viernes, 9 de mayo de 2014

CentroIMA en APSA 2014


Una vez más CentroIMA fue parte del Congreso Argentino de Psiquiatría de la Asociación Argentina de Psiquiatras, que se realiza anualmente en la ciudad de Mar del Plata. En esta oportunidad el encuentro, número XXIX, tuvo lugar en el NH Gran Hotel Provincial del 23 al 26 de abril.
Nuestra institución participó con dos mesas redondas que abordaron el tema de las adicciones comportamentales. En una de ellas Carolina Quantin, Florencia Puccio y Diego Tzoymaher disertaron acerca de la adicción a Internet y a los juegos on-line. En la otra, Laura Liceaga, Cecilia Veiga y Enzo Cascardo expusieron sobre la adicción al trabajo.
Ambas mesas contaron con salas llenas, lo que evidencia el alto interés que generan estos tópicos. 
La divulgación y el intercambio de conocimientos con el público general y con otros profesionales es un objetivo continuo de CentroIMA, más allá de la atención de nuestros pacientes. 
Damos las gracias a APSA por brindarnos el espacio para hablar de nuestro trabajo y esperamos volver a ser parte del Congreso el año entrante.

De izq. a der.: Carolina Quantin, Diego Tzoymaher,
Florencia Puccio y Enzo Cascardo
De izq. a der.: Cecilia Veiga,
Enzo Cascardo y Laura Liceaga

lunes, 14 de abril de 2014

“No necesito tratamiento, necesito trabajo”

Edgardo tiene 43 años, es casado, sano físicamente, bachiller y empleado administrativo de una empresa de seguros desde hace 21 años. Fue despedido hace 6 meses y aceptó la entrevista psiquiátrica exclusivamente por pedido de su esposa. Refiere que al perder el trabajo comenzó a sentirse inquieto, nervioso, con dificultad para dormir, sueño no reparador y pesimista en relación al futuro familiar y al propio.
Concurrió a varias entrevistas de trabajo y no consiguió insertarse laboralmente. Al despido inicial se sumó una prolongada desocupación. A pesar de haber estado muy afectado desde que recibió el telegrama de despido, se negó a realizar todo tipo de tratamiento psicológico o psiquiátrico, pues consideraba que lo que le sucedía era normal y lógico a la situación. Durante la primera consulta dice: “lo mío se arregla con trabajo o dinero, no con palabras, pero si me quiere dar algo para tomar lo probaría porque así no doy más”. Reconoce haber concurrido a todas las entrevistas laborales, sumamente ansioso por su inexperiencia para este tipo de “entrevistas modernas”. Se pregunta también qué hubiera pasado si hubiera concurrido más tranquilo y sereno.
A Edgardo se le diagnosticó Trastorno Adaptativo Ansioso y fue medicado con dosis bajas de ansiolíticos, comenzando a mejorar en la primera semana y encontrándose  estabilizado desde el primer mes de tratamiento.

TRASTORNOS ADAPTATIVOS
Se denominan así a los trastornos de sintomatología variable que se producen como consecuencia de una mala/pobre adaptación a la exposición reciente a eventos/factores estresantes claramente identificados. 
El cuadro clínico debe producir un malestar francamente mayor de lo esperable en respuesta al/los estresante/s y a su vez impactar/”trastornar” significativamente las actividades sociales, laborales o académicas de quien lo padece.

¿Cuáles suelen ser los estresores más frecuentes como causales de un trastorno adaptativo?
1)    De la vida de relación:
·         Embarazo
·         Problemas de pareja
·         Separaciones/divorcios
·         Dificultades laborales
·         Ascensos importantes o despidos
·         Mudanzas/desarraigos
·         Problemas económicos
              ·         Jubilación                                        

2)    Enfermedades médicas:
·         Enfermedades agudas o crónicas, evaluaciones diagnósticas complejas y/o prolongadas
           ·     Cualquier situación psicofísica que produzca una merma o pérdida de autonomía            y de autosuficiencia


Si bien este tipo de situaciones estresoras son indudablemente frecuentes, no todos los sujetos expuestos enferman desarrollando un trastorno de adaptación.
De acuerdo al predominio de síntomas, los trastornos adaptativos pueden dividirse en varios subtipos:
·         Con estado de ánimo depresivo: con predominio de síntomas del tipo de ánimo depresivo, llanto o desesperanza.
·         Con ansiedad: con predominio de síntomas como nerviosismo, preocupación o inquietud.
·         Mixto con ansiedad y depresión
·         Con trastorno de comportamiento (vagancia, vandalismo, conducción de automóviles irresponsable, peleas e incumplimientos legales)
·         Con alteración mixta de las emociones y el comportamiento.

TRATAMIENTO
Se trata  de cuadros altamente prevalentes, que muchas veces al ser subdiagnosticados,  no son  tratados. Esto genera con el tiempo posibles patologías psiquiátricas más severas y deterioro de la calidad de vida del paciente. Los trastornos adaptativos precozmente diagnosticados no suelen requerir tratamientos farmacológicos muy prolongados. Los tratamientos integrados y combinados de psicoterapia con psicofármacos son los más efectivos.
Una vez que haya cesado el estresante o “sus consecuencias”, los síntomas no debieran durar o persistir más de 6 meses; sin embargo, puede tornarse crónico si el cuadro perdura en respuesta a un estresor que se ha cronificado o a sus consecuencias si son permanentes. Siguiendo el caso anteriormente descripto, el paciente puede conseguir trabajo pero continuar con sintomatología ansiosa, y las consecuencias del periodo sin trabajo también pueden persistir (problemas económicos).
En conclusión, no debemos olvidar la importancia en la adecuada detección de los trastornos adaptativos para la implementación de un rápido y eficaz tratamiento.


Dra. María Laura Liceaga

martes, 18 de marzo de 2014

Charla abierta a la comunidad: “Trastornos de ansiedad. ¿Cómo detectarlos? ¿Se pueden tratar eficazmente?”

Los trastornos de ansiedad tienen una presencia significativa en la población, tanto adulta como infantil. Pánico, fobias, timidez severa, preocupación excesiva, obsesiones y compulsiones, son formas en las que estos problemas se ponen de manifiesto. Muchas veces las personas tardan mucho tiempo en obtener un diagnóstico correcto para estos desórdenes. Esta charla resultará de utilidad para todo aquel que sospeche padecer de alguno de estos problemas o que tenga familiares o amigos a quien quiera asesorar. Abordaremos las características de los trastornos de ansiedad y las diferentes maneras de tratarlos que cuentan con evidencia científica, tanto farmacológica como psicoterapéutica.

Expondrá el Lic. Diego Tzoymaher, psicólogo de la institución.

Jueves 20 de marzo, 19 hs. en la sede de CentroIMA, Scalabrini Ortiz 3355 4ºI

Actividad no arancelada, con inscripción telefónica previa al 4805-2731 o 4803-9177





lunes, 3 de marzo de 2014

¿Preocupación normal o TAG?

  • ¿Te resulta difícil poner fin a algunos estados de preocupación o, si necesitás enfocar tu mente en otro tema, te es imposible quitar satisfactoriamente la preocupación de tus pensamientos?
  • ¿Te pasa que mientras estás intentando enfocar tu atención en leer, ver tv o trabajar, las preocupaciones irrumpen de golpe en tu mente dificultando dichas actividades?
  • ¿Te preocupás por cosas que no revisten tanta importancia para los demás?
  • ¿Encontrás motivos para preocuparte y ponerte ansioso incluso cuando las cosas van bien?
Si respondiste afirmativamente a la mayoría de las respuestas, es probable que padezcas de un trastorno de ansiedad generalizada o TAG.

El TAG se caracteriza por la presencia de ciertos pensamientos que describiremos a continuación (llamados síntomas cognitivos): preocupación excesiva sobre una amplia gama de acontecimientos durante más seis meses de duración, sobreestimación de la probabilidad de que ocurran eventos negativos y pensamiento catastrófico. Los síntomas físicos incluyen inquietud o impaciencia, fatigabilidad fácil, tensión muscular, dificultades de concentración, irritabilidad y las alteraciones del sueño. Es fundamental tener en cuenta los síntomas cognitivos asociados con la preocupación persistente e incontrolable. De hecho, las distorsiones cognitivas, principalmente la sobreestimación de la probabilidad de que ocurra un evento negativo, son un síntoma clave cuya consideración es imprescindible para el profesional que realiza el diagnóstico de TAG.

Llamamos preocupación excesiva a un estado de preocupación intenso, persistente y difícil de controlar, que perturba el normal desarrollo de quienes lo sufren y de aquellos que los rodean. Los contenidos de tal preocupación son aquellos comunes de la vida cotidiana: la salud y el trabajo propio o de miembros de la familia, el futuro, la economía, el rendimiento laboral, lograr cumplir a tiempo con diversas obligaciones, llegar en horario a las reuniones, etc. Esta preocupación lleva a quienes la padecen a vivir en un permanente estado de tensión y de alerta (que se refleja en cansancio fácil, irritabilidad, impaciencia, inquietud, contracturas musculares, sueño poco reparador y dificultad para concentrarse), siempre anticipando la posibilidad de que ocurran hechos negativos en el futuro próximo:

  • Si tengo que irme de vacaciones en auto, seguramente habrá mucho tráfico, y es probable que avance muy lentamente y hasta que se produzca un colapso en la autopista y así ser blanco vulnerable para los ladrones que puedan rondar por allí.
  • Mi hija va a bailar, y si no me responde el mensaje que le mandé es probable que la hayan secuestrado o que haya tenido un accidente
  • Si suena mi teléfono a las once de la noche, es porque alguien va a darme una mala noticia.
  • Me duele el estómago, quizá sea una enfermedad maligna y no la hayan detectado a tiempo.

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Aunque la preocupación excesiva es el elemento característico y principal en el TAG, a veces queda opacada por la gran cantidad de síntomas físicos que tiene el paciente. El curso de la enfermedad es generalmente crónico y se acompaña por la afectación del funcionamiento laboral, académico y social de los pacientes. El TAG también genera una discapacidad similar a la observada en presencia de otras enfermedades médicas. Con frecuencia, las personas con TAG presentan síntomas durante más de diez años antes de recibir el diagnóstico correcto. Los síntomas que motivan la consulta son generalmente la presencia de dolor muscular, fatiga, depresión y alteraciones del sueño.
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La persona con un trastorno de ansiedad generalizada cree que vive en un mundo amenazante, difícil de controlar y se considera a sí misma como alguien sin recursos para afrontar los problemas que se le plantearán. Suelen ser exageradamente responsables e hipercríticos. Es común que se ocupen de más cosas de las que les corresponden, al considerar que los demás no lo hacen como deberían, sobrecargándose por no querer delegar tareas a otras personas.

Si  padecés de TAG, debes saber que la mejoría en la calidad de vida es posible, siempre y cuando se aborde y resuelva el síntoma central de este trastorno, la preocupación excesiva. Existen diversas técnicas cognitivo-conductuales de probada utilidad para revisar y corregir el modo catastrófico en que la realidad es percibida y procesada. También disponemos hoy en día de nuevos psicofármacos específicos, orientados a atenuar los síntomas físicos, a favorecer un mejor descanso, a disminuir la elevada ansiedad cotidiana y a restablecer el estado anímico, con frecuencia deteriorado. El tratamiento debe ser indicado y controlado por un médico especialista, el cual evaluará cual es el fármaco indicado para cada caso, en qué dosis y durante cuánto tiempo deberá ser administrado.

Un diagnóstico adecuado es el primer paso para intentar abordar un problema psicológico que muchas veces se confunde con una forma de ser.

Dra. Carolina Quantin


domingo, 9 de febrero de 2014

Libro recomendado del mes

Con la recomendación de este libro inauguramos una nueva sección en nuestro blog. La idea es compartir con ustedes lecturas que pueden resultar de utilidad para transmitir ideas y conceptos que son habituales en la práctica diaria del consultorio. Muchas de las publicaciones que vamos a recomendar aquí se las sugerimos a nuestros pacientes en algún momento del tratamiento como forma de acompañar el trabajo terapéutico. Esperamos que estas propuestas despierten su interés y estimulen su curiosidad.


La primera recomendación que queremos hacerles es “El arte de no amargarse la vida” del psicólogo español Rafael Santandreu. Es una manera simple y amena de acercarse a los conceptos de la terapia cognitiva como forma de abordar los malestares anímicos y emocionales.
El libro está organizado alrededor de dos conceptos principales: la “necesititis” y la “terribilitis”. Santandreu sostiene que la mayoría de los trastornos psicológicos causantes de sufrimiento y malestar tienen que ver con la confusión entre deseos y necesidades, a eso lo denomina enfermedad de la “necesititis”, y con creer que los problemas y carencias son siempre terribles e intolerables, es a lo que llama “terribilitis”.
El autor usa estas expresiones, estos neologismos, como forma de transmitir el concepto de distorsión cognitiva, eje central de la conceptualización cognitiva de los desórdenes psicológicos, ya explicado en este blog anteriormente, y los desarrolla valiéndose de casos de su práctica clínica y de ejemplos de su vida personal.

Más allá de cierta radicalización y simplificación conceptual, como el planteo de que para vivir solo necesitamos comida, agua y un techo para guarecernos y que todo lo demás son deseos de los que podemos prescindir sin sufrir, el libro de Santandreu es una muy buena aproximación a las ideas que intentamos transmitir desde la terapia cognitivo conductual.

Lic. Diego Tzoymaher

sábado, 11 de enero de 2014

Todo depende de cómo interpretemos las cosas

La realidad no es algo a lo que podamos acceder de manera objetiva. Existen numerosas interpretaciones de lo que podemos llamar realidad, quizás tantas como personas existen.
La manera en que vemos, pensamos, entendemos las cosas, depende de múltiples factores: temperamento heredado, estilo de crianza de nuestros padres, experiencias de vida, etc. 

Todos estos elementos contribuyen a formar los filtros a través de los cuales vamos a leer el mundo que nos rodea y a nosotros mismos. Donde uno ve un problema, otro ve una oportunidad; donde alguien percibe peligro, el de al lado asume un desafío; quien es rechazado aquí, es aceptado más allá.

La Terapia Cognitiva se basa en este principio para conceptualizar los trastornos psicológicos y los problemas de conducta. La idea es que no vamos a sentir y actuar en función de los hechos que suceden, sino como consecuencia de cómo pensemos dichas situaciones. Elaboramos esquemas con los que interpretamos la información del medio externo e interno. Cuando alguna de dichas estructuras cognitivas es demasiado rígida, se basa en prejuicios infundados o tiene algún tipo de distorsión, se transforma en fuente de malestar para la persona y su entorno.

En las personas que padecen trastornos de ansiedad, es habitual encontrar distorsiones a la hora de interpretar al entorno y a sí mismo. El mundo, o cierta porción de él, es visto como un lugar excesivamente amenazante y el propio sujeto se percibe sin herramientas para hacerle frente, con un alto grado de vulnerabilidad.

El proceso terapéutico que aborde la ansiedad y sus trastornos específicos deberá, en principio, comprender muy bien cómo se configuran estas distorsiones en cada paciente. A qué teme, de qué manera, con qué formas de afrontamiento desde lo conductual; para luego poder planificar las estrategias necesarias que intenten modificar esas interpretaciones erróneas y las consecuentes conductas disfuncionales que mantienen el problema.

El objetivo, en última instancia, es lograr que el paciente incorpore la noción de que la manera en que está viendo las cosas es una de las tantas posibles, no la única, no la verdadera, pero sí una que lo hace sufrir. Allí es donde se abre la puerta para el cambio.

Lic. Diego Tzoymaher


miércoles, 18 de diciembre de 2013

¿Qué es tener TOC?


El Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC), es un trastorno que se caracteriza por la presencia de ideas obsesivas, que invaden la mente del paciente de forma intrusiva, persistente, molesta y difícil de controlar. Estas ideas a pesar de ser completamente irracionales y sin sentido son generalmente creídas por el paciente, quien reacciona ante ellas con gran ansiedad y malestar. Por este motivo, y ante la necesidad de calmar la angustia y la ansiedad que las ideas obsesivas traen aparejadas, el paciente intenta realizar alguna conducta (manifiesta o mental) que le traiga alivio. Esas conductas o rituales lo calman momentáneamente y comienzan a conformar un círculo vicioso por el cual ante el surgimiento de una idea obsesiva el paciente siente la imperiosa necesidad de realizar una conducta o ritual. Estas conductas son rígidas, estereotipadas y se convierten en compulsivas ya que el enfermo no puede dejar de hacerlas.

Estos pacientes generalmente se preocupan por cuestiones como contagiarse una enfermedad o contaminarse, el orden, la simetría, la sexualidad y la posibilidad de hacer daño a sí mismos o a terceros. Reaccionan frecuentemente con rituales y compulsiones de lavado de manos, aseo excesivo, verificación, chequeo de conductas ya realizadas (ej. cerrar la llave de gas) y orden extremo, entre otras.

El TOC, por ser un trastorno llamativo en su sintomatología, ha sido muchas veces utilizado en películas u obras de teatro, sin embargo es importante interpretar con seriedad la magnitud y complejidad de este cuadro psicopatológico.
La interferencia que este trastorno tiene en la vida de quienes lo padecen es muy alta. Afecta severamente la calidad de vida, las relaciones interpersonales, el trabajo y el estudio de los pacientes, llegando en los casos más graves a generar una total incapacidad.

A pesar de las dificultades que presenta este trastorno, también existe una forma de abordarlo en pos de la recuperación. La Terapia Cognitivo-Conductual (en combinación con un abordaje farmacológico) es la primera elección de tratamiento en este tipo de patología, logrando mediante técnicas específicas romper el círculo vicioso entre obsesiones y compulsiones, obteniendo una mejoría significativa.
Las técnicas más utilizadas en el tratamiento de este trastorno son:
  • Exposición con prevención de la respuesta: Consiste en que el paciente entre en contacto y se exponga a los objetos diparadores, situaciones temidas o a sus propios pensamientos ansiógenos, pero sin realizar el o los rituales que habitualmente lleva a cabo para aliviar su ansiedad. Mediante este procedimiento el paciente logra romper el círculo vicioso entre obsesiones y compulsiones. La exposición puede ser gradual o total, pero siempre debe ser planificada, estructurada y sistematizada para lograr resultados eficaces.
  •  Modificación de las compulsiones: Incluye una variedad de posibilidades por las cuales el paciente aprende a tomar conciencia de la conducta ritual que realiza y, mediante un esfuerzo consciente, intenta modificarlo gradualmente hasta poder dejar de hacerlo por completo. Las opciones son: posponer el ritual, enlentecer el ritual y modificar algún aspecto del ritual.  
  • Reestructuración cognitiva: Consiste en ayudar al paciente a identificar sus pensamientos automáticos erróneos y conocer sus creencias irracionales más profundas, para poder luego discutirlas, cuestionarlas y generar un nuevo pensamiento más flexible y racional.

Los pacientes con TOC suelen sobrestimar la probabilidad de un daño o peligro, subestiman sus propias capacidades de afrontamiento y presentan distorsiones cognitivas típicas como intolerancia a la incertidumbre, necesidad de control y materialización del pensamiento, entre otras. 
El tratamiento del TOC implica todo un trabajo y esfuerzo del paciente por superar sus síntomas.

Lic. Florencia Puccio

viernes, 29 de noviembre de 2013

¿Podemos manejar nuestra ira?



A la ira se la define como la “Pasión del alma que mueve a la indignación y al enojo”. Se la asocia con estados de furia, tensión, agresión, bronca e irritabilidad.

Desde los consejos populares, guardarse la ira o la bronca sería causal de enfermedades psicosomáticas. Generalmente se alienta la idea de expresar los sentimientos de ira, así supuestamente la persona se sentiría mejor. Sin embargo, hasta ahora no contamos con datos científicos que fundamenten esta idea. Si bien en determinadas ocasiones es adaptativo expresar la ira, en la mayor parte de los casos no ayuda.

Desde la óptica de la psicología cognitivo conductual se plantea una tercera opción; ni reprimirla ni expresarla. Se focaliza en el objetivo de dejar de sentir ira o reducir su producción.

La ira es una emoción, y es consecuencia directa de los pensamientos e interpretaciones que hacemos de los hechos, no del hecho en sí. En la mayoría de los casos, la ira es la consecuencia de sutiles distorsiones cognitivas.

Un pensamiento distorsionado es irracional, es aquel que dificulta el funcionamiento eficaz de la persona. Es un pensamiento dogmático y poco funcional. La persona se evalúa a sí misma, a los demás y al mundo, de manera rígida y poco flexible.

Una técnica psicológica llamada reestructuración cognitiva ha demostrado efectividad para reducir la frecuencia y la intensidad de la ira, así como también de la ansiedad interpersonal y general, la angustia y el perfeccionismo.

Se trabaja en la terapia y se recogen datos fuera de ella, en diversos formatos.

Se instruye al paciente a identificar los pensamientos, creencias, e interpretaciones que hace de la realidad. La persona aprenderá a confrontarlos, para decidir si son pensamientos racionales o distorsionados. En caso de resultar distorsionados, el siguiente paso será clasificarlos. Las más frecuentes son las etiquetas globales, los debería, la interpretación del pensamiento, el pensamiento  catastrófico y polarizado.

A continuación se detallan las distorsiones más frecuentes en personas que experimentan elevados niveles de ira:

Interpretación del pensamiento

Se hacen juicios repentinos sobre los demás. Sin mediar palabra, la persona sabe qué sienten los otros, y porqué se comportan de la forma en que lo hacen. Generalmente pasan por alto que tales conclusiones sólo son verdaderas para uno mismo, sin comprobar si son apropiadas para los demás.

Polarizado

Se evalúan los hechos o las personas de manera dicotómica. Las cosas se ven como blancas o negras, buenas o malas. Las personas son perfectas o fracasadas, no existen términos medios. No hay grises ni matices. No hay lugar para las equivocaciones.

Catastrófico

Se espera el desastre. Este tipo de distorsión, generalmente empiezan con las palabras "y si…...(ocurre tal cosa...)". La lista de temas puede resultar interminable. Una imaginación catastrófica fértil no tiene límites.

Etiqueta global

Se generalizan una o dos cualidades negativas para llegar a un juicio negativo global. El rótulo ignora toda evidencia contraria, generando una visión estereotipada y unidireccional.

Debería

La persona posee listas de normas rígidas sobre cómo deberían actuar ellos y los demás. Las personas que transgreden estas normas le generan enojo, hasta puede sentirse culpable si las viola ella misma.

Por último se busca, a través del tratamiento, generar estilos de pensamientos y creencias más adaptativos.

A  pesar  que diariamente estamos expuestos a muchos acontecimientos negativos, se puede lograr reducir considerablemente la ira, y en ocasiones directamente no sentirla.

¡Vale el esfuerzo probarlo!

Lic. M. Verónica Tamburelli

lunes, 4 de noviembre de 2013

La terapia de exposición “apaga” las neuronas del miedo

En los primeros encuentros con un paciente que se acerca a consultar por un trastorno de ansiedad, le explicamos, entre otras cosas, en qué va a consistir el tratamiento. La mayor parte de las veces le contamos que el abordaje de su problema va a incluir alguna forma de exposición, lo cual implica que de una manera específica, progresiva y controlada, deberá afrontar los estímulos que le generan una ansiedad desproporcionada. Ya sea algún animal o insecto en las fobias específicas, situaciones o síntomas físicos en el pánico y la agorafobia, la interacción con otros en el trastorno de ansiedad social, es necesario trabajar con técnicas de exposición para lograr la recuperación del paciente.

Una reciente investigación efectuada en ratones publicada en la revista Neuron arroja nuevos datos sobre los mecanismos biológicos implicados en la supresión de las respuestas de miedo generada por la terapia de exposición.

Investigadores de la Universidad de Tufts encontraron que la exposición no sólo “silencia” un grupo de neuronas de la amígdala (una estructura cerebral involucrada en la respuestas de miedo ante la percepción de peligro) que se activa ante una situación generadora de temor, sino que también induce a la remodelación de un tipo de unión inhibitoria entre las neuronas llamada sinapsis perisomática. Este tipo de sinapsis son conexiones entre neuronas que permiten “silenciar” a otro grupo de neuronas. La terapia de exposición aumenta el número de sinapsis inhibidoras perisomáticas en la amígdala, proporcionando una explicación para la reducción de la respuesta de miedo.

Para este experimento, los investigadores sometieron a un grupo de ratones a experiencias inductoras de miedo dentro de una caja. Luego una parte de ellos recibió terapia de exposición volviéndolos a poner en la caja pero sin situaciones atemorizantes a fin de lograr la extinción de la respuesta de miedo, mientras que el resto no fue sometido a la exposición. Se comprobó que en los ratones que habían recibido las sesiones de exposición, la cantidad de sinapsis perisomáticas era mayor que en los que no la habían recibido.

Los ratones son modelos válidos para comparar con el ser humano dada la similitud de las circuitos cerebrales implicados en el mecanismo del miedo.

Según Leon Reijmers, autor principal del estudio, el aumento de sinapsis inhibidoras perisomáticas no borra el recuerdo del evento pero suprime la respuesta de temor.

Este interesante trabajo aporta nuevos datos para comprender los mecanismos cerebrales implicados en una forma de terapia que ha demostrado gran eficacia en el abordaje de los trastornos fóbicos. Una razón más para que, tanto pacientes como terapeutas, se esfuercen para implementar tareas de exposición dentro de los tratamientos de los trastornos de ansiedad, aunque muchas veces haya resistencias fuertes para llevarlas adelante.

Lic. Diego Tzoymaher

Link al abstract en Neuron:

jueves, 5 de septiembre de 2013

Aprendiendo que es la Fobia Específica

“No puedo ni siquiera imaginar una araña. Me da miedo, asco, muchas sensaciones. No puedo ni pensar en qué pasaría si tengo una araña cerca, creo que me moriría”

El miedo es una experiencia muy común para los seres humanos y se trata, además, de una experiencia que tiene un importante valor adaptativo para la supervivencia de la especie. Normalmente cuando hablamos de miedo adaptativo nos referimos a un conjunto de sensaciones que se ponen en marcha como respuesta normal ante peligros reales. Pero cuando estas sensaciones se experimentan en situaciones que no suponen una amenaza real, nos encontramos ante un miedo que ya no es adaptativo. El término fobia se utiliza para describir este tipo de reacciones de miedo no deseables.

Si esos miedos pueden justificarse  en relación a una situación  traumática en la vida del paciente, generalmente se diagnostica como estrés postraumático o estrés agudo.

Si no es así, evaluar cuáles son esos miedos: si el miedo está relacionado con animales, situaciones del ambiente natural, miedo de sangre o heridas, miedo de ahogarse o vomitar, estamos ante la presencia de las llamadas fobias específicas.

Es necesario diferenciar entre los siguientes subtipos de fobias específicas que indican la causa del miedo o evitación:
  • Tipo animal.- El miedo hace referencia a insectos o animales.
  • Tipo ambiental.- El miedo hace referencia a situaciones relacionadas con la naturaleza y los fenómenos atmosféricos, como tormentas, precipicios, tornados, volcanes, agua.
  • Tipo sangre-inyecciones-daño.- El miedo hace referencia a la visión de la sangre o heridas, o a recibir inyecciones u otras intervenciones médicas.
  • Tipo situacional.- El miedo hace referencia a situaciones concretas como a vehículos, túneles, ascensores, aviones o recintos cerrados.
  • Otros tipos.- El miedo hace referencia a otro tipo de situación entre las que se incluyen aquellas que pueden llevar al atragantamiento, vómito o la adquisición de una enfermedad.

Diferencias entre Fobias y Miedo normal

  • Intensidad excesiva
  • Irracionalidad
  • Evitación del objeto del miedo.
  • Interferencia en las actividades cotidianas
  • Malestar clínicamente significativo

El tratamiento actualmente más eficaz para las fobias específicas es la terapia cognitiva- conductual (TCC). Sus objetivos son:
  • Ayudar al paciente a entender la respuesta de ansiedad, y a controlar su intensidad, aprendiendo a manejar las sensaciones físicas.
  • Ayudar al paciente a afrontar mas confortablemente las situaciones u objetos que antes evitaba.
  • Enseñar estrategias que permitan  modificar los pensamientos irracionales del paciente. El paciente debe aprender que las consecuencias catastróficas esperadas no se producen.
  • Devolver al paciente la sensación de control.

En cuanto al tratamiento con medicación, todos los pacientes deben ser informados, en el momento en que se inicia el tratamiento, de  los posibles efectos secundarios y el riesgo de síntomas de discontinuación y/o abstinencia si el tratamiento se interrumpe repentinamente. Esto se evita si el tratamiento farmacológico es adecuadamente controlado por un especialista en salud mental. Lo ideal es que toda la información se entregue escrita adecuadamente para que pueda estar disponible en cualquier momento para el paciente.

El mayor obstáculo suele ser que la persona que lo padece no confíe en la posibilidad  de enfrentarse a aquello a lo cual le temió irracionalmente toda la vida, y no acceda al tratamiento, ya que casi siempre les parece inalcanzable la posibilidad de mejorar. Con el tratamiento adecuado, el índice de recuperación es muy elevado, y en plazos muy breves.


Dra. Carolina Quantin