martes, 5 de abril de 2011

Exposición en vivo: Su utilidad en las fobias


A la fobia se la define como un miedo irracional o excesivo, acompañado de ansiedad, con la consecuente evitación del objeto o situación temidos.

La clasificación actual las divide en fobias de tipo animal (perros, arañas, cucarachas…), situacional (tormentas, aviones, lugares cerrados…), sangre y heridas, y otras, más infrecuentes (muñecos, botones…). Por otra parte, también existe la fobia social (miedo a la crítica, burlas…)

La Exposición en Vivo (EV) a los estímulos temidos es el tratamiento psicológico más eficaz actualmente disponible para hacer frente a las conductas de evitación en las fobias.  Es un técnica que trata de acercarse gradualmente al objeto o situación temidos, con el fin de acostumbrarse a la ansiedad, es decir, comprobar que se la puede tolerar. Este principio se denomina habituación.

No se cuenta con una única explicación sobre qué elementos actúan específicamente en la exposición para lograr la reducción del miedo. Sí se puede afirmar que en el resultado están implicados múltiples factores.

Las sesiones de EV prolongadas son más eficaces que las sesiones cortas en la mayoría de los casos. Puede ser aconsejable proseguir la exposición hasta que los pensamientos negativos desaparezcan, así como también el deseo de escapar. En aquellos casos que las situaciones tengan una duración limitada (como ocurre al subir un ascensor o hacer filas), la solución radica en repetirla hasta lograr el objetivo.

Si no pueden utilizarse largas sesiones de EV, se recomienda utilizar un enfoque de aproximación más gradual, en el que no se generen altos niveles de ansiedad. Esto se consigue permitiéndose escapar de la situación temida, para luego retornar a ella. Lo que no es aconsejable, es el escape prolongado del objeto o situación temidas.

Las conductas de evitación pretenden prevenir consecuencias amenazantes, impidiendo comprobar que éstas generalmente no se dan, y esto ayuda a mantener la ansiedad. En cambio, las conductas de afrontamiento van dirigidas a manejar la ansiedad, comprobando que si bien es incómoda no es peligrosa.

Existe consenso en cuanto a que las personas mejoran más cuando se implican y comprometen en la EV, atendiendo y procesando emocionalmente las señales de miedo,  que cuando las pasan por alto, las desatienden o las evitan cognitivamente.

Se supone que la implicación en la EV permite que las representaciones centrales del miedo puedan ser accedidas en mayor medida y procesadas, lo que conduce a la habituación de las respuestas emocionales. Otra teoría es que la implicación en la EV proporciona un sentido de control que es esencial  para conseguir un cambio afectivo, el cual a su vez lleva a una reducción de la ansiedad.

Hay que tener en cuenta que la EV requiere un esfuerzo continuado durante varios meses, variando en cada caso en particular, y también, que implica el tolerar cierto monto de ansiedad y malestar.

La EV resulta más eficaz en los días “complicados”, ya que es entonces cuando son más necesarias las experiencias de aprendizaje. Ahí es cuando se puede producir la falta de confirmación de los síntomas, ataques de pánico esperados y otras consecuencias temidas.

Las actividades realizadas durante la exposición deben hacerse sin prisa, ya que la precipitación es negativa, o bien constituye una estrategia defensiva o incrementa la activación.

Para el acompañante de la persona que realiza la EV, en el caso de haberla, es importante que lo aliente, que lo halague, tranquilice, que le converse para distraerlo, que utilice el humor, el contacto físico, sugerencias y recordatorios del procedimiento del tratamiento y  de la importancia de mantener la EV.

Deben elegirse tareas de exposición que tengan un impacto positivo. Por ejemplo, para una persona con agorafobia que gusta del arte, conviene comenzar con un objetivo de llegar, luego entrar, para finalmente recorrer un museo, antes que visitar un shopping que no es de su agrado, es probable que le resulte más efectivo y placentero.

Si bien estas son claves generales, no hay que olvidar que cada persona es única, con una historia particular del problema, con su personalidad, recursos, apoyo, etc. Cada uno tiene que encontrar su ritmo y perseverar hasta superar sus conductas de evitación.

Es importante tener en claro que el proceso no es lineal, sino que hay altibajos. Aparte de otros posibles retrocesos, es frecuente que en las primeras etapas de la EV haya una cierta recuperación de la ansiedad, aunque esto tiende a disminuir con el avance de las exposiciones.


Guía de Ayuda para la Exposición en Vivo


Cuanto mayor es el miedo, con más frecuencia deben exponerse a ello.

La clave del éxito es la exposición regular y prolongada a tareas planeadas con anterioridad y con un grado de dificultad creciente. 
Para lograrlo:

  • Hacer una lista con las situaciones que evita o que le producen ansiedad, siendo los objetivos claros y precisos.
  • Ordenarlos según el grado de dificultad que le supone enfrentarse a ellas.
  • Repetir la práctica de esta situación todas las veces necesarias hasta que pueda manejarlas sin dificultad.
  • No subestimar los logros. Minimizar los éxitos hace que uno se sienta mal, y es un obstáculo para seguir intentándolo.
  • Generalmente sumando pequeños logros es como se obtienen los grandes.
Lic. Veronica Tamburelli

sábado, 5 de marzo de 2011

Talleres de Habilidades Sociales: su utilidad en el tratamiento de la Fobia Social

La experiencia clínica en Terapia Cognitivo-Conductual grupal con pacientes que padecen Trastorno de Ansiedad Social, demuestra que resulta indispensable atravesar por un abordaje grupal, que brinde herramientas específicas para la recuperación en este tipo de trastorno.
Estos recursos, por ser específicamente grupales, no encuentran el marco de expresión dentro de una psicoterapia exclusivamente individual.
Son ventajas específicas de la Terapia Grupal su naturaleza educativa y didáctica, el ahorro de tiempo y el menor costo para el paciente.
Asimismo, los componentes esenciales, responsables del cambio, residen en la interacción directa con los pares, el efecto de modelado, el reforzamiento instrumental, la exposición en vivo, la retroalimentación, potenciación y contención, recursos que por su especificidad requieren formato grupal.

En los primeros encuentros grupales los pacientes suelen estar  inhibidos, tanto conductual como  cognitiva y emocionalmente.
Esto se evidencia en conductas tales como: falta de contacto visual, conversación acotada, respuestas cerradas, mirada hacia abajo, postura encorvada, actitud pasiva y síntomas de activación fisiológica como sudoración, tensión, ruborización, carraspeo e inquietud. Se los observa inseguros, aprehensivos, dubitativos, angustiados y ansiosos.
Luego de ahondar en su forma de evaluar los acontecimientos, vemos que predominan pensamientos de tipo catastrófico, personalización, polarización, filtraje e interpretación del pensamiento.

A partir de los primeros ejercicios de cohesión, comienzan a disminuir los niveles de ansiedad y se evidencian conductas de mayor interacción en el grupo y con los terapeutas; más fluidez en el habla, tono de voz  adecuado y contacto visual más directo.

La resistencia a participar de las diversas actividades propuestas también va disminuyendo. Las técnicas de modelado y retroalimentación juegan aquí un papel central, ya que actúan como incentivo para la desinhibición.
Con el correr de las sesiones se va generando y alimentando la cohesión grupal, lo que permite la generalización de los logros dentro del taller y hacia la vida cotidiana.
En este punto, y luego de haber trabajado afrontando sus temores dentro del espacio de taller, los pacientes se encuentran más preparados para afrontar situaciones similares en la vida real, dado que cuentan con estrategias cognitivo-conductuales más eficaces.

En la fase final se consolida la cohesión grupal , y se verifica una mejora evidente en las habilidades sociales.

Los objetivos generales del taller de Habilidades sociales son:
  1. Incrementar la cantidad y calidad de las habilidades sociales. 
  2. Disminuir la ansiedad en interacciones sociales.
  3. Modificar las cogniciones y pensamientos distorsionados.

Estos talleres tienen una frecuencia semanal, las sesiones duran una hora y media y los pacientes realizan un total de 16 sesiones coordinadas por dos terapeutas cognitivo-conductuales.

Principales componentes en los que radica la efectividad del tratamiento:

El aprendizaje vicario:
El formato de grupo permite, a cada paciente, observar cómo los otros miembros utilizan las estrategias que se les están enseñando. La experiencia de escuchar cómo los otros pacientes emplean las técnicas de autoayuda, suele ser un importante elemento de motivación.
El verse reflejado en una persona con similares dificultades supone un efectivo sistema de aprendizaje. (una persona que se asemeja al paciente supone un modelo de enseñanza mas efectivo). 

El compromiso público:
El simple hecho de declarar a otra persona la intención que se tiene de cambiar, parece incrementar la posibilidad de que tal cambio ocurra. En un grupo, este compromiso es aun mayor, porque se realiza de una manera pública.

Estímulo a través del cambio en los otros: 
Cuando un paciente contempla cómo van modificándose las conductas de las otras personas y, a su vez, forma parte de ese sistema de cambio, se generan en él una serie de expectativas positivas y la motivación para el cambio personal aumenta de modo significativo.
Lic. Florencia Puccio

martes, 15 de febrero de 2011

Estrés y Sexualidad

Las exigencias de la vida moderna nos impulsan a ser impiadosos con nosotros mismos: nos ponemos objetivos para cada etapa vital, organizamos el trabajo y lo cotidiano, pensamos en proyectos a futuro, intentamos conseguir la resolución inmediata de los problemas, nos proponemos retos personales… en síntesis, vivimos inmersos en una sumatoria de respuestas preparadas para ajustarnos exitosamente a las demandas del entorno.
Pero no somos dioses para encarar todos los desafíos y sin embargo, actuamos como si lo fuéramos. Perdemos conciencia de los límites que impone la capacidad humana. Generar comportamientos  asertivos con los problemas del día a día. Si bien estamos aptos para encarar lo imprevisto, hacemos lo imposible para convertir lo incierto en certeza plena.

¿Qué es el estrés?
Este desafío cotidiano y poco concreto conlleva a lo que se ha conceptualizado como estrés, o para ser más precisos, distrés.
Existe un determinado nivel de estrés que podemos considerar “normal”, sentir tensión frente a decisiones difíciles que debemos tomar o sentir miedo frente a un peligro real. 
Hay un estrés que nos ayuda a prepararnos para situaciones imprevistas, pero cuando la autoexigencia supera las posibilidades de cumplir con las metas impuestas, las tensiones se convierten en crónicas, excesivas, inhabilitantes y conducen a la angustia, estamos hablando del distrés.
El doctor Hans Selye, experto en estrés, define al distrés como “la proporción de deterioro y agotamiento acumulado en el cuerpo”.
La causa del estrés se atribuye a cualquier situación que una persona perciba como una prueba o amenaza que exija un rápido cambio, por lo tanto, es importante la posición mental frente a la evaluación de los factores o acontecimientos estresantes.

¿Cómo respondemos ante el estrés?
Las respuestas son físicas, cognitivas y conductuales. Entre las respuestas físicas se pueden identificar tres fases: alarma,  resistencia y  agotamiento.
El estado de alarma se produce cuando el cerebro percibe el factor causante de estrés. Inmediatamente envía mensajes a la glándula pituitaria, la cual inicia la segregación de una hormona que induce a otras glándulas a la producción de adrenalina. El efecto de la adrenalina es poner a todo el cuerpo en alerta, desencadenándose como respuesta lucha-huida, algunos de los siguientes síntomas: pulso rápido, aumento de la sudoración, estómago contraído, músculos en tensión, mandíbulas cerradas, respiración entrecortada, emociones intensas.
Estas reacciones de tipo físico son comunes a todos los mamíferos, pero en los seres humanos, la dimensión compleja de la mente permite interpretar las diferentes situaciones y generar una gran variedad de reacciones.
Entre los síntomas cognitivos mas frecuentes y generalizados observamos: incapacidad para concentrarse, dificultad para tomar decisiones, ideas fulgurantes, perdida de confianza en sí mismo, irritabilidad, insatisfacción, preocupaciones y ansiedad.
Respecto a los cambios conductuales podemos mencionar: tabaquismo, mayor consumo de medicamentos o alcohol, tics nerviosos, trastornos de la alimentación, trastornos del sueño, agresividad y anhedonia (incapacidad de sentir placer).

Distrés y sexualidad
Según Helen Kaplan “la depresión, el estrés y la fatiga pueden dañar de un modo profundo la sexualidad”. En este marco, el deseo sexual deviene nulo o escaso, el cuerpo se aleja de las emociones y se insensibiliza debido a alteraciones neurobiológicas que provocan la disminución de endorfinas. Éstas actúan como verdaderos mensajeros químicos y aumentan o disminuyen la capacidad de comunicación entre las células nerviosas. Cada vez que se experimenta placer, se ponen en juego las endorfinas: a menor producción de endorfinas aumenta el displacer y hay menos percepción de estímulos; a mayor estrés disminuye la libido.
Pero además el estrés hace que aumente el nivel de cortisol (hormona esteroide producida por la corteza suprarrenal) en la sangre. El alto nivel de cortisol reprime la mayoría de las funciones orgánicas, incluyendo las sexuales y reproductivas.
El estrés afecta la sexualidad según cada persona, pero acuerdo a las consultas recibidas, en el hombre los síntomas más frecuentes son disfunción eréctil, eyaculación precoz o retraso eyaculatorio y en la mujer anorgasmia e inhibición del deseo sexual, temas que desarrollaremos próximamente.
Lic. Patricia Rodriguez

viernes, 21 de enero de 2011

Familiares de Personas con Trastornos de Ansiedad: ¿una ayuda o un obstáculo?

Ya es tema sabido que la mayoría del las personas que padecen algún trastorno de ansiedad han tenido padres sobre-protectores. Cuando hablamos de sobre-protección decimos que han sido más protectores de lo necesario. Eso contribuye a generar miedo por dos motivos: primero porque se transmite una constante alarma en situaciones donde no hay un peligro real o está sobredimensionado, y por otro lado el mensaje repetitivo de que si están lejos de sus padres el peligro es aun mayor, es decir, “si estas cerca mío, nada malo puede pasarte”, “yo te cuido y protejo de los peligros de este mundo”. Esto va disminuyendo la autonomía, seguridad personal y sobre todo su auto-validez. Van creciendo con la idea de que ellos solos no pueden y muchas veces eligen parejas que les brinden la misma seguridad que sus padres. Aquí se dividen en 2 grupos: los que logran “separarse” de sus padres y depositar su seguridad en sus parejas, y los que no lo logran, entonces aun en pareja siguen sintiéndose seguros con alguno de sus padres o ambos.

Los pacientes con trastornos de ansiedad consultan en general con estos antecedentes; nosotros, en principio, al tener un modelo de trabajo terapéutico de aquí y ahora, no intervenimos demasiado en eso pero lo dejamos pendiente para otra instancia del tratamiento. Utilizamos técnicas cognitivo-conductuales; en lo cognitivo se apunta a modificar las creencias, los pensamientos que sostienen los miedos. Ej.: si uno aprende desde chico que cada vez que sale a la calle está en peligro porque lo pueden robar, lastimar, secuestrar, etc., es probable que cuando sea más grande desarrolle temor a salir a la calle porque aprendió que salir de casa y alejarse es peligroso. 

En cuanto a la parte conductual del tratamiento, se programan lo que se llama afrontamientos que consiste en exponer progresivamente al paciente a las situaciones temidas. Siguiendo el ejemplo citado anteriormente, si la persona tiene miedo a salir por temor a descomponerse o tener un ataque de pánico, vamos a pedirle que salga a la puerta, se quede un rato y luego entre a su casa y así vamos armando una escala de menos a más donde va a exponerse semana a semana y logrando alejarse de poco de su hogar, poniendo como objetivo que la seguridad la sienta en sí mismo y no en otros o en su casa.
Pasados unos meses de la terapia se ven mejorías significativas, puede ser en 3, 6, 12 meses, dependiendo cada caso. Esto significa que la persona empieza a hacer una vida más normal. Si tenia pánico con agorafobia, comienza a salir, si tenia ansiedad generalizada reduce mucho su catastrofismo, y ve el mundo menos amenazante por lo tanto empieza a ser más libre de la enfermedad pero no aún de los vínculos más cercanos.
Ahora bien, el problema es el siguiente, cuando los pacientes eligieron sus parejas, eligieron personas que las puedan proteger, cuidar, sostener, reemplazar a los padres de alguna manera. Y eso les gustaba, se sentían seguras. Por otro lado a sus parejas también les gustaba ser los “protectores” dadores, dominantes. Pero el problema surge cuando se cambia el contrato y la persona que necesitaba protección ahora necesita libertad, ya no necesita alguien que la cuide sino que la comprenda y acompañe. Pero su pareja que era el dador de esa protección tiene que buscar cómo sentirse seguro perdiendo ese lugar que tuvo desde siempre y ubicarse en otro completamente diferente.
Entonces cuando los pacientes vuelven a la consulta, ¿vuelven con una recaída o un problema de pareja? Es ahí donde nosotros los terapeutas tenemos que poner atención en eso ya que si esto está presente y lo tratamos otra vez con técnicas cognitivo-comportamentales, probablemente no resulte. Será propicio implementar ya sea de manera individual o de pareja, una terapia basada más en re-definir o re-constituir el vínculo desde otro lugar pudiendo correr la enfermedad y estableciendo un vínculo mas sano con su pareja.
Para ejemplificarlo les cuento un caso, Hace tiempo tenía una paciente, mujer 40 años, con ataques de pánico. Cada vez que ella tenía un ataque llamaba al marido y el acudía de inmediato. Ella se encontraba en la calle, se descomponía y lo llamaba a él para que fuera a buscarla. Ella no hacía nada sin él, y eso en apariencia no generaba ningún problema en la pareja. Así se manejaron por años. Cuando ella empieza su tratamiento, vinieron los dos y él estaba tan interesado como la paciente en que mejore. Lo que no sabía ninguno de los dos era qué cambios podía implicar la mejoría. Cuando ella empieza a mejorar, a salir sola, a maquillarse y arreglarse más, a ir al gimnasio, etc., el marido se viene el al consultorio a decirme que quería de vuelta a su mujer, que esa no era su mujer. Charlamos un rato y llegamos a la conclusión de que lo que estaba pasando es que a él le costaba sentirse tan seguro como antes frente a esa “mujer” que estaba tan cambiada, más atractiva, más extrovertida y segura, independiente, “parece como si no me necesita ahora…”

Es importante mostrarles esto a los dos, explicarles cómo han funcionado hasta ahora, que hay que atravesar un proceso que es difícil pero que va a resultar positivo para la pareja y para sus hijos. Nos detenemos un rato en esto de manera que puedan explicitar qué quieren transmitirle a los hijos y si quieren cortar el modelo de sobreprotección que vienen repitiendo, y la mayoría acuerda con esto.

En cuanto a la función del terapeuta es importante que tengamos en cuenta que ambos se eligieron en su momento y no caer en ponernos del lado de nuestro paciente, “culpando” a la pareja de que tiene una celotipia o que él es el que está enfermo.
De esta manera tenemos un tratamiento global apuntando a modificar el trastorno de ansiedad por el que consultan y luego mejorando, o intentando mejorar, su vida familiar y de pareja.

Lic. Andrea Juri

miércoles, 15 de diciembre de 2010

Preocupación excesiva: Aprender a resolver problemas puede ayudar a combatirla

Existen personas que no logran dejar de preocuparse aunque quieran. Otras consideran que rumiar todo el día acerca de un problema es una buena manera de mantener a raya las consecuencias negativas que este puede acarrear. La preocupación funciona muchas veces como una forma disfuncional de abordaje de las dificultades cotidianas. Se presenta como una relación ambivalente, de aproximación y evitación, con los problemas. Aproximación como intento de control y solución y evitación por no contar con buenas herramientas para abordarlos y no poder soportar las reacciones emocionales que generan.

Ansiedad y preocupación

Este tipo de mecanismo es muy frecuente en quienes padecen Trastorno de Ansiedad Generalizada o TAG y genera un deterioro muy importante en la calidad de vida. Son personas habitualmente estresadas, con malestares gastrointestinales, dificultades para dormir, jaquecas tensionales y otros problemas de salud. Muchas veces, la principal causa de este patrón de pensamientos disfuncionales es la mala orientación hacia los problemas, o sea, la creencia que los problemas no tienen solución, que dependen del azar o que no se tiene la capacidad para hacerles frente. En cambio, una buena orientación hacia los problemas implica la confianza en las propias habilidades de resolución, una actitud optimista y la posibilidad de ver las dificultades como retos a ser superados. La ausencia de una manera específica de abordar la solución de los diferentes conflictos que se van sucediendo a diario es una de las principales causas de una mala orientación hacia los problemas.

Entrenamiento en Solución de Problemas

En el año 1971, dos psicólogos (Zurrilla y Goldfried) desarrollaron un método específico y estructurado para intentar resolver los problemas con los que nos encontramos. Esta técnica se denomina Entrenamiento en Solución de Problemas o ESP. Consta de una serie de pasos sucesivos mediante los cuales quien aplica el método se va aproximando progresivamente a la identificación de una posible solución y posteriormente la lleva a la práctica.

Paso a paso

Como primera medida se debe definir de una manera clara, concreta y objetiva el problema a resolver. Se deben evitar ambigüedades o definiciones abstractas. No es aceptable definir el problema como "quiero ser feliz", pero se puede plantear "necesito encontrar tiempo semanal para hacer ejercicio".
Luego se hace una breve reseña sobre las maneras que se ha intentado resolver ese problema hasta el momento y que no obtuvieron buenos resultados.
En tercer lugar se hace una lista de posibles soluciones alternativas. Esto se realiza de manera escrita e intentando no censurar de antemano ninguna respuesta por más improbable que parezca. La técnica de "tormenta de ideas" es ideal para este paso.
Una vez que la lista está armada se valora cada una de las opciones en función de sus ventajas y desventajas, otorgándole un puntaje a cada una. Así, queda estructurado un ranking de soluciones para ese problema específico.
El siguiente paso es poner en práctica la primera de las soluciones de la lista y evaluar sus resultados. Si son positivos el problema habrá desaparecido o, por lo menos, se habrán disminuido sus consecuencias negativas. Si la solución intentada no genera buenos resultados, se deberá volver a la lista e intentar con el ítem siguiente.

Beneficios

El uso regular de esta estrategia genera un aumento en la autoconfianza, ya que se perciben las propias capacidades de afrontamiento como efectivas. De esta manera la orientación hacia los problemas cambia, la sensación de control sobre el medio es mayor y la creencia de que los problemas son inabordables se reestructura. De esta manera, se puede empezar a ver la realidad cotidiana como más amigable y menos amenazante, con el consiguiente beneficio emocional y anímico que esto conlleva.
Lic. Diego Tzoymaher

lunes, 8 de noviembre de 2010

¿Cómo utilizamos la tecnología?

…"Primeras horas de la mañana, en el trabajo, en un cyber, en casa desayunando o con mi blackberry mientras viajo hacia algún lugar a comenzar mi día, no puedo evitar revisar todas mis casillas de mail (porque hoy en día nadie tiene una sola), entrar a mi facebook a ver si tengo alguna notificación o invitación a eventos, revisar el inicio para saber si alguien cambió su estado civil, subió fotos o videos que puedan entretenerme, o cuál fue la máxima puntuación de alguno de los juegos mas usados en esta red social y, por supuesto, saber si alguien solicitó mi amistad. Otro punto importante: conocer qué “están pensando”  mis “amigos”, ya que es lo primero que aparece en la página de inicio del facebook. Luego de usar más de 40 minutos de mi mañana (que pasaron sin darme cuenta), me doy una vuelta por Twitter, a ver qué esta haciendo la gente a la que sigo, y qué comentarios dejaron en ese espacio de 140 caracteres .Y luego de casi una hora, ya estoy lista para comenzar mi día”…

En esta época  no es infrecuente escuchar este tipo de relatos, en los cuales los seres humanos usamos nuestro tiempo en actividades que antes ni pensábamos podían existir. Ahora, ¿para qué llamar a ese compañero de colegio que no veo hace tiempo si me puedo enterar de su vida a través del facebook? O arreglar encuentros u otro tipo de transacciones a través del “muro”, a la vista de todos (digo a la vista de todos, porque si no quisiera que los demás lo vean, podría enviar un mensaje privado o llamar por teléfono). ¿Por qué esa necesidad de exposición, de mostrar todo lo que hacemos, ya sea por comentarios, fotos, videos, etc?  O de modo contrario, no mostrarme, pero si “espiar” (por llamarlo de alguna manera) a gente que no vemos hace tiempo, pero que en nuestra red es catalogada como amiga, y comentar sus fotos o frases profundas que ponen en su estado.  Y no olvidar de la rigurosa selección que hacemos de la “foto de perfil”, que la mayoría de las veces no representa el estado en el que nos encontramos actualmente. Y claro, esta magia se rompe cuando algún “amigo” nos “etiqueta” en su álbum de fotos de cumpleaños o reencuentros, cuando ni siquiera nos dimos cuenta que nos sacaban  la foto y salimos de la peor manera posible, y ahí estamos, “etiquetados” para que todos nos puedan ver, y encima opinar. Y no es infrecuente ver comentarios del propio etiquetado como por ejemplo ¡¡¡borrá ya esa foto!!!, entre otras cosas.

¿Cuál es la necesidad de configurar el celular para que nos llegue la notificación de algo “importante” ya sea de una red social, o de un mail, que no puede esperar a ser revisado al final del día, o en algún momento dedicado para ello, y no mientras estamos en una reunión de trabajo, en el banco, o en el cine, en donde inevitablemente revisamos ese aviso que puede ser  importante y no puede esperar? ¿Por qué estar conectados a la tecnología las 24 hs y no poder deshacernos de ella ni siquiera por un rato?

Esta necesidad de estos tiempos, lleva a muchas personas a sufrir estrés y ansiedad al no poder cumplir, por ejemplo, con el chequeo de todos los mails o mensajes de texto cada hora. Angustia y compulsión por apretar la tecla F5, y así actualizar la página en la que estamos y no perdernos las últimas noticias, y por supuesto tener el correo siempre abierto por si llega algo importante.
Esto más que conectar a los seres humanos, muchas veces los desconecta. La idea no es estar en contra de la tecnología, ni de las redes sociales, ni de los celulares, pero sí me parece que todo esto debe ser utilizado de forma coherente y racional, sin que se alteren las tareas cotidianas, las que muchas veces se ven interrumpidas por alguna de estas alarmas tecnológicas con la consiguiente dificultad para retomar las actividades que se estaban realizando, volver a enfocar la atención, organizarse, con el riesgo de que sea nuevamente interrumpida. ¿Y por qué si estoy ingresando datos en una planilla en mi escritorio que debo entregar antes de que acabe la jornada laboral, y estoy retrasada, no cierro el correo, el MSN, el facebook, el twitter, y pongo el celular en vibrador para asegurarme de no ser interrumpida  nuevamente?
Todas estas actitudes perjudican el rendimiento personal, ya que afectan la concentración, atención, productividad y eficiencia.

Para poder manejar estas situaciones que generan ansiedad, angustia, estrés, compulsiones, se ofrece a los pacientes  un tratamiento basado en la terapia cognitivo–conductual que identifica las ideas erróneas y conductas no deseadas para así poder modificarlas. Es un tratamiento focalizado en el problema actual y de duración breve, de acuerdo a los objetivos que se plantean en cada caso en particular, ya que varía según el diagnóstico, tiempo de evolución de la enfermedad, y asociación con otras enfermedades. Brinda a los pacientes herramientas y estrategias para lograr control sobre sus síntomas y en corto plazo poder erradicarlos. Algunas veces es necesario utilizar medicamentos como tratamiento complementario a la terapia, controlados rigurosamente por un médico psiquiatra. 

Es aconsejable pensar en la utilidad de organizar prioridades personales y laborales para realizar una tarea por vez, discriminando las mismas de acuerdo a su importancia y prioridad para poder disminuir el estrés, controlar la ansiedad y mejorar la calidad de vida.

No digo que no chequeemos mails, ni revisemos mensajes de texto, ni que dejemos de utilizar las redes sociales que han servido para acercar a tanta gente y para reencontrar personas, pero sí debemos hacerlo en forma moderada, sin que nos genere ansiedad, ni que se interponga con tareas que requieran concentración. Es obvio que hoy en día el uso de la tecnología y la información es indispensable, pero debemos aprender a manejarla racionalmente, estableciendo prioridades, para así lograr que nosotros la manejemos y no que ella nos maneje a nosotros.
Dra. Carolina Quantin

miércoles, 20 de octubre de 2010

Crecer con miedo. La ansiedad generalizada en la infancia

Es natural que los niños experimenten miedos durante su crecimiento. El miedo constituye un sistema primitivo de alarma que ayuda al niño a evitar situaciones potencialmente peligrosas.

Los miedos infantiles pueden afectar hasta al 40-45% de los niños, son leves y al estar sujetos al ciclo evolutivo, son transitorios y desaparecen con el transcurso del tiempo. A partir de estos miedos, los niños comienzan a desarrollar habilidades motoras y cognitivas de afrontamiento que, a medida que se van adquiriendo, provocan la modificación en el objeto del temor.

Así como es común en los lactantes presentar temor a ruidos fuertes y a los extraños, relacionado con el temor a perder las figuras de apego, en niños pequeños prevalece el temor a la oscuridad, perderse o a criaturas imaginarias (monstruos).
Llegando a la edad escolar, se pueden mostrar temerosos frente a los animales, los fenómenos naturales (tormentas), a quedarse solos o lastimarse.
En niños mayores, aparece el temor frente a las situaciones nuevas, problemas de salud además de la preocupación por su desempeño escolar y social.

El miedo y la ansiedad tienen similitudes; ambos aparecen frente a situaciones de peligro o potencialmente dañinas para el individuo. La ansiedad se distingue del miedo porque no existe un estímulo externo específico que provoque esta reacción, viene de nuestro interior mientras que el miedo viene del mundo exterior.

Algunos niños frente a determinadas situaciones cotidianas presentan una ansiedad generalizada mayor al simple miedo. En estos casos, la ansiedad se vuelve excesiva, poco realista y persistente cumpliendo las características del cuadro de Trastorno de Ansiedad Generalizada (TAG) en la infancia, donde el niño presenta una preocupación excesiva  por una gran variedad de áreas, como acontecimientos futuros, desempeño, seguridad personal y evaluación social.

Estos niños presentan distorsiones cognitivas que provocan una percepción equivocada de la realidad y de los recursos que  tiene para afrontarla. Al mismo tiempo, el niño tiende a volverse hípervigilante, sintiéndose más susceptibles frente a la posibilidad de peligro y amenaza, imposibilitándoles relajarse y disfrutar de diferentes situaciones.

La edad media de los niños que  padecen TAG  es de 13 años y se da en la misma proporción en ambos sexos. Son niños perfeccionistas, tensos, ávidos de complacer a los demás y excesivamente maduros.

El niño con TAG se encuentra pendiente de las situaciones que en el pasado no resultaron positivas y espera negativamente que esa experiencia vuelva a repetirse, así como de aquellas situaciones que imagina vividamente que pueden ocurrir, llegando a experimentar intenso temor frente a la anticipación real o imaginada de las mismas.

En estos casos son frecuentes las quejas somáticas de dolor de cabeza o panza, tensión muscular, desconcentración, trastorno de sueño así como episodios de llanto, irritabilidad y ataques de rabia que pueden confundirse con desobediencia pero que en realidad son la manera que manifiestan sus miedos o una manera de evitar confrontarse con ellos.

Cuando los miedos se transforman en un trastorno que deteriora la vida social, familiar y académica del niño, debe pensarse en una adecuada intervención terapéutica. La Terapia Cognitivo Conductual se considera el tratamiento de elección para el trastorno de ansiedad por separación y ansiedad generalizada en  niños y adolescentes.

Siendo los trastornos de ansiedad alteraciones incapacitantes a corto y largo plazo, es importante  una temprana intervención que permita un cambio positivo en la vida del niño y su entorno, previniendo la agudización del trastorno en la vida adulta. 
Lic. Valeria Becerra

sábado, 2 de octubre de 2010

Grupo Terapéutico: Las ventajas de trabajar junto a otros más

El folklore lleva a pensar, muchas veces, que cuando la sugerencia es formar parte de un grupo terapéutico, algo de lo tradicional nos falta y una modalidad, tal vez demasiado “nueva”, nos invita a pensarnos en un espacio diferente.  Un espacio en el que un profesional talvez nos haga ciertas preguntas, cuyas respuestas podrían dejarnos “expuestos” frente a otros a los que no conocemos.

Un espacio del que pretenderemos una “atención especial” por parte del profesional que nos trate, que nos ayude a resolver nuestras inquietudes, nuestros dramas, dolor, angustias, dudas existenciales, nuestros complejos, sabiéndonos urgidos por quitarnos ese peso de encima pero… ¿Cómo compartir eso con los otros? ¿Cómo saber si seremos capaces de tolerar, sentados, a que otros descarguen sus angustias mientras uno necesitaría hacerlo ya mismo? ¿Qué nos podrá aportar otra persona que, al igual que uno, está sufriendo? ¿Qué podremos opinar sobre los otros, si, aparentemente, ni con nuestros propios obstáculos podemos?

¿Por qué parece ser recomendable formar parte de un grupo terapéutico?

Es que cuando el dicho popular profesa que no nacemos de un repollo, es así.  Somos pensados, deseados, nacidos, crecidos, formados y desarrollados con y entre otros.  De hecho, antes de conocer el mundo, al nacer, ya vamos formando parte de un entramado social, ya tenemos un vínculo, aunque sea a través del cordón umbilical.
En ese devenir que nos propone la vida vamos armando nuestra forma de ser, de sentir y de pensar, vamos aprehendiendo modalidades, en principio, de nuestras familias, de nuestro primer grupo de pertenencia.
Y también vamos forjando un carácter, una forma de relacionarnos con los diferentes grupos por los que pasamos (familia, colegio, trabajo, amistades, espacios de esparcimiento, redes sociales), una forma de actuar, una típica manera de reaccionar ante diferentes situaciones, un estilo personal de ser, con el cuál a veces nos va bien, y otras no nos funciona.

Es entonces que, en los diferentes grupos con los que convivimos, echan raíces nuestras dolencias, esas que nos llevan a consultar con un profesional.  Raíces que generan conductas que no nos resultan las mas convenientes, que se enlazan con pensamientos que les dan sustento (y que mejor hubiese sido no tener), junto con una suerte de patrones que solemos seguir porque “siempre hicimos las cosas así”, patrones que son la base de pensamientos que solemos tener y que nos llevan a tomar actitudes con los otros, con los que nos relacionamos…

¿De modo que, si en grupo germinamos el motivo de nuestra consulta ¿Por qué no trabajar, para cambiar, también en grupo?

En un grupo terapéutico, los participantes ingresan por propia voluntad puesto que han tomado conciencia de estar pasando por alguna situación compleja, que los excede o sufren de algún tipo de patología y desean superarse y aliviarse.  El grupo proporciona la posibilidad de intercambio constante, en el que la experiencia de uno puede ayudar al otro, como mínimo, invitándolo a pensar y pensarse en relación a los demás.  Surge de la escucha interesada -puesto que los miembros comparten esos motivos que allí los convocaron- una interesante red de cooperación y sostén emocional.
Poco a poco, los participantes experimentan que la heterogeneidad enriquece, puesto que, ser diferentes, y poder vincularnos mas allá de las diferencias, nos da la posibilidad de crecer y salir de las aparentes cápsulas de seguridad que nos fuimos construyendo, para sentirnos cada vez mas solos y vulnerables.
Cada integrante del grupo entiende, de alguna forma,  lo que los demás integrantes están sufriendo, porque ellos mismos lo padecen o lo padecieron alguna vez.  En ese contexto, todos quienes allí participan, en breve comienzan a experimentar la noción de ser escuchados y aceptados.  Se encuentran con la posibilidad de salirse un poco de sí mismos y a veces, sorpresivamente, se observan dando una mano a otros.  Eso alienta, alimenta, tranquiliza y motiva.

Ciertamente, habría una cantidad inmensa de tecnicismos para explicar las ventajas de la terapia grupal, ya sea desde el trabajo de roles, la cohesión grupal, la dialéctica, los obstáculos epistemofílicos, la transferencia, los supuestos básicos. La lista es interminable y debería quedar para algún otro artículo específico o focalizado en tales columnas teóricas.
Sin embargo, creo que ante la pregunta ¿Por qué la terapia grupal?, la respuesta seguirá siendo ésta: somos seres sociales, de allí extraemos los conflictos que nos motorizan, pero, si se nos va la mano, allí también encontraremos la solución.
Lic. Santiago Raggio

viernes, 20 de agosto de 2010

Trastorno de Pánico y Agorafobia: ¿Cómo darnos cuenta?


¿Qué es el Trastorno de pánico?

“Era un día como cualquier otro, estaba comprando en el supermercado y, de forma súbita e inesperada, comencé a sentir que me faltaba el aire, opresión en el pecho, una sensación de inestabilidad, de que me estaba volviendo loca, un nudo en la garganta y un sudor frío que me recorría el cuerpo.
Con mucho miedo,  lo primero que pensé era que iba a desmayarme o que me iba a morir. Este momento duró algunos  minutos, pero me parecieron un siglo.
Me fui a un hospital, pensando que me estaba por dar un infarto. Me hicieron varios estudios, pero todo daba normal. En las siguientes semanas volví a tener nuevas crisis y mi miedo era cada vez mayor. Empecé a sentirme insegura, ansiosa por lo que me podría pasar y totalmente aterrorizada ante la posibilidad de sufrir un nuevo ataque. De a poco me aleje de las actividades que hasta ese momento consideraba normales y me volví dependiente de otros  para desplazarme.
Cada día me iba encerrando mas y mas en mi casa, era el único lugar que consideraba seguro” 
Este es un clásico relato de una paciente que sufrió ataques de pánico. 

Llamamos crisis o ataque de pánico a la aparición repentina de miedo intenso seguido de una serie de síntomas entre los que se cuentan:
Sensación de ahogo
Náuseas o molestias abdominales
Temblores o sacudidas musculares
Palpitaciones o taquicardia.
Sensación de atragantamiento
Opresión o malestar en el pecho
Sudoración
Inestabilidad, mareo o sensación de desmayo
Desrealización o despersonalización
Miedo a volverse loco o descontrolarse
Miedo a morir
Sensación de hormigueo o entumecimiento muscular
Escalofríos o sofocaciones
El Trastorno de Pánico es una enfermedad muy frecuente que afecta a una de cada treinta personas, o sea, más de un millón de personas en nuestro país. Su origen tiene una base neurobiológica y genética, influyendo también otros factores como el aprendizaje infantil y el estrés acumulado en los meses previos a su aparición. Se inicia generalmente entre los 20 y 30 años de edad.
En la actualidad, en la mayoría de los casos puede lograrse la recuperación integrando la psicoeducación con una farmacoterapia específica y recursos psicosociales, como la terapia cognitiva-comportamental.
Se lo considera un problema neurobiológico, que puede traer severas consecuencias psicológicas, si no se lo trata. Hay estudios que señalan la existencia de una tendencia familiar, tanto genético-hereditaria como debida a factores de crianza.

¿Que es la agorafobia? 

La agorafobia es una patología asociada, con muy alta frecuencia, al pánico, que se desarrolla en la mayoría de los casos como consecuencia del mismo.
Hoy se la define como el miedo a sentirse solo, desamparado, sin escape e imposibilitado de recibir asistencia en caso de tener una crisis de pánico.
Muchas personas evitan el lugar donde ocurrió su primera crisis de pánico. En estos casos, el temor a ese lugar o a alguna actividad ocurre por condicionamiento (una experiencia aterrorizante como el pánico se asocia a un evento neutral, por ejemplo, viajar en tren, por lo que el paciente evita viajar en ese medio de transporte). Con posterioridad el temor suele generalizarse a otros medios de transporte. Los medios y lugares usualmente más temidos son aquellos de los que resulta más difícil escapar en caso de sentirse mal o de tener una crisis, tales como subterráneo, tren, barco, avión, puentes, túneles, autopistas, teatros, etc.
La persona que sufre de agorafobia suele preferir aquellos vehículos en los que pueda controlar o modificar el trayecto o lugares de fácil salida para poder acceder más fácilmente a un lugar seguro si se descompone. Por ejemplo, si va al teatro o al cine, lo primero que busca es la salida “por si le da una crisis”, y se ubica en las butacas de fácil acceso a la misma.
Por lo antedicho, vemos que el Trastorno de Pánico está asociado a: 
  • Disminución en la calidad de vida 
  • Disfunción en el desempeño de roles (de pareja, familia, trabajo, etc.) 
  • Limitación de la movilidad, con impacto en la vida social y laboral.
  • Incremento importante del uso de los servicios de salud, antes de ser diagnosticado correctamente
  • Utilización innecesaria e inapropiada de estudios o servicios complementarios de costo elevado, que podrían evitarse con una detección precoz de la enfermedad.  
El tratamiento eficaz y adecuado para este trastorno es la terapia cognitivo – conductual, incluyendo la psicoeducación, integrada con tratamiento psicofarmacológico en los casos que así lo requieren.  

Dra. Carolina Quantin

viernes, 6 de agosto de 2010

El exceso en la información y la conectividad aumenta la ansiedad


En un artículo recientemente publicado por el diario La Nación, se comenta como, a partir del avance tecnológico en la utilización de Internet en  herramientas móviles como celulares y computadoras portátiles, se están observando nuevos fenómenos caracterizados por el exceso de información y conectidad que en lugar de facilitar la vida, provoca aumentos de la ansiedad y el estrés.

Refieren que, estar expuesto a un exceso de información, provoca un estado de fatiga que disminuye la capacidad de resolver problemas, causando estados de ansiedad, así como pérdida de memoria y de atención. Además, algunas personas pueden manifestar compulsiones a leer sus correos o angustias frente a la imposibilidad de perder un mensaje importante.

Estas conductas no solo afectan las relaciones personales en el intercambio social sino que además, generan entorpecimientos que perjudican el rendimiento general, provocando que la persona pierda el hilo de la tarea que estaba realizando por intentar leer o responder un mensaje de menor urgencia o importancia.

Es común ver como las actividades cotidianas se ven afectadas o interrumpidas por las alertas de mensajes de textos, mails o avisos de redes sociales, apoyando hábitos de hacer varias cosas al mismo tiempo y disminuyendo la capacidad de disfrute, la productividad y eficiencia en los resultados. 

Esta tendencia multitasking  puede provocar agotamiento frente a tareas cotidianas, desde quehaceres domésticos hasta obligaciones laborales, en las que el intento por ocuparse de varias tareas simultáneamente no permite discriminar cual tarea es prioritaria, dificultando su finalización o generando frustración cuando no logra realizarlas de manera adecuada.

En personas ansiosas esta habilidad de hacer todo al mismo tiempo, puede estar encubriendo exigencias desmesuradas de rendimiento, incapacidad de delegar, expectativas perfeccionistas o rigidez cognitiva (“las cosas deberían hacerse de una manera” “si lo hago yo es mejor”) que aumentan el estrés y predisponen a sufrir crisis de ansiedad.

Es aconsejable pensar en la utilidad de organizar prioridades personales o laborales para realizar una tarea por vez, discriminando las mismas de acuerdo a su importancia y prioridad para poder disminuir el estrés, controlar la ansiedad y mejorar la calidad de vida.
Lic. Valeria Becerra