Esto se debe a que el avión no es un medio de transporte habitual y frecuente para muchas personas.
Esta falta de habituación hace que puedan experimentar cierto monto de ansiedad al arribar, que normalmente se normaliza después del despegue.
Cuando la ansiedad y el temor persisten y se acrecientan durante el viaje, es necesario el uso de medidas paliativas (como alcohol o ansiolíticos) o bien se necesita viajar acompañado, podemos hablar de Fobia.
En general las personas refieren tener síntomas intensos de ansiedad (pueden llegar a experimentar ataques de pánico) y pensamientos catastróficos (con respecto a la posibilidad de tener un accidente, por ejemplo.)

La terapia psicológica con orientación Cognitivo Conductual constituye el tratamiento de primera elección para este tipo de trastorno.
Durante el abordaje terapéutico, el paciente aprende a:
  • Controlar sus sensaciones y síntomas de ansiedad, reduciendo su intensidad y acotando su frecuencia y duración.
  • Identificar sus pensamientos distorsionados con respecto al viaje en avión y sus recursos de afrontamiento del mismo.
  • Generar ideas más racionales y adecuadas a la situación concreta que debe enfrentar.

Mediante un conjunto de técnicas, validadas científicamente, el paciente logrará la adquisición de estos aprendizajes y en algún momento del tratamiento, realizará LA EXPOSICIÓN a la situación temida.
Las Técnicas de Exposición, son el principal componente del tratamiento de cualquier tipo de fobia, y consisten en que el paciente afronte en la vida real, el objeto o situación temidos que antes evitaba, en forma gradual, repetida y sostenida en el tiempo.
En  algunos casos como la Aerofobia, donde a veces es difícil poder acceder a viajar frecuentemente,  se utiliza la Exposición al estímulo en imaginación, muchas veces ayudados por videos, sonidos o incluso con el uso de simuladores.
El objetivo del Tratamiento es lograr la desensibilización del paciente, en otras palabras, que el paciente pierda el miedo a la situación, pueda habituarse o tolerar su ansiedad y logre afrontarla sin malestar.

Las Técnicas de Restructuración Cognitiva, consisten en ayudar al paciente a identificar sus pensamientos y creencias distorsionadas relacionadas a la situación u objeto temido, modificándolas por otras más racionales, adaptativas y realistas.
Los errores cognitivos característicos de este tipo de pacientes incluyen: la sobreestimación del peligro o catastrofización y la subestmación de sus propios recursos de afrontamiento a la situación.

Es importante que sepamos de la existencia de este tipo de abordajes que, de manera breve y eficaz, pueden ayudarnos a solucionar un problema de larga data.

Lic. Florencia Puccio

sábado, 29 de junio de 2013

Compradores Compulsivos, Adicción al Trabajo y a Internet

Se llaman adicciones comportamentales a una serie de trastornos que se ubican entre las adicciones y el trastorno obsesivo compulsivo, vinculados a actividades humanas diversas, a menudo placenteras, no relacionadas con la ingestión de sustancias químicas.

En este tipo de problemática los individuos se ven compelidos a efectuar determinados tipos de actos, tales como jugar por dinero, hacer compras, permanecer frente a la computadora u otros dispositivos (tablets, teléfonos celulares) online todo el tiempo, y algunas otras, como mencionaremos más adelante.

Se parecen a una adicción en el sentido que, así como un verdadero adicto necesita las drogas, las personas que padecen una adicción comportamental no pueden dejar de repetir la conducta (jugar, comprar, chequear los mails, entrar a las redes sociales, etc) una y otra vez. Si no lo hacen presentan niveles de ansiedad muy intensos que sólo se calman cuando se genera la conducta.


Entre las principales adicciones comportamentales se encuentran:

Haremos una breve descripción de las últimas tres:


Compradores Compulsivos


Es otra de las adicciones comportamentales más frecuentes. La caracteriza el deseo irresistible por comprar algo sin que exista una necesidad real de tal objeto.  Suele estar asociada con trastornos depresivos y baja autoestima.


Se presenta en el 2 a 8% de la población, y en un 80% en mujeres.  Muchos autores consideran que esta diferencia no es real y que obedece al mayor reconocimiento de las mujeres acerca de su problema.


Los afectados a menudo están preocupados por las compras y gastos y suelen dedicar mucho tiempo a estos comportamientos. Describen un creciente nivel de urgencia o ansiedad que desemboca en un sentimiento de plenitud cuando se hace una compra.

Concretar una compra les genera una satisfacción inmediata. Puede ocurrir que, por vergüenza, los objetos comprados sean destruidos o escondidos. Este sentimiento de culpa sólo se alivia con una nueva compra. El comprador compulsivo se ve, así, atrapado en una especie de círculo vicioso. Las emociones negativas como la ira y la tensión conducen a comprar. La compra conduce a sensaciones de angustia y ánimo deprimido a corto plazo, sensaciones que sólo se superan a través de una nueva compra.


Adicción al uso de Internet


Existen diversos tipos de adicciones comportamentales relacionadas directamente con la necesidad obsesiva de estar conectados a internet. La adicción a las pantallas incluye también los videojuegos, el teléfono móvil e internet en sus diversas modalidades (juegos en línea, cibersexo y redes sociales).


Es una adicción real, frecuente, preocupante y globalizada. Sobre todo en jóvenes varones con los problemas típicos de la adolescencia, personalidades introvertidas, u otros trastornos como el trastorno atencional, depresión, etc. Según diversos estudios, afectaría a un 8 a 10% de los usuarios habituales de internet. 


El abuso afecta la salud física (posturas, visión) y psíquica (obsesividad, ansiedad, abstinencia). Se da la curiosa circunstancia de que existen muchas páginas web para su detección, prevención y tratamiento. Sin embargo, en la asistencia sanitaria común es difícil detectarlo, ya que las personas afectadas no suelen aceptar su problema, y menos aun sentirse enfermas y los familiares que se percatan no saben qué hacer.

Estar permanentemente expuesto a un exceso de conexión provoca fatiga (que disminuye la capacidad de resolver problemas), ansiedad y pérdida de memoria y de atención.

Estas conductas no sólo afectan las relaciones personales sino que, además, perjudican el rendimiento general, con severa dificultad en la concentración en las tareas concretas y reales. Las actividades cotidianas se ven afectadas o interrumpidas por las alertas de mensajes de textos, mails o avisos de redes sociales. Hay compulsión por leer correos y angustia o ansiedad frente a la posibilidad de perder un mensaje “importante”. Se crea el hábito de hacer varias cosas al mismo tiempo y disminuye la capacidad de disfrute, la productividad y la eficiencia.


Adicción al Trabajo (Workaholic)


La adicción al trabajo se define como la implicación excesiva y progresiva de la persona en su actividad laboral, sin control ni límite, y abandono de actividades que antes realizaba. Este exceso de implicación no se explica por necesidades laborales objetivas, sino por necesidad psicológica de la persona afectada. Comprende a aquellos trabajadores que, de forma gradual, pierden estabilidad emocional y se convierten en adictos al control y al poder, en un intento por lograr el éxito.


Es una de las adicciones comportamentales más aceptadas y justificadas socialmente y el laboradicto tiende a negar su problema. Generalmente son personas perfeccionistas.


No hay una definición médica para tal condición, emparentada con el síndrome de burnout (síndrome del quemado). Sin embargo, algunas formas de estrés y el trastorno de personalidad obsesivo-compulsiva pueden estar relacionados con el exceso de trabajo. Aunque el término workaholic tiene una connotación negativa, se usa a veces para personas que expresan fuerte motivación hacia una carrera u oficio.

El “trabajo” en cuestión, usualmente asociado a un empleo pagado, puede también hacer referencia a actividades tales como deportes, música o artes.

Aunque se observa en ambos géneros, afecta en su mayor parte a profesionales varones entre 35 y 50 años, profesionales liberales y mandos intermedios, en los cuales la adicción al trabajo suele disimular problemas afectivos en la familia o en la pareja.
En estas personas el trabajo constituye el centro de su vida y su refugio, quedando todo lo demás, incluida la familia, el ocio y la vida social, en un segundo plano. Resulta habitual que lleven trabajo a casa para acabarlo por la noche o los fines de semana y pueden mostrar algo parecido a un síndrome de abstinencia durante las vacaciones. Son personas insatisfechas o irritables cuando están fuera del trabajo.
Las consecuencias más graves de son: relaciones familiares deterioradas, tendencia al aislamiento, malhumor, desinterés por las relaciones interpersonales no productivas y problemas de salud. Además, puede observarse consumo abusivo del alcohol y tabaco, tiempo libre muy reducido y alteraciones del sueño.
El adicto al trabajo suele negar el problema, evidenciando una distorsión en la apreciación de la realidad apoyada a menudo por el consenso social, ya que el trabajo intenso en general está bien visto, escapando a los observadores su carácter patológico.
Resulta obvio que no toda dedicación intensa al trabajo es adicción. Puede haber personas que trabajan mucho pero que saben desconectarse en su tiempo libre.

¿Como podemos tratar las Adicciones Comportamentales?

Existen diferentes técnicas con las cuáles podemos intervenir en los casos de juego patológico. Mencionaremos brevemente las más eficaces:
  • Exposición con prevención de la respuesta y control de estímulos: consiste en exponer a los sujetos a situaciones que generaron adicción, pero sin permitirles jugar, o comprar o conectarse a internet, por ejemplo, y facilitando que realicen conductas alternativas.
  • Terapia Cognitiva: la persona con una adicción comportamental presenta sesgos o distorsiones cognitivas con respecto al juego, a las compras a ala tecnología etc. Este abordaje consiste en lograr que el paciente identifique estos errores y genere alternativas de pensamiento más racionales.


Se pueden utilizar algunos psicofármacos con buenos resultados, siempre como complemento de la psicoterapia, nunca de manera aislada. Está por demás decir que la medicación debe estar indicada y controlada por el médico psiquiatra.

Dr. Enzo Cascardo

Para más información sobre adicciones comportamentales, haga click aquí.

lunes, 27 de mayo de 2013

¿Qué es el Trastorno Obsesivo Compulsivo?


El trastorno obsesivo – compulsivo (TOC) es una enfermedad que está clasificada dentro de lo  trastornos de ansiedad. Es una enfermedad de curso crónico, con tres síntomas principales: obsesiones, compulsiones y dudas. Son pacientes que,  por ejemplo chequean la llave de gas o la cerradura de la puerta infinidad de veces, acomodan objetos simétricamente o con cierto orden,  se lavan las manos muchísimas veces al día, realizan conteos mentales, no tocan picaportes por temor a contaminarse, refieren pensamientos intrusivos, absurdos en contra de su voluntad, guardan objetos inútiles en grandes cantidades por si alguna vez tienen que usarlos, etc.

Tiene una prevalencia poblacional  mundial de 1.6 a 2,5 por ciento, en países o ciudades con características socioculturales muy diferentes, evidenciándose así su importante componente genético. Generalmente se presenta en los primeros años de la vida adulta y se halló un inicio más precoz en hombres. La media de edad de comienzo es a los 20 años, aunque los hombres pueden tener una edad de comienzo ligeramente menor. El trastorno puede iniciarse  desde la infancia y adolescencia. Afecta más a personas solteras que casadas, aunque este hallazgo seguramente sea un reflejo de la dificultad de los pacientes con TOC de formar y mantener una pareja.

Las obsesiones son pensamientos, imágenes, ideas o impulsos de carácter persistente y perturbador, que el individuo considera como invasivos, e intenta rechazarlos, pero esto le resulta muy difícil de lograr.
Se clasifican, según su contenido, en miedo a la contaminación o el contagio de una enfermedad, dudas excesivas en las actividades diarias, pensamientos o imágenes relacionados con el sexo, la religión o la autoagresión, la necesidad de orden, el miedo a enfermar y coleccionismo. La persona intenta ignorar o suprimir estos pensamientos, impulsos o imágenes, o bien intenta neutralizarlos mediante otros pensamientos o actos; reconoce que estos son el producto de su mente.

Las compulsiones son actos mentales o comportamientos recurrentes que aparecen habitualmente en respuesta a las obsesiones, con el propósito de neutralizar la ansiedad.
Pueden ser mentales o motoras. Las primeras implican una necesidad  irresistible de llevar a cabo un acto mental, como por ejemplo repetir una y otra vez determinada s frases. Las motoras, la necesidad inmediata de llevar a cabo cierto acto  como, por ejemplo, tocar determinado número de veces algún objeto. Cumplen la función de aliviar la ansiedad provocada por determinada obsesión, o de "prevenir" (pensamiento mágico) que ocurra una desgracia.
Se clasifican en conductas de lavado o limpieza, chequeo, repetición, orden,
coleccionismo, rituales mentales y necesidad de aprobación de las conductas propias por parte de otros.

El curso de la enfermedad  es fluctuante y genera una importante disminución en la calidad de vida del paciente, perturbaciones significativas en áreas laborales, sociales, familiares y personales, además del gasto que le genera al Estado debido a las ausencias laborales y gastos en estudios médicos innecesarios la mayoría de las veces.

Las personas con TOC suelen presentar otras enfermedades mentales, mayormente con Depresión y Fobia Social. Le siguen trastornos por consumo de alcohol, Trastorno de Ansiedad Generalizada,  Fobia Específica, Pánico, Trastornos de la conducta alimentaria y Trastornos de la Personalidad.

La llamada terapia cognitivo-conductual  y el tratamiento farmacológico adecuado y controlado por profesionales  especialistas en el tema, son considerados actualmente los tratamientos de primera elección para el TOC.

Parte del tratamiento incluye  a la psicoeducación, a continuación se enumeran los objetivos de ésta:
  • Educar al paciente sobre su trastorno, su curso clínico y sus complicaciones.
  • Destacar que los trastornos de ansiedad son enfermedades reales y que requieren apoyo y tratamiento.
  • Proporcionar a la familia, cuando sea adecuado, información similar a la que se da al enfermo.
  • Ayudar a la familia a entender que la enfermedad, muchas veces, es  muy angustiante para el paciente y que los trastornos de ansiedad alteran de forma importante la calidad de vida del paciente y la familia si no se tratan.
  • Informar al paciente que durante el tratamiento pueden ocurrir fluctuaciones de los síntomas.

La tasa de recuperación es alta, si bien el grado de la misma depende de cada caso en particular. Llamamos recuperación a la vuelta gradual del paciente a la vida social y laboral.

Dra. Carolina Quantin

lunes, 1 de abril de 2013

Ansiedad no es una mala palabra


Cuando les preguntamos a nuestros pacientes cuáles son sus objetivos terapéuticos, muchos nos dicen que no quieren tener más ansiedad, que les gustaría no sentir más esas sensaciones. El deseo de poder afrontar cualquier desafío de la vida sin experimentar ningún síntoma corporal o sin pensamientos negativos está presente en muchas personas que padecen algún trastorno de ansiedad. En algunos casos, ponen como condición necesaria que la ansiedad se reduzca a cero para poder exponerse a cualquier situación.

Esto es algo que debemos trabajar en los primeros momentos de la terapia y sobre lo que hay que volver cuantas veces sea necesario. La ansiedad es una reacción normal de todos los seres humanos. Es un mecanismo que nos permite estar preparados para afrontar situaciones potencialmente peligrosas y nos pone a tono con las actividades más demandantes. No sólo que no es algo negativo, sino que además es una emoción necesaria para la supervivencia, nos protege. Entonces, no podemos pensar a la ansiedad como algo a eliminar.

Nuestro trabajo terapéutico se orienta a poder regular la ansiedad patológica, la que deja de ser útil para empezar a estorbar, limitar o incluso paralizar a quien la padece. Hablamos de trastorno cuando la ansiedad se presenta de manera excesiva ante situaciones que no ameritan tal respuesta, en función de la amenaza que presentan.
Lejos de pretender eliminar la respuesta ansiosa, dentro del proceso terapéutico buscamos que los pacientes puedan ir afrontando las situaciones temidas a pesar de sentir ansiedad, de manera progresiva, para lograr un efecto de habituación por el cual la respuesta de ansiedad sea cada vez menor.  Además, buscamos que se reestructuren ideas erróneas, catastróficas, respecto de las posibles consecuencias que la respuesta del organismo puede tener.

Entonces, psicoeducar de manera efectiva a nuestros pacientes para que puedan comprender que estamos lejos de pretender eliminar a la ansiedad, sino que buscamos ponerla en el lugar, momento e intensidad adecuados, es un objetivo primordial en las primeras sesiones de terapia cognitivo conductual. Y esta idea nos va a acompañar durante todo el tratamiento, recordándole al paciente, siempre que haga falta, que la ansiedad no va a desaparecer ya que es una característica normal, deseable y necesaria, común a todas las personas.

Lic. Diego Tzoymaher

miércoles, 27 de febrero de 2013

Si no podés salir de tu casa sin el celular…leé esta nota: NOMOFOBIA



La llamada nomofobia (término derivado del inglés, no-mobile-phone phobia), es una de las nuevas fobias debidas a la tecnología que nos rodea.
Cada vez aumenta más el número de personas que muestran conductas dependientes a los nuevos recursos tecnológicos. Específicamente, la nomofobia se refiere al miedo de olvidarse el teléfono celular al salir de casa o a no tener la posibilidad, por diversos motivos, de chequear mensajes, mails, redes sociales, etc.

El celular ha cambiado muchas rutinas cotidianas, como leer el diario en el teléfono mientras se viaja, o chatear en la sala de espera de algún consultorio,  mandar las invitaciones para la fiesta de cumpleaños por whatsapp mientras espero en la cola del supermercado, o enterarse de las novedades del facebook cada vez que aparece una notificación en la pantalla del celular. 

Por supuesto que no está mal utilizar estos servicios como beneficio personal ya que la mayoría son muy útiles y verdaderamente han facilitado la realización de muchas actividades, el problema es cuando las personas pasan más tiempo conectados a su teléfono móvil y esto acaba teniendo consecuencias negativas en su ámbito social, familiar y laboral. 

Hay que distinguir la persona que lo usa limitadamente, de aquella que desarrolla un síndrome de abstinencia en caso de no poder tener acceso a su celular, por haber generado dependencia produciendo irritabilidad, nerviosismo y ansiedad cuando no se puede tener acceso inmediato al mismo. 

El primer estudio sobre nomofobia, realizado hace cuatro años en Inglaterra, demostró que el 53 por ciento de la población sufría de esta condición. 

Es claro que cada vez es más alta la posibilidad de acceso a celulares  y muchas veces puede observarse  la utilización de dos teléfonos por persona (uno personal y otro laboral). La venta de equipos (especialmente los llamados “smartphones”) ha aumentado el 100 por ciento y sigue creciendo anualmente. 

El 71 por ciento de los argentinos que poseen un “smartphone” afirman que no saldrían de sus hogares sin él, de acuerdo al estudio “Our Mobile Planet” de Google. 

Un estudio informa las diferencias por género y segmento etario y se ven reflejadas en las actividades que realizan: 

  • El acceso a redes sociales y chats es más habitual entre los jóvenes y las mujeres.
  • La búsqueda de información o consulta de mapas, guías, etc. es una de las principales actividades realizadas por los hombres y los más adultos. 
  • Las actividades realizadas con mayor frecuencia son el uso de aplicaciones: casi el 50 por ciento de los poseedores de teléfonos inteligentes las utiliza a diario e, incluso, más de una vez por día y el uso de buscadores (el 30 por ciento de ellos, los emplea en forma cotidiana). 

Los distintos estudios coinciden en que uno de los momentos de mayor uso del teléfono inteligente son los traslados. Especialmente durante la mañana, en el camino del hogar al trabajo, facultad, etc. 

En conclusión, estas conductas no sólo afectan las relaciones personales sino que, además, perjudican el rendimiento general, con severa dificultad en la concentración en las tareas concretas y reales. Las actividades cotidianas se ven afectadas o interrumpidas por las alertas de mensajes de textos, mails o avisos de redes sociales. Hay compulsión por leer correos y angustia o ansiedad frente a la posibilidad de perder un mensaje “importante”. Se crea el hábito de hacer varias cosas al mismo tiempo y disminuye la capacidad de disfrute, la productividad y la eficiencia.


Esta tendencia multitasking  puede provocar agotamiento frente a tareas cotidianas, desde quehaceres domésticos hasta obligaciones laborales. No se discrimina cuál tarea es prioritaria, dificultando así el poder realizarlas de manera adecuada.

En personas ansiosas esta habilidad de hacer todo al mismo tiempo puede estar encubriendo exigencias desmesuradas de rendimiento, incapacidad de delegar, expectativas perfeccionistas o rigidez cognitiva (“las cosas deberían hacerse de tal manera” “si lo hago yo es mejor”) que aumentan el estrés y predisponen a sufrir crisis de ansiedad.


Dra. Carolina Quantin

Médica del Staff del Centro IMA

lunes, 28 de enero de 2013

Aerofobia: El miedo a volar


¿Tiene usted miedo a volar?
¿Conoce a alguien que lo esté padeciendo?
El temor de emprender un viaje en avión es muy común. Las estadísticas muestran que el 11% de la población tiene fobia a volar.
Encontramos aquellos a los que dicha perspectiva les produce una ligera inquietud, que normalmente se disipa luego del despegue (diversas encuestas encontraron que sólo un 5% de quienes vuelan lo hacen sin ningún tipo de temor o inquietud). En otros la preocupación es mayor, y suelen ayudarse con factores externos, tales como la presencia de un acompañante, o en  muchos casos el consumo de medicamentos ansiolíticos antes de salir para el aeropuerto, con eventual refuerzo antes de embarcar. Por último,  están aquellos que presentan un temor de tal intensidad que anula por completo la posibilidad de un viaje de este tipo.

"Tengo que viajar por causa de mi trabajo. Mi nuevo cargo ha significado un progreso para mí. Pero ahora va a ser necesario que viaje al exterior con frecuencia. ¡Qué hago? No puedo negarme, pero la idea de volar me resulta absolutamente intolerable“
Como vemos, las limitaciones y dificultades que genera este trastorno pueden afectar diferentes áreas  en la vida de una persona. Muchas veces, el viaje en avión aparece como una necesidad, ya sea por obligación laboral, o por demandas de la dinámica familiar. Hay un grupo de personas en las que la fobia a volar está presente, pero al no presentar habitualmente la necesidad de viajar por dicha vía, podemos decir que el problema no genera deterioro en su calidad de vida. Claro que siempre está latente la posibilidad de que el momento llegue...

¿Quiénes padecen este problema? ¿Por qué ocurre?
Los caminos para llegar al temor a volar son diversos:
Una persona con una vida normal, sin otros problemas en su vida anímica o social en general. Sólo presenta un miedo desproporcionado a volar. La sola idea puede generarle un estado de ansiedad con síntomas como palpitaciones, inquietud, desesperación, etc. En estos casos el diagnóstico suele ser el de Fobia Simple o Específica.
El origen puede estar relacionado con haber vivido alguna situación de peligro real durante un vuelo, o bien haberse sentido fuertemente impresionado por la noticia o el relato directo de otra persona.
También puede ocurrir en quien ha sido testigo de un accidente o situación de peligro sufrida por una  aeronave. Otro caso frecuente es el de aquellos que sufren de Claustrofobia, o temor a los espacios cerrados.
Estas personas sienten gran desesperación al encontrarse en recintos cerrados: ascensores, salas pequeñas, aviones. Personas que padecen de Trastorno de Pánico con Agorafobia, que es un trastorno en el cual la persona teme la posibilidad de padecer una crisis de pánico dentro del avión, durante el vuelo, y lo que les resulta intolerable es la idea de que no podrá bajar de inmediato para obtener alivio o ayuda.
Por último encontramos a aquellos que sufren de Trastorno de Ansiedad Generalizada. En este trastorno las personas se preocupan en forma desmedida, siempre piensan que lo peor está por ocurrir en cualquier momento. Hay una sobre-estimación de la probabilidad de que ocurran eventos negativos. Como resultará fácil de entender, el temor a volar se presenta entonces con frecuencia e intensidad.

¿Es posible superarlo?
La respuesta es sí. Y en la mayoría de los casos el tratamiento es sencillo y de corta duración. Todos estos casos suelen responder muy bien a los tratamientos correctos y específicos. El mayor obstáculo suele ser que la persona que lo padece no confíe en esta posibilidad y no acceda al tratamiento, ya que casi siempre les parece inalcanzable la posibilidad de viajar con tranquilidad, "como todo el mundo". 

Tratamiento de la Aerofobia: "Venciendo el Miedo a Volar"
Dirigido a aquellas personas que evitan volar, que experimentan un intenso grado de ansiedad al hacerlo, o sufren una gran angustia y temor cuando un ser querido tiene que viajar en avión.
El miedo a volar puede superarse.
La instrumentación del tratamiento específico es exitosa en la gran mayoría de los casos, y en plazos breves, habitualmente ocho sesiones, individuales o grupales, son suficientes para vencer el miedo a volar
La terapia mas eficaz es la Terapia Cognitivo-Conductual.

Dr. Enzo Cascardo

lunes, 19 de noviembre de 2012

¿Puede ser que esté padeciendo un Trastorno de Ansiedad Generalizada?


Las personas que padecen Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG) se preocupan excesivamente sobre una amplia gama de acontecimientos.
Por ejemplo:“Si suena el teléfono a las 12 de la noche, seguramente es porque le pasó algo a mis hijos…”  “Si hoy no voy a trabajar, mi jefe se enojará mucho y me despedirá…”  “Me duele mucho la cabeza, y cuando esto pasa tengo miedo de que sea un tumor…”.

Los síntomas físicos incluyen inquietud o impaciencia, cansancio excesivo, tensión muscular (contracturas), dificultades para concentrarse, irritabilidad y trastornos del sueño.
Los síntomas que motivan la consulta  generalmente son: presencia de dolor, cansancio, ánimo deprimido y alteraciones del sueño.

El TAG tiene una base biológica (factores genéticos e hipótesis químicas) y una base psicológica.

Según la Organización Mundial de la Salud, el 29 por ciento de la población tiene un “trastorno de ansiedad” o lo tendrá en algún momento de su vida. Dentro de este espectro (que abarca, entre otros, a los ataques de pánico, fobias y trastornos obsesivo-compulsivos), los llamados worriers (preocupados) representan un 6 por ciento de la población.
Generalmente se desarrolla lentamente y comienza en la adolescencia o juventud. Es más frecuente en mujeres.

Muchas de las personas que finalmente son diagnosticadas con TAG, previamente pasan por muchos médicos especialistas, realizándose infinidad de estudios diferentes con resultados negativos.

El núcleo del trastorno de ansiedad generalizada lo constituyen:
  • La preocupación excesiva: es un estado de preocupación intenso, persistente y difícil de controlar, que perturba el normal desenvolvimiento de quienes lo sufren y, como se comprenderá, el de aquellos que los rodean.
  • El pensamiento catastrófico.
  • La sobreestimación de la probabilidad de que ocurran eventos negativos.
  • Las creencias distorsionadas acerca de la preocupación.

Algunas preguntas pueden ayudar en la detección de la preocupación excesiva:
  • ¿Le resulta difícil poner fin a sus estados de preocupación o, si necesita enfocar su mente en otro tema, le es posible quitar satisfactoriamente la preocupación de sus pensamientos?
  • ¿Le sucede que mientras se encuentra intentando enfocar su atención en leer, ver tv o trabajar, estas preocupaciones irrumpen de golpe en su mente dificultando dichas actividades?
  • ¿Se preocupa por cosas que no revisten tanta importancia para los demás?
  • Cuando las cosas van bien, ¿encuentra usted, sin embargo, motivos para preocuparse y ponerse ansioso?

Si respondió afirmativamente a la mayoría de las preguntas, es importante que usted conozca que existe este trastorno y que quizá lo esté padeciendo.

Hoy existen tratamientos específicos para los pacientes con TAG, el que ha demostrado mayor eficacia es la Terapia Cognitivo-Conductual combinada con Medicación, también pueden ser beneficiosos los ejercicios de relajación y respiración, y la Psicoeducación, aunque no reemplazan a un tratamiento integrado.
Los fármacos apuntan a la corrección de alteraciones neuroquímicas que puedan existir en los circuitos responsables del control de la ansiedad a nivel cerebral, y a reducir el impacto físico de los síntomas. Los tratamientos generalmente son breves y focalizados a la problemática actual.
El objetivo es la recuperación del paciente, que retome sus actividades habituales, muchas de las cuales se veían limitadas por padecer TAG.

Dra. Carolina Quantin

jueves, 11 de octubre de 2012

Eyaculación Precoz y Ansiedad


¿Que es la eyaculación precoz?

La Eyaculación Precoz (EP) es una disfunción sexual que se caracteriza por la dificultad que tiene un varón  para darse cuenta de sus sensaciones eróticas previas al momento eyaculatorio. Se define por la ausencia de control voluntario de esta. En otras palabras se podría decir que el eyaculador precoz no ha adquirido o ha perdido la capacidad de decidir, dentro de los límites razonables, el control del momento eyaculatorio. El criterio más importante para considerar al momento del diagnóstico es que se produzca antes de que ambos miembros de la pareja lo deseen y que este factor genere problemas entre ambos.

La EP es la disfunción mas frecuente en los hombres, la mayoría sufrirá este trastorno en algún momento de su vida, sin que deba considerarse preocupante. Se convierte en un verdadero problema cuando ocurre en la mayoría de los encuentros sexuales.

¿A que edad suele aparecer?

Puede  aparecer a cualquier edad pero es  común en los hombres jóvenes y esta relacionado  muchas veces con la novedad sexual (una pareja nueva o una situación distinta)
Se calcula que el 50% de la población masculina la padece  entre los 30 y los 50 años y se va retrasando con la edad.

¿La EP es orgánica o psicológica?

Raras veces obedece  a causas orgánicas, generalmente puede presentarse como una reacción psicológica a una disfunción erectiva orgánica.
Se clasifica en:
  • primaria: cuando ocurre desde el inicio de la actividad sexual
  • secundaria: cuando hay periodos previos a la consulta en que la EP ha ocurrido.


¿Como interviene la ansiedad en la EP?

La ansiedad normal tiene una función importante relacionada con la supervivencia, activa mecanismos de lucha/huida que ponen en marcha respuestas asertivas y adaptativas.
En las sociedades modernas esta característica innata del hombre se ha desarrollado en muchos casos de manera poco exitosa adquiriendo formas patológicas, conformando cuadros sintomáticos que constituyen los denominados trastornos de ansiedad.
La ansiedad es una respuesta emocional que engloba aspectos subjetivos y cognitivos de carácter displacentero, aspectos corporales o fisiológicos, caracterizados por un alto grado de activación del sistema periférico, aspectos motores que suelen implicar comportamientos poco ajustados y escasamente adaptativos.
La diferencia entre ansiedad normal y patológica es que la primera se presenta en episodios poco frecuentes, con intensidad leve o media y de duración limitada, ante estímulos previsibles. En cambio, la ansiedad patológica se caracteriza por sucederse en episodios reiterativos, de intensidad alta y duración excesiva, con alta y desproporcionada reactancia a la amenaza provocando notable interferencia en la vida del paciente.
Uno de los componentes básicos de las personas que padecen EP es  su exceso de manifestaciones ansiosas.
Síntomas como: taquicardia, tensión muscular, transpiración, respiración acelerada etc,  pertenecen al campo de la excitación  sexual como al terreno de las expresiones físicas de la ansiedad, por esto es necesario que el eyaculador precoz sepa diferenciar cuando los síntomas responden a una u otra cosa ya que  una de las grandes dificultades que tienen es  lograr identificar las señales de excitación sexual, pues los juegos previos pasan a ser una exigencia de rendimiento y las cogniciones anticipatorias de fracaso, promoviendo así conductas evitativas  al momento del encuentro sexual. En este estado ansioso es que estas personas han aprendido a desarrollar frente a la ejecución del acto sexual y por reflejo condicionado  una secreción importante de adrenalina y noradrenalina que llega al sistema nervioso central y periférico.

En el  cerebro se confunden entonces las señales de ansiedad y excitación sexual porque el proceso eyaculatorio utiliza los mismos neurotransmisores, por este motivo la eyaculación se produce sin ningún control.
Podríamos concluir diciendo que las causas reales de la EP son básicamente dos: ansiedad y mal aprendizaje, ambas interactúan y se refuerzan.

Tratamiento

El tratamiento esta sustentado, por la combinación de intervenciones médico-farmacológicas y psicológicas (terapia sexual).
Es importante que el abordaje sea realizado por profesionales especializados capaces de  focalizar el problema y plantear la resolución del mismo en tiempos breves.

Básicamente esta enfocado a varias acciones:
 a) identificar y bajar la ansiedad que se presenta en el momento erótico
 b) aumentar la conciencia corporal y sensual del sujeto
 c) mejorar la calidad de la experiencia erótica/corporal.

Esto se logra a través de la verbalización de miedos y angustias, además de realizar una serie de ejercicios  (en su domicilio) en los cuales el individuo va reconociendo los avisos que su cuerpo manda  indicando que tan excitado se encuentra y que tan cerca, viene la eyaculación (tarea de re-aprendizaje).
Estas tareas se diseñan “a medida” de cada paciente y a su posibilidad de cumplirlas definiendo un plan de entrevistas y consultas semanales o con la frecuencia que se establezca con el profesional.
Lic. Patricia Rodriguez

domingo, 16 de septiembre de 2012

Miedo al parto, partos más largos

Un estudio reciente publicado en BJOG: An International Journal of Obstetrics and Gynecology  sugiere que aquellas mujeres que tienen miedo al parto tienden a tener un trabajo de parto más largo, en comparación con aquellas mujeres que no lo tienen.

El estudio, llevado a cabo en Noruega, estudió a 2206 mujeres que cuyo parto sería por vía vaginal. Encontraron que en el grupo de mujeres con miedo al parto, la duración del trabajo de parto era de 8 horas promedio versus un promedio de seis horas y 28 minutos en mujeres sin miedo.

El miedo al parto afecta entre el 5 y el 20% de las mujeres embarazadas, en especial si:
  • La embarazada es muy joven.
  • Es madre primeriza.
  • Hay un historial de psicopatología previa al embarazo (por ejemplo, un trastorno de ansiedad)
  • No tiene una red social que la contenga eficazmente.
  • Hay antecedentes de violencia obstétrica

Por otro lado, una mayor duración en el trabajo de parto, incrementa las chances de tener que recurrir a una cesárea.

Es posible, explica la Dra. Adams, que “el alto nivel de hormonas relacionadas al estrés debilite las contracciones uterinas durante el trabajo de parto, pudiendo ser ésta una de las causas por la cual el trabajo de parto se extiende durante más tiempo”. El miedo genera una respuesta de estrés en el cuerpo, que libera menor cantidad de oxitocina, lo que debilita las contracciones y prolonga el trabajo de parto.

Aprender a manejar el estrés, la ansiedad y las preocupaciones excesivas durante el embarazo, no solamente puede llevar a un trabajo de parto más corto, sino también a un embarazo más saludable, a una menor tasa de abortos espontáneos, a una mejor lactancia, y a tener un bebé libre de los efectos nocivos del estrés.

Lic. María Cecilia Veiga

Fuente:
SItio Web de ProMamás
Adams S, Eberhard-Gran M, Eskild A. Fear of childbirth and duration of labour: a study of 2206 women with intended vaginal delivery. BJOG 2012.