martes, 28 de agosto de 2012

Adicciones Comportamentales: Adicción al Trabajo, Compras Compulsivas y Otras

Se llaman adicciones comportamentales a una serie de trastornos que se ubican entre las adicciones y el trastorno obsesivo compulsivo, vinculados a actividades humanas diversas, a menudo placenteras, no relacionadas con la ingestión de sustancias químicas.

En este tipo de problemática los individuos se ven compelidos a efectuar determinados tipos de actos, tales como jugar por dinero, hacer compras, permanecer frente a la computadora u otros dispositivos (tablets, teléfonos celulares) online todo el tiempo, y algunas otras, como mencionaremos más adelante.

Se parecen a una adicción en el sentido que, así como un verdadero adicto necesita las drogas, las personas que padecen una adicción comportamental no pueden dejar de repetir la conducta (jugar, comprar, chequear los mails, entrar a las redes sociales, etc) una y otra vez. Si no lo hacen presentan niveles de ansiedad muy intensos que sólo se calman cuando se genera la conducta.


A continuación describiremos las principales adicciones comportamentales:

Juego Patológico (Ludopatía)

Se pueden distinguir 2 tipos de conductas de juego:
  • El juego como entretenimiento o pasatiempo (aquí no hay intervención del dinero).
  • El juego como procedimiento donde se arriesga algún bien, se consigue o se pierde dinero u otro tipo de ganancias.


Es este segundo tipo de juego el que ha facilitado la aparición de conductas problemáticas conocidas como adicción al juego, juego patológico o ludopatía.

El juego patológico es una enfermedad adictiva en la que el sujeto es empujado por un incontrolable impulso de jugar. El impulso persiste y progresa en intensidad y urgencia consumiendo cada vez más tiempo, energía y recursos emocionales y materiales del individuo.
Cabe destacar 3 características típicas de esta conducta problemática:
  • La persona se ve obligada a jugar dominada por una urgencia psicológicamente incontrolable.
  • Es un trastorno persistente y progresivo de la conducta. Genera dependencia emocional.
  • Afecta severamente la calidad de vida del que lo padece.


Es importante tener en cuenta la diferencia entre los distintos tipos de jugadores, con la finalidad de poder hacer una detección precoz de la problemática:
  • Jugador social: es quien juega de manera ocasional o regular, por entretenimiento o satisfacción. Tiene control total sobre la conducta de juego y puede abandonarla cuando desea.
  • Jugador problema: realiza una conducta de juego frecuente o diaria con un gasto habitual de dinero (en ocasiones excesivo). Tiene menos control  de la conducta y es, por esto, una persona con riesgo potencial a convertirse en jugador patológico.
  • Jugador patológico: presenta una dependencia emocional del juego, perdida total del control de dicha conducta e interferencia con el desarrollo normal de su vida cotidiana.



Compradores Compulsivos

Es otra de las adicciones comportamentales más frecuentes. La caracteriza el deseo irresistible por comprar algo sin que exista una necesidad real de tal objeto.  Suele estar asociada con trastornos depresivos y baja autoestima.
Se presenta en el 2 a 8% de la población, y en un 80% en mujeres.  Muchos autores consideran que esta diferencia no es real y que obedece al mayor reconocimiento de las mujeres acerca de su problema.

Los afectados a menudo están preocupados por las compras y gastos y suelen dedicar mucho tiempo a estos comportamientos. Describen un creciente nivel de urgencia o ansiedad que desemboca en un sentimiento de plenitud cuando se hace una compra.
Concretar una compra les genera una satisfacción inmediata. Puede ocurrir que, por vergüenza, los objetos comprados sean destruidos o escondidos. Este sentimiento de culpa sólo se alivia con una nueva compra. El comprador compulsivo se ve, así, atrapado en una especie de círculo vicioso. Las emociones negativas como la ira y la tensión conducen a comprar. La compra conduce a sensaciones de angustia y ánimo deprimido a corto plazo, sensaciones que sólo se superan a través de una nueva compra.

Adicción al uso de Internet

Existen diversos tipos de adicciones comportamentales relacionadas directamente con la necesidad obsesiva de estar conectados a internet. La adicción a las pantallas incluye también los videojuegos, el teléfono móvil e internet en sus diversas modalidades (juegos en línea, cibersexo y redes sociales).

Es una adicción real, frecuente, preocupante y globalizada. Sobre todo en jóvenes varones con los problemas típicos de la adolescencia, personalidades introvertidas, u otros trastornos como el trastorno atencional, depresión, etc. Según diversos estudios, afectaría a un 8 a 10% de los usuarios habituales de internet. 
El abuso afecta la salud física (posturas, visión) y psíquica (obsesividad, ansiedad, abstinencia). Se da la curiosa circunstancia de que existen muchas páginas web para su detección, prevención y tratamiento. Sin embargo, en la asistencia sanitaria común es difícil detectarlo, ya que las personas afectadas no suelen aceptar su problema, y menos aun sentirse enfermas y los familiares que se percatan no saben qué hacer.
Estar permanentemente expuesto a un exceso de conexión provoca fatiga (que disminuye la capacidad de resolver problemas), ansiedad y pérdida de memoria y de atención.
Estas conductas no sólo afectan las relaciones personales sino que, además, perjudican el rendimiento general, con severa dificultad en la concentración en las tareas concretas y reales. Las actividades cotidianas se ven afectadas o interrumpidas por las alertas de mensajes de textos, mails o avisos de redes sociales. Hay compulsión por leer correos y angustia o ansiedad frente a la posibilidad de perder un mensaje “importante”. Se crea el hábito de hacer varias cosas al mismo tiempo y disminuye la capacidad de disfrute, la productividad y la eficiencia.

Adicción al Trabajo (Workaholic)

La adicción al trabajo se define como la implicación excesiva y progresiva de la persona en su actividad laboral, sin control ni límite, y abandono de actividades que antes realizaba. Este exceso de implicación no se explica por necesidades laborales objetivas, sino por necesidad psicológica de la persona afectada. Comprende a aquellos trabajadores que, de forma gradual, pierden estabilidad emocional y se convierten en adictos al control y al poder, en un intento por lograr el éxito.

Es una de las adicciones comportamentales más aceptadas y justificadas socialmente y el laboradicto tiende a negar su problema. Generalmente son personas perfeccionistas.
No hay una definición médica para tal condición, emparentada con el síndrome de burnout (síndrome del quemado). Sin embargo, algunas formas de estrés y el trastorno de personalidad obsesivo-compulsiva pueden estar relacionados con el exceso de trabajo. Aunque el término workaholic tiene una connotación negativa, se usa a veces para personas que expresan fuerte motivación hacia una carrera u oficio.
El “trabajo” en cuestión, usualmente asociado a un empleo pagado, puede también hacer referencia a actividades tales como deportes, música o artes.

Aunque se observa en ambos géneros, afecta en su mayor parte a profesionales varones entre 35 y 50 años, profesionales liberales y mandos intermedios, en los cuales la adicción al trabajo suele disimular problemas afectivos en la familia o en la pareja.
En estas personas el trabajo constituye el centro de su vida y su refugio, quedando todo lo demás, incluida la familia, el ocio y la vida social, en un segundo plano. Resulta habitual que lleven trabajo a casa para acabarlo por la noche o los fines de semana y pueden mostrar algo parecido a un síndrome de abstinencia durante las vacaciones. Son personas insatisfechas o irritables cuando están fuera del trabajo.
Las consecuencias más graves de son: relaciones familiares deterioradas, tendencia al aislamiento, malhumor, desinterés por las relaciones interpersonales no productivas y problemas de salud. Además, puede observarse consumo abusivo del alcohol y tabaco, tiempo libre muy reducido y alteraciones del sueño.
El adicto al trabajo suele negar el problema, evidenciando una distorsión en la apreciación de la realidad apoyada a menudo por el consenso social, ya que el trabajo intenso en general está bien visto, escapando a los observadores su carácter patológico.
Resulta obvio que no toda dedicación intensa al trabajo es adicción. Puede haber personas que trabajan mucho pero que saben desconectarse en su tiempo libre.

¿Como podemos tratar las Adicciones Comportamentales?

Existen diferentes técnicas con las cuáles podemos intervenir en los casos de juego patológico. Mencionaremos brevemente las más eficaces:

  • Exposición con prevención de la respuesta y control de estímulos: consiste en exponer a los sujetos a situaciones que generaron adicción, pero sin permitirles jugar, o comprar o conectarse a internet, por ejemplo, y facilitando que realicen conductas alternativas.
  • Terapia Cognitiva: la persona con una adicción comportamental presenta sesgos o distorsiones cognitivas con respecto al juego, a las compras a ala tecnología etc. Este abordaje consiste en lograr que el paciente identifique estos errores y genere alternativas de pensamiento más racionales.


Se pueden utilizar algunos psicofármacos con buenos resultados, siempre como complemento de la psicoterapia, nunca de manera aislada. Está por demás decir que la medicación debe estar indicada y controlada por el médico psiquiatra.
Dr. Enzo Cascardo

Para más información sobre adicciones comportamentales, haga click aquí.

jueves, 9 de agosto de 2012

¿Todos podemos ser ansiosos?

Es ansiosa aquella persona que puede y no que quiere. Con esto me refiero a que si bien hay situaciones que son disparadoras de ansiedad, a las cuales llamamos factores desencadenantes,  también hay factores predisponentes, entre los cuáles incluimos a los factores hereditarios, pero no sólo en lo que respecta a lo genético, sino también en lo que se refiere a los llamados patrones culturales, es decir, a nuestra crianza, a nuestros modelos de aprendizaje, y a nuestro actual contexto.

Cuando una persona reacciona con ansiedad, sus síntomas cognitivos o de pensamiento, son preocupación, inseguridad, miedo o temor, pensamientos negativos, sensación de peligro o amenaza; y dificultad de concentración. Veamos con más claridad el siguiente ejemplo: un estudiante está se está preparando para rendir una materia, en algunos casos, pueden sobrevenirle pensamientos negativos como, por ejemplo,  “nunca me voy a recibir”, me van a bochar” “soy incapaz”, “no sirvo”, “todos son mejores que yo”, esto hace que no pueda concentrarse, que se altere y que se anticipe con estas ideas, entonces tanto a nivel cognitivo, corporal y conductual reacciona de la misma manera que lo haría si estuviese rindiendo y lo reprobaran. A nivel motor, lo observaríamos con movimientos torpes y desorganizados, evitaría ir a rendir; tartamudearía, estaría hiperactivo, o se paralizaría, y se agregarían síntomas como palpitaciones, alteraciones de la tensión arterial, accesos de calor; respiración rápida; opresión torácica; hormigueo, sequedad de boca, etc.

Teniendo en cuenta lo que vengo mencionando, podemos ver que la ansiedad, de manera aislada, no podemos medirla, sino que lo hacemos en relación al rendimiento. La ansiedad afecta directamente el rendimiento de nuestras acciones de manera positiva o negativa.

Para manejarnos en la vida cotidiana necesitamos de un cierto grado de ansiedad, ya que esto es deseable e imprescindible. Esta ansiedad sostiene nuestra motivación.
Cuando ésta ansiedad está entre nosotros, estamos motivados.


La ansiedad tiene una participación importante en nuestras conductas de adaptación frente al estrés que podamos sufrir. Un aceptable nivel de ansiedad mejora la calidad de nuestras actividades y nuestro rendimiento personal. Necesitamos de ese nivel o cantidad de ansiedad para nuestro mejor desempeño, pero cuando superamos un cierto nivel máximo, la ansiedad deja de ser una aliada para convertirse en una enemiga de nuestra calidad de vida. Aquí es donde experimentamos una sensación intolerable de malestar y nuestro rendimiento en general se deteriora y en muchos casos (donde existan factores predisponentes y desencadenantes) puede presentarse algún trastorno de ansiedad.



Dra. Carolina Quantin

lunes, 9 de julio de 2012

El Entrenamiento en Relajación Muscular y Respiración Abdominal: su importancia en los trastornos de ansiedad

Las técnicas de respiración / relajación constituyen un conjunto de procedimientos de intervención clínica sumamente útiles a la hora de abordar los Trastornos de Ansiedad.

La respuesta de ansiedad se caracteriza por una activación del sistema nervioso simpático, cuya función es preparar al organismo para la lucha o la huida, produciendo síntomas fisiológicos típicos como: taquicardia, sudoración, mareos, respiración agitada, y tensión muscular.

Por el contrario, cuando estamos tranquilos y relajados, el nivel de activación fisiológica es mínimo, ya que se activa el sistema nervioso parasimpático cuya función es conservar la energía del organismo.

La relajación se considera entonces, como una respuesta OPUESTA a la respuesta de ansiedad y estrés, que puede ser aprendida y convertirse en un importante recurso personal para contrarrestar los efectos negativos del estrés.

La relajación se manifiesta en 3 niveles:

Fisiológico: representado por la disminución en la activación somática, baja en la tasa cardiaca, respiratoria, etc.
Subjetivo: se refiere a la experiencia interna conciente del propio estado emocional o afectivo, como una experiencia de calma subjetiva.
Conductual: incluye todas las expresiones de la conducta opuestas a las respuestas de ansiedad.

Por medio de las técnicas de respiración / relajación aprendemos una nueva respuesta, opuesta a la de activación psicofisiológica, y podemos identificar entre otras cosas, cuáles son los músculos del cuerpo que tenemos en tensión y relajarlos, si estamos respirando de manera acelerada y generar una respiración abdominal y mas profunda.
La práctica diaria de los ejercicios de respiración y de relajación genera dicho aprendizaje, y es así como una vez que tenemos entrenamiento suficiente podemos utilizar la técnica en cualquier situación que nos provoque ansiedad.

El objetivo fundamental de estas técnicas es generar en el paciente la habilidad para hacer frente a situaciones cotidianas que le producen estrés y ansiedad.
Es importante reconocer que la ansiedad tiene un “ciclo de vida” y que luego de alcanzar un punto máximo, comienza a disminuir lentamente.

Asimismo, es importante aprender a diferenciar entre la ansiedad adaptativa como respuesta esperable en ciertas situaciones y la ansiedad patológica. Gran parte del estrés y la ansiedad cotidianos son innecesarios, siendo el entrenamiento en relajación/ respiración una de las técnicas mas eficaces para reducirlos.

La utilización de técnicas de manejo de ansiedad se basa en el supuesto de que se producirá una respuesta conductual mas adaptativa ante las situaciones ansiógenas, si se aprenden nuevas habilidades y destrezas que permiten controlar la ansiedad que ellas producen.

Lic. Florencia Puccio

jueves, 28 de junio de 2012

Trastorno de Pánico: ¿un origen biológico o psicológico?

Existen diversas teorías sobre el origen del Trastorno de Pánico. Una de las teorías más integrativas, considera que cada aspecto del comportamiento humano tiene una base biológica y que no puede haber una psicología sin cerebro: las neuronas cerebrales controlan circuitos complejos, los que se encargan a su vez, de vigilar dichas funciones. Por consiguiente, ninguna teoría que considere un trastorno psiquiátrico sería completa sin hacer referencia a la química, a la anatomía y al funcionamiento del cerebro. Asimismo, resulta inconcebible negar que el Trastorno de Pánico genere cambios considerables en los patrones del comportamiento y la conducta. Teorías que no integren ambos aspectos pueden considerarse incompletas, y por consiguiente, al asumir una postura amplia o integradora, pierde validez el debate acerca de si el Trastorno de Pánico es un trastorno biológico o psicológico.

Actualmente, un paciente con Trastorno de Pánico puede estar seguro de que recibe un tratamiento de primera elección,  y de probada eficacia, si es tratado con los fármacos adecuados, en conjunción con una Terapia Cognitiva–Comportamental.

En un intento de integrar las teorías biológicas con las comportamentales, se han diferenciado tres componentes del Trastorno de Pánico:
  • la crisis de pánico
  • la ansiedad anticipatoria (miedo al miedo)
  • la agorafobia


Respuesta de alarma, estrés y pánico

Todos los organismos, especialmente los mamíferos, incluídos los seres humanos, reaccionan rápidamente para sobrevivir cuando se sienten amenazados. Se produce una reacción compleja que moviliza todas las reservas y capacidades del organismo, llamada respuesta al estrés agudo, respuesta de alarma o respuesta de  lucha-huída. En el hombre primitivo, esta capacidad de defensa estaba al servicio de la lucha frente a las adversidades naturales, o frente al ataque de los animales, y aún hoy, sigue siendo importante como sistema de protección. Si alguien se encuentra en medio de un incendio o de un asalto, intentará rápidamente movilizar una gran cantidad de energía física para salvar su vida, evaluando la situación y determinando como escapar. Cuando perciba efectivamente la amenaza, más allá de su conciencia, se activarán automáticamente una serie de regiones cerebrales. Estas son responsables de la regulación de las distintas funciones básicas, como la respiración, la circulación, la digestión, la actividad sexual y la metabólica, etc.
En cuanto se percibe una situación estresante o traumática, el cuerpo se moviliza para la acción. Una cadena de eventos en el cuerpo ocurre una vez disparada la respuesta de alarma y diversas glándulas son activadas. Una vez que la adrenalina es segregada y volcada al torrente sanguíneo por las glándulas suprarrenales, el corazón, los pulmones y los músculos se preparan para la emergencia. La adrenalina despierta al cuerpo y lo pone en alerta, preparándolo para la lucha o la huída, el corazón se acelera y late con más fuerza, el azúcar en sangre aumenta, las pupilas se agrandan, las glándulas sudoríparas transpiran, la respiración se acelera, la boca se seca, los músculos se tensan y suelen producirse temblores, la sangre disminuye en el aparato digestivo y aumenta en los miembros y en la cabeza y pueden sentirse mareos. El ritmo respiratorio es más frecuente (hiperventilación) y a pesar de ello, puede haber una sensación de falta de aire. El corazón envía sangre a las porciones del cuerpo necesarias para la acción, como los músculos del tronco y de las extremidades.

Entonces, es comprensible que toda esta reacción de alarma se active o se produzca ante un suceso traumático o amenazante.
Sin embargo, cuando ocurre sin motivo, sin aviso, el cerebro y el resto del cuerpo entran en pánico y se confunden. La citada reacción se produce porque en algunas personas susceptibles, el sistema de alarma del cerebro es  hiperreactivo. La reacción extrema, llamada crisis de pánico, puede dar lugar a síntomas físicos y psicológicos muy violentos en los individuos que están genéticamente predispuestos a padecer estas falsas alarmas. Si bien en la persona que sufre por primera vez un ataque de pánico suele haber antecedentes de algún estrés más o menos inmediato, este es solo uno de los desencadenantes, pero no es la única causa de esta enfermedad.
Dra. Carolina Quantin

miércoles, 11 de abril de 2012

TERAPIA GRUPAL

En Mayo. estaremos iniciando el Taller de Habilidades Sociales (martes, 8) y el Grupo Abierto para Ansiedad, Pánico y Fobias (jueves, 10).

Los invitamos a participar de ambos grupos, para informarse comuníquese con nosotros, por teléfono o vía email.

Para más información sobre los grupos, haga click aquí

martes, 13 de marzo de 2012

Los nueve puntos


El siguiente problema es usado por el psicólogo austríaco Paul Watzlawick para ejemplificar un proceso de cambio:

Intente conectar los nueve puntos que aparecen a continuación por medio de cuatro líneas rectas sin levantar el lápiz.
Si no logra hacerlo seguramente se debe a que usted esta viendo a los nueve puntos como un cuadrado. Esa característica geométrica no esta en ningún lado, ni en los puntos ni en el enunciado del problema. El cuadrado esta sólo en su forma de interpretar el dibujo. Sólo si logramos dejar de lado esa forma que le imponemos a la imagen es que podremos resolver el problema. Cuando dejamos de ver el cuadrado y aceptamos que son sólo puntos llegamos a la solución (al final del artículo)

La Terapia Cognitivo Conductual o TCC apunta a modificar la forma de interpretar una situación que se configura como problema y que genera malestar. En los trastornos de ansiedad, las interpretaciones erróneas o distorsionadas de algunos aspectos de la realidad circundante o de los indicadores fisiológicos son factores que contribuyen al mantenimiento del problema.

De esta manera, para una persona que padece Fobia Social, una fiesta puede ser la situación mas embarazosa que pueda tener, una cucaracha puede ser casi un monstruo para alguien con una Fobia Simple a esos insectos, el pequeño retraso de un hijo es la certeza de un accidente para quien sufre de Trastorno de Ansiedad Generalizada y, para quien que lidia con el Trastorno de Pánico, un mareo o una taquicardia son el indicio de un inminente desmayo o de un ataque cardíaco.

En todos esos casos la distorsión en la forma de interpretar o pensar un evento, un estímulo o un síntoma, genera reacciones emocionales negativas y conductas perjudiciales en consecuencia.

Las investigaciones en terapia cognitiva identificaron algunos tipos de distorsiones de pensamiento o distorsiones cognitivas que son habituales en las personas que sufren trastornos de ansiedad:
  1. Pensamiento todo-o-nada - Interpretar los eventos y personas en términos absolutos, evidenciado en el uso de términos como "siempre", "nunca", "todos", cuando su uso no está justificado por los acontecimientos.
  2. Sobregeneralización - Tomar casos aislados y generalizar su validez para todo.
  3. Filtro mental - Enfocarse exclusivamente en ciertos aspectos, usualmente negativos y perturbadores, de un evento o persona con exclusión de otras características.
  4. Descalificación de lo positivo - Continuamente descartar experiencias positivas por razones arbitrarias.
  5. Saltar a conclusiones - Asumir algo cuando no hay apoyo empírico para ello. Dos subtipos han sido identificados:
    • Lectura de pensamiento - Presuponer las intenciones de otros.
    • Adivinación - Predecir o "profetizar" el resultado de eventos antes de que sucedan.
  1. Magnificación y Minimización - Subestimar o sobreestimar las cualidades de eventos o personas. Un subtipo identificado es la catastrofización.
    • Catastrofización - Imaginarse y rumiar acerca del peor resultado posible de un evento, sin importar lo improbable de su ocurrencia.
  1. Razonamiento emocional - Formular argumentos basados en cómo se "siente" en lugar de la realidad objetiva.
  2. Debeísmo - Concentrarse en lo que uno piensa que "debería" ser en lugar ver las cosas como son, y tener reglas rígidas que se piensa que “deberían” aplicarse sin importar el contexto situacional
  3. Etiquetado - Relacionada con la sobregeneralización, consiste en asignar un nombre a algo en vez de describir la conducta observada objetivamente. La etiqueta asignada por lo común es en términos absolutos, inalterables o bien con fuertes connotaciones prejuiciosas.
  4. Personalización - Consiste en asumir que uno mismo u otros son responsables directos de algo ocurrido, cuando muy posiblemente no haya sido el caso en realidad. Cuando se aplica a uno mismo puede producir ansiedad y culpa, y aplicado a otros produce enojo exacerbado y ansiedad de persecución.

En la TCC el terapeuta y el paciente intentan juntos identificar en qué medida las interpretaciones que generan ansiedad presentan una o varias de estas distorsiones, para poder modificarlas por otras más ajustadas a los datos objetivos del entorno y del propio cuerpo. Este trabajo se llama “reestructuración cognitiva” y es una de las partes fundamentales de la terapia.

El objetivo, en última instancia, es poder “ver” de otra manera algo que se presentaba como peligroso y sin solución. En otras palabras, salirse del cuadrado imaginado y así poder unir los nueve puntos.
Lic. Diego Tzoymaher

jueves, 19 de enero de 2012

¿Ansiedad normal o patológica?

Los problemas de ansiedad son muy comunes. Cerca de una persona cada diez consulta a un médico en algún momento de su vida porque se siente tenso, preocupado o ansioso. Muchos otros padecen otros problemas que también pueden ser consecuencia de la ansiedad.

La ansiedad afecta tanto a la mente como al cuerpo. Se relaciona con emociones y estados mentales, tales como el miedo, la aprensión, sentirse “al borde del abismo”, alterado, con pánico, nervioso, o preocupado. También se relaciona con sensaciones corporales o síntomas, tales como tensión muscular, sudoración, temblores, “mariposas en el estómago”, respiración agitada, sensación de náuseas o mareo, diarrea, dolor de cabeza, dolor de espalda, taquicardia, etc.

La ansiedad es una reacción normal y saludable. Nos sucede a todos en momentos de peligro, o en situaciones preocupantes. Cuando uno está ansioso, se produce una activación del sistema nervioso que produce los síntomas antes mencionados. Esta activación puede ser una ventaja. Significa que uno está preparado para la acción y capacitado para responder de manera rápida, si así lo necesita. Cantidades moderadas de ansiedad mejoran su performance en momentos difíciles. Un jugador de fútbol que no se sintiera nervioso en un partido o un estudiante que no sintiera cierta urgencia antes de un examen, no podrían rendir óptimamente.

La ansiedad se transforma en un problema cuando aparece en momentos donde no hay un peligro real o cuando persiste aún después de la culminación de un período de estrés. Si la ansiedad aparece cuando no debe aparecer, es desagradable, por los síntomas que genera. Aquí es donde la ansiedad comienza a interferir con la vida diaria de las personas y se vuelve necesario aprender a controlarla.

Los síntomas físicos de la ansiedad son atemorizantes. Hacen que uno piense que algo anda mal con nuestro cuerpo o que uno está expuesto a un peligro real. Preocuparse acerca de la posibilidad de estar enfermo o de que algo terrible pueda suceder causa más ansiedad. Esto origina aún más síntomas físicos.

Se crea un círculo vicioso que empeora la ansiedad. 

Uno también puede notar que comienza a esperar sentir ansiedad. A esto lo llamamos ansiedad anticipatoria. Preocuparse por sentir ansiedad puede generar que la ansiedad aparezca. Este es el segundo círculo vicioso.

Tenemos que recordar que la ansiedad es una reacción normal. Uno no puede eliminarla completamente de su vida, pero sí se puede aprender a manejarla y controlarla. 

¿Por qué comienzan los síntomas de ansiedad? 

Usualmente hay una combinación de causas. Algunas de las más importantes son:
  • El grado de estrés
La ansiedad puede comenzar en alguna etapa donde la persona esté atravesando momentos de mucho estrés. Uno puede tener un único gran problema, o puede tener varios problemas menores que suman hasta generar un alto grado de estrés.
  • El tipo de personalidad que uno tenga
Algunas personas parecen tener una habilidad natural para manejar satisfactoriamente situaciones de estrés. Otras pueden tolerarlas menos, y son más propensas a reaccionar con ansiedad.

La baja tolerancia al estrés no significa que uno no puede ser ayudado. Por el contrario, aquellos con una baja tolerancia al estrés suelen mejorar luego de aprender a manejar mejor las circunstancias estresantes. La psicoterapia Cognitivo Conductual cuenta con programas específicos para el manejo del estrés.

Una de las consecuencias más importantes de la ansiedad patológica es la evitación. Las personas comienzan a evitar cosas que relacionan con la ansiedad.

Es normal evitar situaciones peligrosas, pero la ansiedad es un problema cuando uno tiende a evitar cosas que no constituyen un peligro real. Las cosas que usualmente se evitan cuando se padece ansiedad son lugares donde hay mucha gente, negocios o el encontrarse con determinadas personas, etc. Estas situaciones representan  una parte importante de nuestra actividad cotidiana, por lo que la conducta de evitación puede causar un gran deterioro en la calidad de vida de la persona.

Algunos tipos de evitación son menos obvios que otros. Algunas personas posponen hacer cosas que deberían hacer. Otros, se paralizan pensando en sus dificultades y problemas y “no hacen nada”.

Desafortunadamente, aunque evitar algo puede causar alivio, no siempre es la solución, porque:

  • El alivio es sólo temporario. Luego uno comienza a preocuparse acerca de cómo se las va a arreglar para poder seguir evitando.
  • Cada vez que usted evita algo, dificulta el poder enfrentarlo la próxima vez.
  • Gradualmente, usted incrementa la necesidad de evitar más y más cosas
Todos los especialistas coincidimos en la importancia de la consulta temprana. Cuando más tiempo pasa, más se generalizan las conductas de evitación y de reaseguro, y más difícil resulta eliminarlas y restablecer un patrón de conducta normal.
Lic. Cecilia Veiga

sábado, 3 de diciembre de 2011

Encuesta sobre Tecnología y Ansiedad

Actualmente el uso de internet está impactando fuertemente en la sociedad. Ha producido un cambio en las costumbres y en las relaciones de los individuos. La evolución tecnológica, la disminución del costo de conexión y el mayor acceso de la población a las computadoras, provocó un aumento en el uso de internet, no sólo como herramienta laboral o de investigación, sino también para actividades relacionadas con el ocio.
Para algunas personas internet se ha convertido en algo imprescindible alrededor de lo cual gira gran parte de sus vidas. Si usted pasa varias horas conectado y ha intentado reducir el uso debido a que este hecho estaba afectando su calidad de vida, y el resultado fue negativo, puede ser que esté padeciendo de una adicción a internet.

Para evaluar el impacto de la “tecnología” y su asociación con diferentes trastornos de ansiedad, CentroIMA inicia una encuesta poblacional. La misma es para mayores de 18 años, voluntaria y anónima.
Los invitamos a participar. Su colaboración, contestando esta breve encuesta, es inestimable y nos permitirá formular conclusiones importantes.

Recuerde, una vez contestada la misma, hacer click, al final de la encuesta, donde dice "ENVIAR (SUBMIT)".
Para participar haga click en el siguiente link:

miércoles, 30 de noviembre de 2011

El miedo a volar

¿Tiene usted miedo a volar?
¿Conoce a alguien que lo esté padeciendo?
El temor de emprender un viaje en avión es muy común. Las estadísticas muestran que el 11% de la población tiene fobia a volar.
Encontramos aquellos a los que dicha perspectiva les produce una ligera inquietud, que normalmente se disipa luego del despegue (diversas encuestas encontraron que sólo un 5% de quienes vuelan lo hacen sin ningún tipo de temor o inquietud). En otros la preocupación es mayor, y suelen ayudarse con factores externos, tales como la presencia de un acompañante, o en muchos casos el consumo de medicamentos ansiolíticos antes de salir para el aeropuerto, con eventual refuerzo antes de embarcar. Por último, están aquellos que presentan un temor de tal intensidad que anula por completo la posibilidad de un viaje de este tipo.

"Tengo que viajar por causa de mi trabajo. Mi nuevo cargo ha significado un progreso para mí. Pero ahora va a ser necesario que viaje al exterior con frecuencia. ¡Qué hago? No puedo negarme, pero la idea de volar me resulta absolutamente intolerable“
Como vemos, las limitaciones y dificultades que genera este trastorno pueden afectar diferentes áreas en la vida de una persona. Muchas veces, el viaje en avión aparece como una necesidad, ya sea por obligación laboral, o por demandas de la dinámica familiar. Hay un grupo de personas en las que la fobia a volar está presente, pero al no presentar habitualmente la necesidad de viajar por dicha vía, podemos decir que el problema no genera deterioro en su calidad de vida. Claro que siempre está latente la posibilidad de que el momento llegue...

¿Quiénes padecen este problema? ¿Por qué ocurre?
Los caminos para llegar al temor a volar son diversos:
Una persona con una vida normal, sin otros problemas en su vida anímica o social en general. Sólo presenta un miedo desproporcionado a volar. La sola idea puede generarle un estado de ansiedad con síntomas como palpitaciones, inquietud, desesperación, etc. En estos casos el diagnóstico suele ser el de Fobia Simple o Específica.
El origen puede estar relacionado con haber vivido alguna situación de peligro real durante un vuelo, o bien haberse sentido fuertemente impresionado por la noticia o el relato directo de otra persona.
También puede ocurrir en quien ha sido testigo de un accidente o situación de peligro sufrida por una aeronave. Otro caso frecuente es el de aquellos que sufren de Claustrofobia, o temor a los espacios cerrados.
Estas personas sienten gran desesperación al encontrarse en recintos cerrados: ascensores, salas pequeñas, aviones. Personas que padecen de Trastorno de Pánico con Agorafobia, que es un trastorno en el cual la persona teme la posibilidad de padecer una crisis de pánico dentro del avión, durante el vuelo, y lo que les resulta intolerable es la idea de que no podrá bajar de inmediato para obtener alivio o ayuda.
Por último encontramos a aquellos que sufren de Trastorno de Ansiedad Generalizada. En este trastorno las personas se preocupan en forma desmedida, siempre piensan que lo peor está por ocurrir en cualquier momento. Hay una sobre-estimación de la probabilidad de que ocurran eventos negativos. Como resultará fácil de entender, el temor a volar se presenta entonces con frecuencia e intensidad.

¿Es posible superarlo?
La respuesta es sí. Y en la mayoría de los casos el tratamiento es sencillo y de corta duración. Todos estos casos suelen responder muy bien a los tratamientos correctos y específicos. El mayor obstáculo suele ser que la persona que lo padece no confíe en esta posibilidad y no acceda al tratamiento, ya que casi siempre les parece inalcanzable la posibilidad de viajar con tranquilidad, "como todo el mundo".

Tratamiento de la Aerofobia: "Venciendo el Miedo a Volar"
Dirigido a aquellas personas que evitan volar, que experimentan un intenso grado de ansiedad al hacerlo, o sufren una gran angustia y temor cuando un ser querido tiene que viajar en avión.
El miedo a volar puede superarse.
La instrumentación del tratamiento específico es exitosa en la gran mayoría de los casos, y en plazos breves, habitualmente ocho sesiones, individuales o grupales, son suficientes para vencer el miedo a volar
La terapia mas eficaz es la Terapia Cognitivo-Conductual.

Dr. Enzo Cascardo

jueves, 3 de noviembre de 2011

La Intervención Cognitiva en los Trastornos de Ansiedad


La idea central que propone la Psicología Cognitiva sostiene que: “la emoción y la conducta de una persona son consecuencia de sus pensamientos”.

Todos los sucesos, estímulos y situaciones cotidianos son juzgados, interpretados y etiquetados de manera particular por cada persona. Constantemente estamos describiendo el mundo y catalogando cada suceso o experiencia.
Estos juicios e interpretaciones conforman el área cognitiva propia de cada persona, son los “lentes” con los que miramos el mundo que nos rodea, están formados por el diálogo interno que cada persona tiene consigo misma, y se manifiestan en forma de pensamientos.
Estos pensamientos fluyen como una cascada y, a pesar que rara vez nos damos cuenta de ellos, son capaces de generar los estados emocionales más diversos.
Habitualmente los llamamos “pensamientos automáticos” para enfatizar que los mismos se experimentan como si fueran un reflejo, sin reflexión o razonamiento previo.
Las siguientes características son típicas de los pensamientos automáticos:
  • Son mensajes específicos, parecen taquigrafiados: compuestos por unas pocas y esenciales palabras o una imagen visual breve. 
  • A pesar de ser irracionales casi siempre son creídos: tienen la misma credibilidad que si fueran impresiones directas de los sentidos. 
  • Los pensamientos automáticos se viven como espontáneos: entran “de golpe” en la mente. 
  • A menudo se expresan en términos de “habría de” “tendría que” o “debería” 
  • Tienden a dramatizar: predicen catástrofes, ven peligros en todas partes y siempre suponen lo peor. 
  • Son idiosincráticos: cada persona tiene sus propios y particulares pensamientos automáticos. 
  • Son difíciles de desviar.
  • Son aprendidos.
Los trastornos psicológicos (entre ellos los trastornos de ansiedad), son el resultado de determinados y específicos errores cognitivos; pensamientos automáticos, ideas, creencias e interpretaciones erróneas, rígidas y absolutas de la realidad, que determinan emociones específicas.
Las personas con ansiedad interpretan la realidad como peligrosa o amenazante. Están preocupados continuamente por anticipar peligros.
Para las personas con depresión los eventos son siempre interpretados como pérdidas y daños a sí mismos.
Los sucesos no tienen un contenido emocional intrínseco, sino que somos las personas quienes interpretamos y etiquetamos todos los estímulos y situaciones de nuestra vida.
En la categorización y en la etiqueta elegida está la fuente de la emoción.
El terapeuta Albert Ellis, fundador de la terapia racional emotiva, propone el análisis del continuo diálogo interno según el modelo ABC.  
                                                    
A
B
C
Acontecimientos activantes
creencias, evaluaciones, ideas, pensamientos.
Interpretaciones acerca de A
Consecuencias de las creencias sobre A

Este modelo enfatiza la interpretación dada a los pensamientos (B), que determinan las diferencias en la reacción  de las personas (C) ante un mismo estímulo (A).

Si el pensamiento (B) es funcional, adaptativo y lógico, se lo considera “racional”.
Por el contrario, si dificulta el funcionamiento de la persona, es ilógico y provoca emociones desadaptativas, se lo considera “irracional

La Reestructuración Cognitiva es la intervención terapéutica que apunta a que el paciente pueda mediante un debate, confrontar, poner a prueba, discutir y modificar sus creencias irracionales por otras mas racionales y adaptativas.

A partir de estas discusiones se van flexibilizando ideas rígidas y logrando visiones alternativas mas flexibles.
El paciente aprende a evitar suposiciones o inferencias personales acerca de los sucesos y se habitúa a buscar evidencias reales basadas en datos concretos de la realidad objetiva.
 
La flexibilización de los pensamientos y la reestructuración cognitiva permiten al paciente activar esquemas más funcionales, generando como resultado emociones y conductas más apropiadas y adaptativas.
Lic. Florencia Puccio