lunes, 8 de noviembre de 2010

¿Cómo utilizamos la tecnología?

…"Primeras horas de la mañana, en el trabajo, en un cyber, en casa desayunando o con mi blackberry mientras viajo hacia algún lugar a comenzar mi día, no puedo evitar revisar todas mis casillas de mail (porque hoy en día nadie tiene una sola), entrar a mi facebook a ver si tengo alguna notificación o invitación a eventos, revisar el inicio para saber si alguien cambió su estado civil, subió fotos o videos que puedan entretenerme, o cuál fue la máxima puntuación de alguno de los juegos mas usados en esta red social y, por supuesto, saber si alguien solicitó mi amistad. Otro punto importante: conocer qué “están pensando”  mis “amigos”, ya que es lo primero que aparece en la página de inicio del facebook. Luego de usar más de 40 minutos de mi mañana (que pasaron sin darme cuenta), me doy una vuelta por Twitter, a ver qué esta haciendo la gente a la que sigo, y qué comentarios dejaron en ese espacio de 140 caracteres .Y luego de casi una hora, ya estoy lista para comenzar mi día”…

En esta época  no es infrecuente escuchar este tipo de relatos, en los cuales los seres humanos usamos nuestro tiempo en actividades que antes ni pensábamos podían existir. Ahora, ¿para qué llamar a ese compañero de colegio que no veo hace tiempo si me puedo enterar de su vida a través del facebook? O arreglar encuentros u otro tipo de transacciones a través del “muro”, a la vista de todos (digo a la vista de todos, porque si no quisiera que los demás lo vean, podría enviar un mensaje privado o llamar por teléfono). ¿Por qué esa necesidad de exposición, de mostrar todo lo que hacemos, ya sea por comentarios, fotos, videos, etc?  O de modo contrario, no mostrarme, pero si “espiar” (por llamarlo de alguna manera) a gente que no vemos hace tiempo, pero que en nuestra red es catalogada como amiga, y comentar sus fotos o frases profundas que ponen en su estado.  Y no olvidar de la rigurosa selección que hacemos de la “foto de perfil”, que la mayoría de las veces no representa el estado en el que nos encontramos actualmente. Y claro, esta magia se rompe cuando algún “amigo” nos “etiqueta” en su álbum de fotos de cumpleaños o reencuentros, cuando ni siquiera nos dimos cuenta que nos sacaban  la foto y salimos de la peor manera posible, y ahí estamos, “etiquetados” para que todos nos puedan ver, y encima opinar. Y no es infrecuente ver comentarios del propio etiquetado como por ejemplo ¡¡¡borrá ya esa foto!!!, entre otras cosas.

¿Cuál es la necesidad de configurar el celular para que nos llegue la notificación de algo “importante” ya sea de una red social, o de un mail, que no puede esperar a ser revisado al final del día, o en algún momento dedicado para ello, y no mientras estamos en una reunión de trabajo, en el banco, o en el cine, en donde inevitablemente revisamos ese aviso que puede ser  importante y no puede esperar? ¿Por qué estar conectados a la tecnología las 24 hs y no poder deshacernos de ella ni siquiera por un rato?

Esta necesidad de estos tiempos, lleva a muchas personas a sufrir estrés y ansiedad al no poder cumplir, por ejemplo, con el chequeo de todos los mails o mensajes de texto cada hora. Angustia y compulsión por apretar la tecla F5, y así actualizar la página en la que estamos y no perdernos las últimas noticias, y por supuesto tener el correo siempre abierto por si llega algo importante.
Esto más que conectar a los seres humanos, muchas veces los desconecta. La idea no es estar en contra de la tecnología, ni de las redes sociales, ni de los celulares, pero sí me parece que todo esto debe ser utilizado de forma coherente y racional, sin que se alteren las tareas cotidianas, las que muchas veces se ven interrumpidas por alguna de estas alarmas tecnológicas con la consiguiente dificultad para retomar las actividades que se estaban realizando, volver a enfocar la atención, organizarse, con el riesgo de que sea nuevamente interrumpida. ¿Y por qué si estoy ingresando datos en una planilla en mi escritorio que debo entregar antes de que acabe la jornada laboral, y estoy retrasada, no cierro el correo, el MSN, el facebook, el twitter, y pongo el celular en vibrador para asegurarme de no ser interrumpida  nuevamente?
Todas estas actitudes perjudican el rendimiento personal, ya que afectan la concentración, atención, productividad y eficiencia.

Para poder manejar estas situaciones que generan ansiedad, angustia, estrés, compulsiones, se ofrece a los pacientes  un tratamiento basado en la terapia cognitivo–conductual que identifica las ideas erróneas y conductas no deseadas para así poder modificarlas. Es un tratamiento focalizado en el problema actual y de duración breve, de acuerdo a los objetivos que se plantean en cada caso en particular, ya que varía según el diagnóstico, tiempo de evolución de la enfermedad, y asociación con otras enfermedades. Brinda a los pacientes herramientas y estrategias para lograr control sobre sus síntomas y en corto plazo poder erradicarlos. Algunas veces es necesario utilizar medicamentos como tratamiento complementario a la terapia, controlados rigurosamente por un médico psiquiatra. 

Es aconsejable pensar en la utilidad de organizar prioridades personales y laborales para realizar una tarea por vez, discriminando las mismas de acuerdo a su importancia y prioridad para poder disminuir el estrés, controlar la ansiedad y mejorar la calidad de vida.

No digo que no chequeemos mails, ni revisemos mensajes de texto, ni que dejemos de utilizar las redes sociales que han servido para acercar a tanta gente y para reencontrar personas, pero sí debemos hacerlo en forma moderada, sin que nos genere ansiedad, ni que se interponga con tareas que requieran concentración. Es obvio que hoy en día el uso de la tecnología y la información es indispensable, pero debemos aprender a manejarla racionalmente, estableciendo prioridades, para así lograr que nosotros la manejemos y no que ella nos maneje a nosotros.
Dra. Carolina Quantin

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